Decisiones Cruzadas

Capítulo Final❤️

EL REGRESO

Stefanía Lancaster

- Hija, el nuevo socio llegará hoy - Asentí, masticando un trozo de tostada.

- Perfecto, yo me encargaré - Di un sorbo a mi café - ¿Por cierto, cómo se llama?

- Lisandro Russel. Es joven, tiene veintiún años. Quedó al mando de todo lo que sus padres le dejaron.

- Entiendo.

Después del desayuno, me preparé con cuidado. Un vestido elegante, hasta los muslos, unos delicados aretes, tacones altos y mi cabello suelto. Un poco de maquillaje, lo justo para realzar mi belleza natural. Alonso, mi chófer, me esperaba. El trayecto hasta la empresa duraba diez minutos. Al llegar, la recepción me recibió con sus habituales saludos amables. Era mi primer día como jefa y mi primer día conociendo a un nuevo socio.

Revisaba algunos archivos en mi computadora cuando la secretaria me llamó.

- El señor Russel ya llegó, señorita Lancaster - Le di permiso para que pasara. Me puse de pie, lista para la reunión, pero cuando la puerta se abrió y lo vi... quedé petrificada.

Sus ojos azules, ese azul profundo como el horizonte, me golpearon con la fuerza de un recuerdo. Era él. No me había equivocado en la fiesta. Era realmente Gabriel. Sentí un escalofrío recorrerme la espalda, una mezcla de incredulidad y una felicidad abrumadora. Por un instante, pensé que estaba soñando, que todo era una ilusión. Pero no lo era. Estaba allí, ante mí, tangible, real.

- Gabriel... - La palabra apenas escapó de mis labios, un susurro que resonó en el silencio de la oficina.

Él me sonrió, una sonrisa que conocía tan bien, una sonrisa que me hacía olvidar todo.

- Stefanía... - respondió, su voz profunda y melodiosa. - ¿Cuánto tiempo?

Asentí, sin poder articular palabra. Las lágrimas amenazaban con brotar, pero las contuve, luchando contra la emoción que me inundaba.

- Te extrañé - Dijo, y sin dudarlo, corrí hacia él. Me abrazó con fuerza, un abrazo que me envolvió en un remolino de emociones. Fue un abrazo que llenó el vacío que había habitado mi corazón durante tanto tiempo. Y así, en ese abrazo, en ese reencuentro inesperado, el vacío que sentía se llenó de nuevo, completamente, de Gabriel.




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