Decisiones

Adiós mi amor

Nueva York           12 de diciembre del 2012                            23.04 hrs.

— No dejaré que te la lleves, maldito demonio, falta poco y ya no podrás tocarla — la joven controló su mirada, para no dirigirla hacia donde estaba escondida la pequeña.

— ¿Por qué te arriesgas por esa chiquilla? Si me la entregas te daré lo que más quieres, tu mortalidad.

En el pasado

Luego de mucho tiempo, Dukra llegó donde unos monjes en el Tibet, cuando la vieron en ese estado la ayudaron a volver a recuperar su razón, luego de agradecerles empezó a viajar buscando quien le quitará su inmortalidad, fue la India, a China, y nada, solo encontró gente oprimida por sus gobernantes que lo aceptaban por "la voluntad de sus dioses".

Lo mismo pasó cuando muchos centenarios de años más adelante fue al nuevo mundo, allí conoció a los "salvajes" de Sudamérica, que en muchos aspectos eran más civilizados para ella que muchos de sus contemporáneos, pero en algo si eran parecidos, siempre los poderosos oprimían a los del pueblo, quienes obedecían a sus gobernantes, por ser los descendientes de sus dioses.

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Nueva York             12 de diciembre de 2019                    23.09 hrs.

— No caeré de nuevo en tu trampa, no dejaré que la mates, eres un monstruo — dijo agresivamente Dukra.

— ¿Y qué eres tú que también has matado humanos?

— Nunca mate a nadie inocente.

— ¿Y la mujer que mataste solo por qué amaba a tu esposo? ¿No te acuerdas de Pavidus?

En el pasado.

Pasaron algunos centenares de años desde que la Princesa estuvo sumergida en el lago, luego de buscar por muchas decenas de años quien la ayudará a volver a ser mortal, sin resultados, se instaló por pequeños períodos en distintos lugares, hasta que la nostalgia la hizo establecerse cerca del castillo de su familia, con los conocimientos que adquirió en sus viajes en hierbas, se convirtió en una curandera. En ese lugar conoció a Fermer, un campesino de buen corazón, alto de ojos y pelo oscuro, a quien una vez ayudó con una herida que se le infectó.

Siguieron viéndose, hasta que un día que fue a verla a su casa él se le declaró.

— Te amo Dukra — le dijo ilusionado.

 Es que yo... — dudaba en que responderle.

 ¿Eres casada? ¿Comprometida? — preguntó nervioso.

— No, es que yo no puedo morir — le respondió impulsivamente.

— ¿Cómo? — creyó haber escuchado mal.

Le contó detalladamente lo que vivió.

— No importa, te amo como eres ¿Quieres ser mi esposa? — insistió ansioso.

— Que pasará cuando se den cuenta que no envejezco, debo moverme siempre para que nadie me descubra, esa no es vida para ti — le contó mientras miraba al piso, triste, porque también lo amaba.

— Me vendré a vivir contigo, acá estamos aislados, nadie te verá, iré solo al pueblo, traeré lo necesario, y si alguien viene te puedes cubrir la cara... no quiero dejarte ir.

La mirada de él estaba tan llena de amor, que aceptó. Al año ya tuvieron su primer hijo, un bello niño igual a su padre, a quien llamaron Pirmo, cuando fue mayor, acompañaba a su padre al pueblo.

Todo habría sido perfecto para ellos, si no hubiera sido por Pavidus, una amargada mujer morena, algo rellena, que estaban enamorada de Fermer, pero éste, por el mal corazón de la aldeana nunca le interesó. La mujer no soportó que otra le hubiera ganado el amor de "su" hombre, por eso siempre estuvo pendiente de cualquier cosa que ocurriera y le permitiera vengarse de esa maldita aparecida como le decía. Cuando el matrimonio tenía 5 hijos, Dukra todavía no había iba al pueblo, si la gente necesitaba ayuda por lo de las hierbas, ella se cubría la cara lo más que podía, con la excusa que nadie que no fuera de su familia debía verla, sino moriría.

Para sus hijos, ella era un espíritu del bosque, un hada porque no envejecía, lo que se hizo más patente cuando su primogénito cumplió 18, se veía mayor que su madre.

Pero quiso el destino que su esposo y su hijo mayor, ya de 22, fueran a la aldea y se encontraron con una pelea, Fermer trató de ayudar a su amigo Draugas que peleaba con unos desconocidos, pero antes de escapar, los bandidos hirieron a los dos hombres de muerte.

En casa del matrimonio en el bosque, Pirmo llegó agitado.

— Mamá apúrate, apuñalaron a papá — apremió el joven a su madre.

Ella no se preocupó de cubrirse, salió corriendo a ver a su amado, por suerte llegó antes que muriera.

— ¿Por qué lo hiciste? — lloraba mientras le daba besos en la cara.

— Sabes como soy, no podía dejar que lo matarán sin hacer nada.

— Pero ahora morirán los dos ¿Es esto mejor? — lo retó.

— No podía quedarme con los brazos cruzados. Esta es la voluntad de Dios. Te amo, espíritu libre.

— No me dejes sola tan pronto — gritó desesperada al verlo morir.

Lo llevaron a enterrar cerca de la casa de su familia, pero los rumores eran cada vez más fuertes, todos se dieron cuenta que, para haber estado casada por 20 años, debería tener al menos 35 años y se veía de la mitad.

Debido a la insidiosa de Pavidus, que decía a todos que era una bruja, y que deberían matarla junto con sus hijos, la madre decidió hablar con su familia unos días luego de quedar viuda.

— Mis niños, los del pueblo seguirán molestándolos por mi apariencia. Lo mejor es que yo desaparezca.

— Pero mamá ¿Perdimos a papá, y ahora a ti? ¿Volverás a tu reino mágico?

— No soy un hada — rió suavemente — iré a recorrer mundo, vendré a verlos seguido, se los prometo, pero lo mejor es que todos crean que morí, así eso que soy una bruja, o un espíritu malvado terminará y no les harán daño, olvidas que Moguis rompió el compromiso contigo hace poco por eso — le dijo a su hija Teri — tranquilos, es lo mejor para todos.




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