Definitivamente no el chico bueno

CAPÍTULO 8

JAMES

No podía presumir de tener siempre la razón pero, por desgracia, esta vez la tenía. Tal como predije, esta estaba siendo una noche de mierda. Inconscientemente esbocé una mueca, y Mike me hizo una seña para recordarme que estaba frente a las cámaras. Y frente a las cámaras debía sonreír como un feliz idiota sin problemas, no fruncir el ceño como alguien que preferiría no estar en ese lugar, lo cual era verdad.

Me aclaré la garganta e hice lo que me correspondía, saludando al periodista que cubría el evento. Por suerte Claude Bonham tenía bien controlada la situación con los medios, no había un caos desordenado de gente lanzándonos mil preguntas al mismo tiempo y tomándonos fotos sin parar, y tampoco estaban las fanáticas apiñándose a los alrededores, gritando y empujándose para llegar más cerca de nosotros. Por ese lado tenía que reconocer que el hombre había hecho un buen trabajo.

Cuando las preguntas terminaron y nos despedimos de la prensa, Mike nos dirigió al lugar que nos correspondía entre los invitados. Nos detuvimos cerca de la entrada principal, donde se había colocado el enorme listón que debíamos cortar. Honestamente, yo solo deseaba que todo el protocolo terminara ya para poder entrar al maldito restaurante, quedarme el tiempo necesario para no parecer maleducado y luego ir a casa.

Pellizqué el puente de mi nariz con disimulo cuando Claude apareció con su familia y comenzó a dar un aburrido discurso sobre el sueño que representaba para él este restaurante.

Joder. Ver a Ava y Sadie Bonham a su lado me recordó que Kaylee Johnson también se encontraba cerca, y un encuentro con Kaylee era lo menos que necesitaba en estos momentos. En realidad, ningún momento era bueno para encontrarme con ella. Estaba loca, me llamaba «bebé» y me perseguía diciendo mierdas sobre ser mi futura esposa. Al principio era gracioso, pero luego se volvió exasperante.

El protocolo de inauguración fue conciso y eso sin duda me reconfortó un poco. A las ocho y media ya habíamos cortado el listón, tomado las fotos del recuerdo y se nos había invitado a pasar a probar las delicias preparadas por el renombrado chef que Bonham había contratado.

—¿Qué mierda ocurre con tu cara? —dijo Logan, llamando mi atención.

Él estaba mirándome con el ceño fruncido. Los dos, junto con Blake y Mike, estábamos sentados a una mesa y nos acababan de llevar la carta. Eric y Carter, por otro lado, habían dicho que querían comer en la segunda planta, así que era allí donde se encontraban.

—Es raro que las Johnson no hayan aparecido todavía —respondí, mordiendo mi labio inferior. Eso me preocupaba. Esperaba que Kaylee no fuera a aparecerse con alguna locura como traer un juez y venir vestida de novia. Nunca había llegado tan lejos pero, infiernos, podía ser capaz.

—Mierda, las Johnson… Haley —Logan se mordió los labios.

—Logan —dijo Mike en tono de advertencia, con ojos entornados—. Mucho cuidado, idiota.

—Seamos sinceros —replicó el rubio, chasqueando la lengua y echándose para atrás en su silla—, si no fuera porque es sobrina de Daniel y él la añadió a la lista de las intocables, y amenazó con colgar de las bolas al que se atreviera a lastimarla, no creo que me hubiese quedado solo a apreciarla de lejos durante todos estos años. Ella y Kaylee están buenas. Muy buenas.

Logan tenía un punto ahí, las sobrinas de Daniel eran realmente guapas. Pero ni porque fuera la mujer más bella sobre la tierra me enredaría con Kaylee Johnson. No estaba tan loco.

Logan le decía algo a Blake sobre el mismo tema y yo dejé de prestar atención a la conversación entre ambos cuando capté, subiendo las escaleras rumbo al segundo piso, a Lia y a la que estaba muy seguro de que era Emma Hayes, mi actual asistenta. Pero no era la Emma de vaqueros, tenis y cárdigan celeste que recordaba haber visto más temprano en mi apartamento.

—Vaya… —dijo Logan—. ¿Quién es esa que está con nuestra Grinch?

Fruncí el ceño.

—Mi nueva asistenta —respondí, observando cómo ellas se perdían escaleras arriba; los ojos color esmeralda de Logan también siguieron a las chicas—. No sé qué mierda hace aquí.

No era que ella no pudiera visitar un sitio como este, pero tenía entendido que la noche de hoy solo se podía acceder con invitación y conseguir una no debía ser cosa fácil. Mike echó un vistazo al camino que las chicas habían tomado y le dio un trago a su copa.

—Claude me dio una invitación extra y yo se la di a Lia para que viniera con Emma —explicó.

Entorné los ojos y lo estudié con detenimiento.

—Pero ellas ni siquiera se conocen —señalé—. Emma recién empezó a trabajar ayer.

Mike asintió, haciendo florituras en el aire con la mano con la que sostenía su copa.

—Por eso mismo. ¿Qué mejor que ella se sienta bien recibida en un cálido ambiente laboral? Es bueno que se amigue con Lia. Sí, ellas deben ser amigas. Quiero que Emma esté tan cómoda y feliz en este trabajo como sea posible... Espero que tú la estés tratando bien. —Me dio una mirada de advertencia, por lo que enarqué una ceja—. Y, además, es bueno para Lia. Ella se la pasa siempre con Carter, Allen o Jackson, le viene bien hacer más amigas como Emma.

Estudié a Michael con la mirada, pensativo, hasta incomodarle. ¿Por qué tanto interés en Emma? Lo de Lia podía entenderlo, ella era hija de uno de sus mejores amigos, o algo parecido, pero lo de mi asistenta era un caso aparte.

Logan sacudió la mano frente a mi cara, llamando mi atención. Fruncí el ceño y le indiqué que hablara con un movimiento de cabeza.

—¿Entonces esa era tu nueva asistenta?

—Lo es —afirmé, dándole una mirada cautelosa.

—Pues ellas dos lucen jodidamente bien esta noche, ¿eh? —comentó Blake de forma apreciativa con una media sonrisa, pasando una mano por su oscura cabellera. A pesar del tiempo que llevaba viviendo en Nueva York, su acento canadiense todavía podía percibirse.



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En el texto hay: badboy, música, romance

Editado: 27.03.2020

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