Definitivamente no el chico bueno

CAPÍTULO 3

JAMES

Llegué al edificio de Beat Entertainment un cuarto de hora más tarde. Entré sin detenerme y me topé con Daniel y Mike en la recepción. Teddy, detrás del mostrador, asintió hacia mí a modo de saludo.

Por la expresión de irritación que dominaba las facciones tanto del director ejecutivo de Beat como del mánager de BadBoy, seguro que no me esperaba una charla agradable.

—Llegas tarde otra vez —señaló Daniel con molestia—. ¿Y dónde se ha metido ella, que ni siquiera atiende el teléfono?

Tras esa última pregunta supe que Sarah, la dueña del apartamento del que salí esta mañana, no había venido a armar un escándalo todavía. Confiaría en que ella respetaría nuestro trato y tampoco lo haría más tarde.

—¿Ella quién? —le respondí a Daniel, haciéndome el desentendido.

Él se iba a cabrear.

—¡Pues ella! ¿Cómo que quién? ¡Hablo de Sarah, tu asistenta! Necesitamos firmar su contrato hoy mismo.

—Ah, esa ella. Olvídalo, ya no está trabajando conmigo.

Daniel y Mike soltaron un gutural «¡¿Qué?!» al mismo tiempo. Ya podía prever la tormenta que se aproximaba, lo que no ayudaría en nada a mi dolor de cabeza. Sin embargo, fingí mantener la calma.

—¿Quieres decirnos en este instante por qué mierda ella ha dejado el trabajo? —gruñó Daniel—. ¿Ahora cuál es la maldita excusa?

—Sí, bueno, pues ocultar información importante para conseguir el empleo me parece una maldita buena razón para que se haya ido. No sé, quizás los remordimientos no la dejaron continuar —apunté, encogiéndome de hombros—. ¿No dijiste, Michael, que tú mismo verificaste que ella no era otra fanática intentando colarse como mi asistenta?

El aludido frunció el ceño y se pasó una mano por la barbilla cubierta de una corta barba, asintiendo.

—Pues sí... sí. Ella dijo que no lo era.

—Interesante, porque si te fijas en esta foto que tomé ayer, yo diría que te ha mentido —indiqué mientras sacaba mi teléfono y buscaba la foto que había tomado de la credencial que identificaba a Sarah como miembro activa de un club de fans de BadBoy desde el 2009. Ella misma me la había mostrado luego de que compartiéramos los primeros tragos en su apartamento.

Daniel tomó mi celular y, tras comprobar que yo no estaba mintiendo, se lo pasó a Mike. Este último estudió con detalle la imagen, el desencanto se apoderó de su expresión con rapidez. Me devolvió el teléfono y, consciente de que ambos me miraban, me encogí de hombros.

—Esta situación me tiene cansando, James —dijo Daniel, llevándose las manos a la cara un instante—. Tres chicas y un chico. Cuatro personas en total con las que no has podido trabajar por más de una semana. En serio, dímelo, ¿cuál es el problema?

—Sin contar su ineficiencia a la hora de conseguir al personal para el trabajo, está el hecho de que simplemente no quiero tener un asistente —le recordé—. No necesito a alguien vigilándome. Te lo dije desde un principio.

Mike bajó la mirada y Daniel me miró de la forma en la que se mira a las causas perdidas. Con algo de decepción, algo de añoranza y un indicio de resignación.

—Yo te lo dije a ti, James. No lo estaría haciendo si tú no me obligaras a ello. Tu comportamiento últimamente ha sido cuestionable. ¿Desde cuándo te convertiste en el que se mete en problemas y me da dolores de cabeza? —Negó con la cabeza—. Yo sé bien que no haces la música por el dinero, no lo necesitas, lo sé. Pero incluso aunque es algo que haces porque te apasiona, debes saber que también es un trabajo. Lo es porque implica comprometerse. Y déjame decirte que tú no lo estás haciendo ahora mismo, no lo haces desde hace un tiempo.

Mi mandíbula se tensó. Daniel soltó un suspiro, apartó la mirada y se masajeó la sien. Mike, a su lado, estaba muy serio.

—¿Recuerdas qué fue lo que me dijiste cuando nos conocimos, muchacho? —Entrecerré los ojos, con el recuerdo parpadeando en mi memoria—. Me dijiste que querías ser un músico y yo te respondí que para ser uno hacía falta más que solo saber tocar un instrumento o cantar. Te dije que lo aprenderías con el tiempo. Y hasta hace un tiempo creía que lo entendías, pero… —Chasqueó la lengua, decepcionado—. Faltas a los ensayos, llegas tarde a las presentaciones, estás cabreado todo el tiempo… ¿Qué puedo hacer, James? Dímelo. Cuando rompiste con tu chica y ella se fue, sabía que estabas pasándola mal y comprendí tu comportamiento. Te di el espacio que querías, pensé que eventualmente lo superarías y volverías a ser el de antes, pero no ha pasado. Sigues en el mismo punto o en uno peor, y ni siquiera quieres hablar de ello. Solo sigues empujándonos lejos cuando intentamos acercarnos a ti. —Pasó una mano por su cabello oscuro y negó con la cabeza—. No sé si lo recuerdas, pero no somos tus enemigos, James. Queremos ayudarte.

—No les pedí que hicieran nada por mí —murmuré sin verlo a la cara.

—Sí, algunos imbéciles son incapaces de pedir ayuda cuando más la necesitan. —Apreté los dientes, él suspiro—. Mira, no me interesa si no quieres o si crees que no necesitas un ayudante. El asunto es que no puedes seguir llegando tarde, o no llegando, a tus compromisos. Porque esto no se trata solo de ti, lo que tú haces tiene repercusiones para la banda.

Nos miramos a los ojos durante un largo momento, había determinación en su mirada. Inhalé profusamente y asentí. Él no era el único cansado de la situación. Yo también quería que las cosas mejoraran, quería recuperar el control de mi vida y dejar de ser un barco a la deriva. No sabía si podía, sin embargo.

—Haré las cosas bien de ahora en adelante, Daniel. Me esforzaré. Pero, por favor, realmente no necesito una niñera. No quiero a un extraño inmiscuyéndose en mi vida, en mi privacidad. Te prometo que si...

—No, no, no. —Daniel levantó una mano y negó con la cabeza—. No espero que lo entiendas, James, y me duele tener que decirte esto, pero ahora mismo no puedo confiar en tu palabra. Si vas a hacer las cosas bien, entonces lo harás a mi modo.



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En el texto hay: badboy, música, romance

Editado: 27.03.2020

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