Definitivamente, no seremos ese Cliché

12 Sombras del pasado.

—¿Cómo lo superaste? —me pregunta Raymond y yo enarco una ceja en su dirección porque no entiendo su pregunta— Lo que sucedió con Mike. ¿Cómo lo superaste?

A mí siempre me ha gustado leer y recuerdo que fui a la librería más cercana en busca de libros que me indicaran como se supone que debía continuar después de lo que sucedió, porque yo no tenía idea de cómo hacerlo. Quería saber si existía un manual, algo que me sirviera como guía para empezar a superar aquel rompimiento, pero no encontré lo que estaba buscando y casi todos los libros decían lo mismo: cada uno supera las cosas a su propio tiempo y que no debemos intentar agilitar nuestro proceso de sanación. Que duela lo que tenga que doler. Pero cuando uno tiene el corazón roto, no encuentra consuelo en eso, porque lo único que queremos es que deje de dolor en ese momento.

Pero el dolor se mantuvo por mucho tiempo y a veces, aun duele.

—No lo sé, exactamente no te podría decir que me hizo superarlo, solo sé que un día me desperté y seguí mi día sin pensar en Mike o en lo que había sucedido, que otro día alguien mencionó su nombre y no me dolió o me trajo malos recuerdos. Que días después de eso lo vi caminando en la acera y el dolor no me paralizó, que cuando los vi juntos no pensé en lo que Mike y yo pudimos ser. Un día simplemente dejó de doler y yo dejé de estar enamorada de él.

Por supuesto, eso no sucedió un par de días después, ni siquiera en un par de semanas, no, fue algo que me llevo tiempo, un proceso largo.

Pero nada fue igual después de eso, yo cambié, eso es obvio. Lo que también es obvio para todos y que comentan cuando creen que no los puedo escuchar, es que, desde mi relación con Mike, no he tenido ninguna relación seria, que no me esfuerzo por mantener una relación y ahora, incluso me he dejado de esforzar por conseguir citas. Por supuesto que yo me pregunto la razón de porque hago eso, y la respuesta es que me da miedo. Temo volver a pasar por lo mismo, ha llegar tarde a la vida de alguien y ser solo la segunda opción. Pero lo que más me asusta, es estar junto a una persona que ama alguien más y nunca saberlo, porque eso es lo que me sucedió con Mike y lo peor, es que yo pude llegar a pasar mi vida con él y jamás hubiera sabido que siempre había amado a Tracy.

—Tú, ¿has tenido alguna relación después de la muerte de tu prometida?

Raymond hace un momento me describió a Verónica, dijo que era alta, de liso cabello rubio y hermosos ojos azules. Que era la mujer más hermosa que él había conocido y que quedó fascinado con ella desde que la vio. Él también me dijo que ella era relacionista publica y el laboratorio la contrato para una gala que estaba preparando, que así fue como se conocieron.

El dolor que sus palabras trasmitían cuando hablaba de ella, se podía palpar en el aire.

—No, nadie.

Esa no era la respuesta que yo esperaba.

—¿Nadie? ¿En serio? No me refiero algo serio, hablo de relaciones casuales o reuniones para satisfacer algunos impulsos biológicos.

Sin darme cuenta, me he inclinado un poco en su dirección, como si lo que le estoy diciendo no debería ser escuchado por nadie más que él, a pesar que somos los únicos que estamos aquí en mi apartamento.

No puedo asegurarlo por completo, pero estoy casi segura que sus ojos verdes se han oscurecido un poco.

—No, Nea, no habido nadie después de Verónica.

—¿Por qué?

Su postura cambia un poco, aquel sutil cambio casi pasaría desapercibido para mí, si no lo estuviera mirando tan atentamente como lo estoy haciendo.

—Encontré el amor de mi vida y lo perdí, no le veo sentido a enamorarme de alguien más, ha estar con alguien más—responde el—. Por eso tengo tres reglas en mi vida: 1. No me voy a enamorar de nadie 2. No voy a tener sexo con nadie 3. No voy a besar a nadie.

—¿No quieres volver a enamorarte?

—No.

Si el ambiente fuera menos tenso o serio, le diría que sus palabras suenan igual a lo que diría el hombre en una historia cliché donde al final se termina enamorando de la protagonista y son felices por siempre. Pero la forma en que dice aquello, no me permite tomar a la ligera la situación, tampoco le digo que no es bueno lo que está haciendo, porque ¿quién soy yo para opinar sobre la forma en que alguien quiere vivir su vida? Si Raymond no quiere enamorarse o estar con nadie por respeto a la memoria de Verónica, es decisión de él.

Sinceramente yo no sé qué haría en su situación. Él debió amar mucho a Verónica y aún debe seguir amándola si está dispuesto a no volverse a enamorar.

—No quiero amar, besar o tener relaciones con nadie más porque siento que estaría traicionando su memoria y el amor que nos teníamos. De todas formas, estoy bien como estoy.

Él está enamorado de un fantasma y no hay nadie tan fuerte como para resistir luchar contra eso, porque al final, ya sabemos quién va a ganar. Pienso que hizo bien en advertirme que no debía enamorarme de él, que no ponga mi corazón en sus manos porque Raymond no va a saber qué hacer con mi corazón y, además, en sus manos ya no hay espacio, porque están ocupadas cargando el recuerdo de una persona que nunca va a regresar.

—Es extraño encontrar una persona que renuncie voluntariamente al sexo. Es una necesidad biológica, como comer o dormir. ¿Cómo te resistes cuando tus hormonas te controlan? Estoy segura que eso sucede, que a veces tus hormonas se alborotan y te hacen anhelar estar con alguien, tener un cuerpo cálido a tu lado.

—El problema es, que a quien yo deseo, no esta y no tengo ganas de perder mi tiempo con nadie más.

Él suena muy seguro, cada una de sus palabras derrocha seguridad y yo me convenzo que es así, que Raymond no va por la vida esperando encontrar alguien que le haga olvidar a Verónica, porque simple y llanamente, él no la quiere olvidar.

—¿Qué piensas que haría ella en tu situación?




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