Definitivamente no el chico bueno

CAPÍTULO 6

JAMES

Lo que sabía de Emma Hayes hasta el momento era información demasiado básica que en realidad no me decía mucho sobre ella. Tal como le pedí, me hizo llegar su horario de clases. Por las materias que figuraban en la lista, deduje que estudiaba alguna carrera relacionada a las ciencias sociales o humanidades.

El semestre iniciaba el siguiente lunes y las clases serían en su mayoría durante las mañanas, a excepción de los miércoles, que también llevaría una materia de tres a cinco de la tarde. Por lo general ella estaría libre a partir del mediodía, y los viernes desde las diez de la mañana. Daba igual, no esperaba que ella se quedara demasiado tiempo alrededor como para que importara.

No, no había cambiado de opinión sobre tener un asistente. Porque tener un asistente implicaba permitirle a esa persona involucrarse en aspectos íntimos de mi vida, cosa que yo no deseaba que ocurriera. Ni con Emma Hayes ni con nadie más. ¿Qué iba a hacer si un día, por ejemplo, Celine y Aiden llegaban de sorpresa mientras ella estaba conmigo? Yo sabía que un encuentro con esos dos nunca terminaba bien, y me negaba a la idea de que Emma Hayes lo presenciara. Ya puestos, honestamente detestaba la idea de que cualquiera lo presenciara.

A las cinco con treinta me metí a duchar. Emma debería haber llegado media hora atrás, pero no lo había hecho aún. Mal comienzo.

Estaba todavía duchándome cuando oí el timbre sonar por primera vez. Una vez más. Y otra.

Cerré los ojos un minuto más bajo la regadera, dejando que el agua tibia recorriera mi cuerpo. Con un suspiro cerré el paso del agua, tomé la toalla para secarme y luego la envolví alrededor de mi cintura. Colgué de mi hombro izquierdo una toalla más pequeña, cubriendo la tinta que tenía grabada en ese lado de mi pecho, y me dirigí a la puerta.

Al abrir para recibirla, me encontré con la sorpresa de que ella ya caminaba de regreso al ascensor.

—¿Adónde vas?

Se detuvo, tensándose, al oírme llamarla. Noté que sujetaba con más fuerza de la necesaria la percha del traje que había recogido en la tintorería, mientras que su otra mano se apretaba en un puño.

Le tomó un largo minuto girar sobre sus pies y darme la cara. Regresó hasta a mí en silencio y, cuando levantó la mirada para decirme algo, su boca colgó abierta.

¿Qué carajos?

Emma apretó los labios y apartó la mirada con incomodidad. Recordé que solo llevaba encima una toalla y pensé que quizás ese era el motivo de su reacción. Entrecerré los ojos y ladeé la cabeza mientras la estudiaba. ¿Estaba ella avergonzándose ahora mismo por mi falta de ropa? El sonrojo que cubría sus mejillas me indicaba que sí.

—Entra y espérame en la sala de estar —dije, frunciéndole el ceño. Di la vuelta y regresé dentro, dejando la puerta abierta para ella. La oí cerrarla cuando yo entraba, al mismo tiempo, a mi habitación.

Me puse unos pantalones de chándal y la primera camiseta que alcancé en el armario. Cuando salí, ya vestido, encontré a Emma contemplando todo con minucioso detalle. Joder. No me gustaba que lo hiciera, pero estaba dispuesto a soportarlo si eso serviría para librarme pronto de ella.

Emma había extendido la bolsa de la tintorería a lo largo del sofá y se hallaba sentada en una esquinita del mismo. Todavía sin notarme, su mirada cayó en el portarretratos que estaba en la mesita de centro, lo que me hizo fruncir el ceño sin poder evitarlo. Esa era la clase de cosas privadas que no quería compartir con extraños como ella.

—¿Qué estás husmeando tan descaradamente?

Se puso de pie al acto y yo me acerqué a ella. Su respuesta inmediata fue alejarse, atravesando la sala de estar para situarse al otro lado del sofá, como si de esa forma pudiera ponerse a salvo de mí.

—La decoración... —balbuceó, parpadeando—. Me gusta la decoración.

Claro, porque era la decoración lo que veía en ese portarretratos. Mis labios se apretaron en una fina línea.

—Qué sorpresa. No pensé que alguien como tú se fijaría en ese tipo de detalles —dije con ironía. Por la mueca de indignación que esbozó supe que mi comentario no le había hecho feliz. Bueno, no lo dije para contentarla, de todos modos.

—Ahora ves que te equivocas —murmuró—. «Alguien como yo», lo que sea que eso signifique, sí se fija en estas cosas. Y te diré que, aunque el estilo es elegante, definitivamente hay algo que ni tú ni todo tu dinero pueden comprar para este lugar.

Rodé los ojos sin proponérmelo.

—Ah, ¿sí? Pues de la forma en que yo lo veo no hay nada que falte aquí. Este lugar es perfecto.

—Exacto —me dio la razón mientras una sonrisa de suficiencia curvaba sus labios—. Es tan perfecto que no tiene ningún tipo de calidez. No se siente como un hogar, tu casa se siente tan vacía como lo es de elegante... Provoca escalofríos.

Emma se frotó los brazos para enfatizar lo último que dijo y mi mandíbula se apretó con fuerza. Odié que lo que había dicho se sintiera real, como si ella estuviera viendo a través de mí. A excepción de Marie, no había nada cálido en este lugar, ni en mí, desde hacía bastante tiempo. Odiaba pensar en ello... detesté a Emma por recordármelo.

—Es una lástima que no estés aquí para decir una mierda sobre mi casa, ¿verdad? Cuando requiera tu opinión te lo haré saber, mientras tanto puedes reservarte tus comentarios.

Sus labios se crisparon en una mueca y mis ojos cayeron en la bolsa de la tintorería que estaba en el sofá. Me acerqué a tomarla, porque ya era tarde y debía comenzar a alistarme, pero Emma se me adelantó, poniéndola fuera de mi alcance.

Le lancé una mirada adusta, ella sonrió vacilante.

—¿Ahora qué? —dije—. ¿Primero llegas tarde y ahora no quieres darme mis cosas?

—Sí, bueno... —Inhaló profusamente y se mordió los labios—. No llegué tarde por gusto, ¿sabes? Tuve que ir primero a la tintorería y no es como que tenga un auto para moverme. Y tu casa no está precisamente en un lugar al que se llegue fácilmente, caminé bastante desde la estación del metro hasta aquí. ¿Qué pasa contigo que no eres como los otros famosos viviendo en barrios como el Upper East Side, SoHo, Tribeca o algo por el estilo?



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En el texto hay: badboy, música, romance

Editado: 27.03.2020

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