Para mi, una mujer es como una flor delicada y hermosa con grandes virtudes. La compañera perfecta.
Es delicada como una seda, el cual tenemos que cuidar y proteger, no maltratar, porque Dios es quien no las entrega. Amar a la mujer porque es especial. Y esto se hace gigante cuando esta mujer tiene de su lado a Dios, a su creador, al creador del cielo y de la tierra; que más puede pedir un hombre, el cual encuentra a una mujer como esta, que esta entregada a Dios al cien por ciento.