Capítulo 10:
[Olivia]
Pasado...
Escondo mi rostro entre mis brazos y me hundo en la miseria que es mi vida en estos momentos. La amenaza de Joey se metió en lo más profundo de mi ser y eso no me agrada. El cabrón era responsable de todo lo malo que venía sucediendo y me costaba entender la locura que lo llevó a hacerlo. ¿Todo por negarme a un baile? ¿En serio? ¿Se ha vuelto loco acaso? ¡No puede estar en sus cabales para cometer tremenda atrocidad! Obligó a su mejor amigo a jugar con los sentimientos de alguien y luego burlarse de la misma ante todos.
Demonios. Todo es un caos y no sé que hacer para solucionar esto. Las fotos sólo han sido el comienzo de todo y él tiene la última carta. La cual usará para darme el jaque mate y acabar conmigo de una vez. Mierda. ¡Tragame tierra, por favor!
—¿Te sientes bien? —quiere saber Helen, una vez que se sienta a mi lado—. ¿No comerás nada? —había preocupación en su voz.
Quito mi rostro de su escondite y la observo, mientras niego.
—No tengo hambre —aviso.
Su ceño se frunce y me escruta con la mirada.
—¿Qué sucede? —pregunta con seriedad—. Y quiero la verdad, Evans —advierte y apunta con su dedo índice.
Suelto un suspiro cargado de frustración y tapó mi rostro con mis manos. No sabía por donde comenzar y menos como explicar todo lo acontecido. ¿Pero como podría? ¿Qué debería decir? ¿Qué la culpa es de West porque me negué a ir con él al baile y por eso se ha vengado de mí? ¿Qué utilizó a su mejor amigo para lograrlo? ¿Qué está enfermo y no está en sus cinco sentidos? No, no es fácil hablarlo. Comenzaba a odiar el instituto, de verdad. Demonios.
—No es nada Helen, en serio —evitó el tema, no me apetecía contarle a nadie.
Sé que ella no lo merece y que es mi mejor amiga en el mundo, pero no quería involucrar a nadie en esto. No ahora, al menos.
Sus labios se fruncen en negación por mis recientes palabras y me toma por los hombros, seriedad había en su mirada y algo más. Bien, conocía eso y entendía lo que quería.
—Vas a contarme que sucede —ordena—. Y juntas vamos a superar lo que venga y si tengo que patear traseros por ti, lo haré. Lo sabes, te amo Liv y sé que me amas también. Así que suelta la sopa y resolvamos esto —dice y una lágrima traicionera baja por mi mejilla.
Entonces le cuento todo, sin dejar detalle alguno sin decir. Lloro sin consuelo mientras lo hago y Helen no duda en rodearme con sus brazos de manera protectora. Agradecía ello y sentía un alivio indescriptible recorrerme. Una vez terminado mi relato, mi amiga me apartó suyo y me miró de manera dulce. Pero sabía que aquello era una fachada y estaba molesta, mucho más que eso.
—Voy a matarlo —fueron sus palabras y sonreí, porque la conocía; era capaz de ello y más.
—No valdría la pena ensuciarse las manos, con la sangre de ese miserable. —dije—. No le cuentes a Mike, él sería capaz de ir en búsqueda y arrancarle la cabeza.
—Yo iría con él —avisa—. Pero tenemos que hacer algo, hay que detenerle —zanjó.
Niego —No podemos hacer nada, no ahora —susurre.
—Deja todo en mis manos —una sonrisa sádica adorno su rostro y supe que nada bueno pasaría.
Presente...
[Ben]
Abrí la puerta con bastante cautela, las luces de la casa estaban apagadas; por lo cual deduje que los chicos estarían durmiendo. Agradecía no ser sometido a un interrogatorio, ahora podía acurrucarme entre las mantas. ¡Morfeo ahí te voy!
Pero digamos que al universo le gusta conspirar en mi contra y hacer mi vida miserable. Las luces del recibidor se encendieron, dejando ante mí a los chicos. Podía comprender al ver sus rostros, que no podría llegar a mi habitación. Joder. Respire con profundidad antes de hablar:
—Olvidé algo en el auto, ahora regreso —mentí, intentando huir de aquella situación.
Pero no sabía como —ni cuando— pero James se encontraba obstaculizando la puerta de entrada, evitando mi huida. Mierda. ¿Es que acaso no me dejarían en paz? ¡Esto era un asco!
—¿Adónde crees que vas? —pregunta Sam, de una manera que no me agradaba. ¿Donde estaba el dulce y pequeño Sammy? ¡Ha sido reemplazado por un ser diabólico!
Mi rostro palidece del miedo, porque sí, me asustaba su manera de verme en este puto momento. ¡Que alguien me ayudé! ¡Un sacerdote venga y le tiré agua bendita!