Definitivamente, no seremos ese Cliché

13 El recuerdo de lo que ya no existe

Hay una famosa enseñanza que uno de los escribas, en el palacio de Nefertari, da a los jóvenes: “Toma esposa cuando seas joven, para que te dé un hijo. Debe engendrar para ti mientras eres joven, el mundo debe ser poblado. El hombre con una gran familia es feliz, se le admira por su descendencia”. Como este consejo, hay muchos otros y, por supuesto, dicho consejo no es muy útil en la actualidad, pese a esto, es algo que encierra parte del pensamiento de los habitantes del antiguo Egipto, y es ahí donde recae su importancia para quienes estudiamos egiptología.

Al igual que ahora, en el antiguo Egipto el matrimonio se simbolizaba con la entrega de un anillo, que representaba la eternidad.

—Me estoy haciendo viejo por la espera, Nea—grita Raymond desde la sala.

Yo tomo aire y me doy una mirada en el espejo de cuerpo entero. Observo mi vestido color beige con brillos que resaltan mi piel morena. El vestido no tiene mangas, pero si posee un hermoso escote en mi espalda y mi pierna derecha queda descubierta. La parte de arriba, del corpiño, se ajusta completamente a mi figura.

Mi cabello está liso y recogido en una elegante coleta alta con dos mechones que caen frente a mi cara. Mis aretes son de oro blanco, en un diseño largo y fino. Me los regalo Andrea en Navidad.

—Atenea, vamos a llegar tarde.

Tomo los zapatos que van acorde con mi vestido y me los pongo antes de tomar mi labial y guardarlo en mi bolso. Tomo el abrigo que dejé listo sobre mi cama y salgo casi corriendo por el pasillo, porque Raymond tiene razón, vamos a llegar tarde.

—¿Cómo me veo? —le pregunto.

Le entrego mi collar que hace juego con los aretes y me giro para que él lo coloque alrededor de mi cuello.

—Mal, muy mal, Dra. Montenegro.

Sus dedos rozan mi hombro cuando termina de abrochar el collar y yo saco el pequeño espejo que tengo en mi bolso para mirarme una vez más.

Suspiro y miro molesta a Raymond, que me está mirando con una sonrisa en su cara.

—No es gracioso, tengo que verme bien, debo verme hermosa—le digo. Paso con cuidado mis dedos por mi cabello que me costó mucho peinar—¿Sabes el tiempo que pasé peinando mi cabello para que se vea así? Tiene que lucir perfecto.

Cierro el espejo y lo vuelvo a guardar en mi pequeño bolso dorado.

—¿Por qué tu cabello se debe ver perfecto?

Él me ayuda a ponerme mi abrigo y abre la puerta de mi apartamento para que podamos dirigirnos a su auto.

—Raymond, soy la ex novia y eso TODOS lo saben, van a estar como buitres mirándome y lo sé porque esos buitres son mi familia, los conozco. Si ellos notan alguna pequeña falla en mí, van atacar ese error sin piedad.

Ya puedo imaginar la mirada de pena, la falsa muestra de simpatía y las palabras condescendientes que me darán si me ven flaquear.

—La cuestión es que ellos creen que soy infeliz porque aún no estoy casada y más aún, porque mi ex se casa antes que yo con nada más y nada menos que mi prima.

Es más que obvio que van a estar listos para criticar cualquier cosa que yo haga, sin importar si está bien o está mal.

—¿Eres infeliz, kardia mou?

¿Kardia mou? Eso quiere decir mi corazón, en griego y la forma en que lo dice me saca una sonrisa casi de forma involuntaria. Porque lo dice de una forma sutil y dulce al mismo tiempo, las palabras salen de sus labios con naturalidad, como si fuera algo que me lleva diciendo por años.

—No, no lo soy, pero no importa cuantas veces se los repita, ellos no me escuchan.

—No tienes que demostrarle nada a nadie, Nea.

Cuando estamos en el auto camino a la boda un par de recuerdos vienen a mi mente y quiero alejarlos, pero ellos extienden sus garras y se aferran con fuerza, sin dejarme otra alternativa que recordar, a pesar que lo único que quiero hacer es olvidar y dejar atrás toda mi historia con Mike.

Dejo aquel recuerdo a un lado y miro a mi alrededor pensando que sí, que era muy pronto para que él diga eso. Que cuando lo nuestro terminó, me sentí herida y molesta, porque se supone que él me conocía, yo le conté sobre mis miedos e inseguridades, en como las personas nunca me ponen primero y nunca se esfuerzan por mantenerme en su vida y yo creía que Mike sería diferente, que él no me lastimaría. Mike pudo terminar nuestra relación de tantas formas diferentes cuando descubrió que no me amaba, pero decidió seguir junto a mí, decidió dejar que yo me siga ilusionando con un futuro que no teníamos o en el peor de los casos, me estaba condenando a estar al lado de una persona que no me amaba y para la cual jamás seria su primera y única opción.

Él me dejó soñar con una vida donde la soledad era solo una vieja amiga, y los silencios eran llenados con risas y alegría. Mike me dejó soñar con finales perfectos, y creo que eso es lo que más me duele de toda esta situación, que me arrebataron, una vez más mis sueños y yo no pude hacer nada al respecto.

Fui la primera en decir te quiero, él lo dijo después de mí y en ese momento me sentí dichosa y la mujer más feliz de la tierra, pero ahora al regresar a ese momento, pienso que tal vez Mike solo me dijo te quiero, porque yo lo había dicho primero y se sintió presionado, pero que, en el fondo, no sentía eso por mí.

¿Cómo podía amarme si ya estaba enamorado de Tracy? Es por ese hecho que cada risa, cada conversación, promesa o muestra de afecto, se ve opacado y empañado, porque no importa lo que hubiera dicho o hecho, él siempre estuvo enamorado de alguien más, entonces, cualquier relación que nosotros pudimos intentar construir, se hubiera derrumbado tarde o temprano, porque sus esfuerzos no estaban en sostener lo nuestro, si no en cuidar a alguien más.

—¿Estas bien, kardia mou?

Le dedico una media sonrisa mientras muevo mi cabeza en un leve asentamiento.

—Me gusta que me digas así.




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