¿deberíamos darnos una oportunidad?

Capítulo 1.

Capítulo 1:

[Olivia]

 

Veo como los jugadores del equipo de mi Instituto están furiosos con los chicos del equipo contrario.

Uno de los nuestros se encuentra en el suelo y en las gradas los abucheos no se hacen esperar. Veo a Mike caminar hacia donde están sus compañeros para apaciguar las cosas, algo que dudo.

—¡Hijo de puta! —grita mi mejor amiga furiosa, que está junto a mí en las gradas. Muy Helen.

Vamos ganando el juego, pero eso no le ha gustado a Los Jaguares. Ya que uno de sus jugadores a derribado a uno de los nuestros de una forma bestial, Jensen —más conocido como el número catorce— se encuentra en el suelo y parece estar adolorido.

Y como sabrán todo se ha ido al demonio, mi mejor amigo —Mike Dawson y capitán del equipo— esta intentando calmar a los chicos cosa que no esta logrando.

Los ojos azules de Mike miran a alguien buscando ayuda y entre la multitud aparece él, James Reed. La persona más despreciable del mundo y quien rompió mi corazón. El cual en estos momentos al verle, late de una manera desbocada. Mierda.

Quita su casco para dejar a la vista su cabello castaño tirando al rubio y sus tan exquisitos —malditamente sexy— ojos azules como el jodido océano. Joder Olivia. Supera al imbécil de una puñetera vez.

Se acerca a Mike e intenta junto a mi amigo calmar las aguas. Pero estaba claro que Los Jaguares no querían tregua alguna y que no aceptaban su inminente derrota ante mi Instituto.

Para cuando quise ver el infierno había sido desatado en la cancha y los equipos peleaban como si de una batalla espartana se tratase. No podía creer lo que mis ojos veían y menos aún ver a mi mejor amigo de aquella manera. Era un tío de lo más tranquilo, excepto en esta ocasión. Se había transformado en algo que jamás había visto, su paz había sido reemplazada por su bestia interior —quien os juro que debe luchar cada maldito día para salir—. No pude evitar reír por pensar aquello, era ridículo.

—¡Vamos cariño dale su merecido! —mi mejor amiga gritaba eufórica a su novio, quien es mi mejor amigo. Sí, Mike Dawson es el perfecto novio de Helen.

Tape mi rostro en cuanto James recibió un fuerte puñetazo en su mandíbula, demonios. Sí, le odiaba. Pero tampoco era que me gustase ver como otros le daban su merecido, que estaba claro que yo debía dárselo.

Cuando parecía que la batalla no tendría fin, algunos estudiantes entraron a ayudar a separar a los jugadores. Que costó —debo admitirlo— muchísimo hacerlo, pero al final se pudo.

—Hel vamos a por Mike —susurre a mi mejor amiga y ambas bajamos de las gradas camino a la cancha de fútbol americano del Instituto.

Quedé horrorizada en cuanto vi la apariencia de los jugadores de nuestro equipo, estaban del asco. Pero no pude evitar reírme al ver el aspecto de Mike, jamás le había visto así. No podré olvidar esto nunca en la vida.

Helen se acercó a él y lo tomó de su barbilla observando a detalle su rostro. Tenía un corte en su ceja y el labio reventado, era de esperarse. Mike no era fan de la violencia y hoy había demostrado que podía dejar a un lado sus principios.

—Cielo estás del asco —comenta su novia con una sonrisa—, Pero aún así, sigues siendo hermoso —besa la comisura de sus labios.

Tortolitos y sus dosis de azúcar a la vista.

Y yo que odiaba lo dulce, joder. Dejé de observar a la parejita feliz y le busqué con la mirada algo preocupada. ¿Enserio Olivia? ¿De verdad te sigues preocupando por ese cabron? ¡Superale  de una puta vez mujer!

Pero no era tan fácil, vamos el maldito se había metido tan dentro de mi corazón que ya no podía olvidarme. Aunque lo deseara con todas las fuerzas de mi alma, me había enamorado de un hijo de puta. Porqué sí, eso era Reed. Un reverendo hijo de puta.

En cuanto mis ojos le encontraron, un alivio me recorrió completa. Estaba junto a su mejor amigo, uno de los seres más despreciables que he tenido la desgracia de conocer. Joey West. Él si que era un hijo de puta y se lleva el primer lugar.

Ambos estaban del asco, con sus cejas cortadas y labios reventados. Sonreí, se lo merecían. Vale, estoy siendo una cabrona con ambos. Pero que les den.

Sus ojos azules conectaron con los míos por un momento, pero me vi obligada a desviar mi mirada y fingir que buscaba a alguien más en el barullo que había en la cancha. Mierda.

Para cuando quise ver, le tenía frente a mí. ¿Es normal que mi cuerpo entero tiemble ante su presencia? Porqué jodidamente me está pasando en estos malditos momentos. ¡Oh santa mierda! ¿Por qué seguía teniendo ese efecto en mí? ¡¿Por qué?!
Tranquila Olivia, respira hondo e ignora la sonrisa moja bragas en su rostro. Lo odio.

—¿Qué quieres Reed? —le espete con indiferencia.

Muy bien colega, mantente así.

No creo durar mucho, suelto un bufido involuntario.



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Editado: 20.04.2019

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