¿deberíamos darnos una oportunidad?

Capítulo 4.

Capítulo 4:

 

[Ben]

 

La noche anterior...

 

—Deja de mirar hacia la puerta Paul —se queja James y el imbécil tenía razón. No he dejado de ver hacia allí desde que la castaña se fue—. Busca una chica por favor —dice burlón, esto era tan James Cassells.

 

Suelto un bufido —Que te den Cassells —solté con gracia y bebí de mi cerveza.

 

—No molestes a mi pequeño —interviene Sam, idiota—. ¿Has olvidado que le rompieron el corazón? Dejale en paz —le recuerda y eso logra que le miré de mala manera. Será hijo de puta.

 

—¡Basta pequeños míos! —se mete Danny, intentando no abrir la herida que ella dejó—. El pequeño Ben no necesita que recuerden eso —ordena y con eso se refiere a mi ex-novia.

 

Savannah perra Dixon.

 

Exacto la peor mujer que podrías conocer, una bruja como no se encuentran. Una desalmada sin corazón, la misma que hizo trizas el mío el día que se marchó. El día que decidió que yo no era lo suficiente y que jamás triunfaria en el mundo de la música. Suena gracioso, porque aunque su partida fue devastador para mí. Sus argumentos para dejarme no tuvieron el efecto que ella pensaba.

 

Tengo la maldita corazonada de que si triunfare en la música y será con estos idiotas que considero mi familia. Además luego del pequeño éxito que hemos tenido, ella volvió. ¡Sí, regresó! Pidiendo una segunda oportunidad y ¿saben? Hasta me reí en su cara cuando lo dijo, fue el mejor día de mi asquerosa vida. Tuve el placer de rechazar a esa mentirosa y se sintió perfectamente bien. Aunque aún no me la he podido sacar de encima, en ocasiones aparece en los lugares donde tocamos con los chicos.

 

Es persistente, hay que admitirlo.

 

Pierde el tiempo, no volvería con ella jamás.

 

—Tengo el presentimiento que a nuestro Benjamín le gusta una hermosa castaña —canturrea James y por mi parte salgo de mi ensimismamiento.

 

—Realmente eres un idiota Cassel, no hay caso contigo —respondí intentando sonar molesto por sus recientes palabras.

 

Pero por una estúpida razón me han gustado. ¿Qué si es bonita la castaña? Tendría que ser ciego para no verlo. ¿Si me gusta? Es muy pronto para decir que si. Pero os aseguro que muero por volver a verla aunque sea por un segundo.

 

—Mejor volvamos a casa, han bebido demasiado maricas —vuelve a ordenar Danny como toda una madre responsable.

 

Sam comenzó a quejarse junto con James, los inmaduros no querían irse aún. Decían que la noche todavía era joven y que tenían que disfrutarla al máximo. A lo que recibieron tirones de orejas por parte de Danny y de Cameron. Quien siempre estaba de lado de nuestro vocalista. Y yo no pude evitar reír a carcajadas al ver la escena frente a mí, estos idiotas eran lo mejor que pudo haberme pasado. Como dije anteriormente, eran mi familia. Una un poco rara y lunatica. Pero lo eran.

 

A rastras logramos sacar a los chicos del bar y así emprender viaje hacia nuestro hogar. Moría de sueño y estaba seguro que terminaría durmiendo en el sofá. Dudo llegar a mi cama.

 

Cameron era quien no bebía una sola gota de alcohol, por lo cual era el conductor designado. Apoyé mi cabeza en la ventana y cerré mis ojos un momento. Pero me vi interrumpido cuando los ronquidos de Sam llenaron el pequeño espacio, maldición.

 

—Han quedado fritos —comenta Cameron, mientras no quita su vista de la carretera—. Hasta Danny se ha dormido —ríe y yo me contagió de su risa.

 

Era cierto, los tres idiotas venían entregados en los brazos de Morfeo en los asientos traseros. Me iba a costar mucho despertarles cuando lleguemos a casa, demonios. Terminaré por arrastrarles hasta dentro de la casa. Suelto un bufido involuntario al pensar el trabajo que me espera.

 

(...)

 

—¿Porqué tanto escándalo? —pregunté una vez entre en la cocina. Mi cabeza dolía como el mismo infierno.

 

—Danny se ha dormido y llegará tarde al trabajo —explica Sam, resumiendo el pequeño barullo. ¿Pequeño? Pufff, eso no define para nada lo que está sucediendo ahora. ¡Parece que ha perdido la cabeza! Se ha terminado de volver loco por lo que veo.

 

—He Danny, tranqulo —pido—. Aún es temprano, has vuelto a poner mal la hora en el puto móvil —expliqué. Y era cierto, el jodido idiota lo ha vuelto hacer. No entiendo cómo, pero siempre pasaba lo mismo. Demonios.

 

—Paul tiene razón —me apoya James, quien entra por la puerta de la cocina—. Aún es temprano Worsnop, así que tranquilo —pide y se sirve una taza de café.



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Editado: 20.04.2019

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