Definitivamente, para Siempre (bilogía Para Siempre) Libro 2

CAPÍTULO 15

No quise salir de inmediato, tuve que darme un tiempo para pensar cómo actuar antes de que me viera; su reacción espontánea al verme nos delataría. No estaba seguro de ello, pero tampoco podía negar la posibilidad.

Aunque realmente no sabía por qué quería proteger a Amalia incluso con todo lo que me estaba haciendo; no quería causarle un daño con Brian, lo mejor que podía hacer era desaparecer de su vida y esto sería solo una mala anécdota para recordar.

—Ven Lucas, seguramente conoces a la mamá de Amalia —invitó Brian antes de bajar del auto.

Tomé aire y abrí la puerta con una parsimonia agonizante.

Vi la mirada de Amalia encontrarse con la mía, un poco asustada, antes de serenarse y sonreír como si nada.

—¡Oh! Madre, casi olvidaba decirte, mira quién está de visita.

La madre de Amalia seguía siendo tan hermosa como la recordaba, aunque un par más de arrugas adornaban su rostro, la elegancia y la imponente presencia de la señora, seguían estando allí.

Su cara se descompuso en una “o” de sorpresa al verme ahí.

—¿¡Lucas!? Pero, tú… qué… ¿Qué estás haciendo aquí? No me digas que…

Dejó la frase al aire porque, muy al igual que su hija, era una mujer bastante prudente. Le dio un rápido vistazo a Brian y luego a su hija y entonces sonrió y me miró con… ¿pena?, esperaba que no fuera eso.

—Sí, estoy de vacaciones y quise pasar a ver a una vieja amiga. —Sentí un sabor amargo en la boca solo por decir eso.

—¡Oh! Que chiquito es el mundo, ¿no creen?

Amalia y yo soltamos una carcajada bastante extraña, la madre siguió la risa, aunque ninguno se estaba riendo de verdad; excepto Brian, por supuesto.

—Sí, pero mañana me iré —aclaré.

No quería decirles que me iba a ir, quería que fuera algo sorpresivo, así no tendrían la oportunidad de detenerme, pero con su madre dentro de la jugada, no había posibilidades de que me lo impidieran.

—¿Tan pronto? ¿No habías dicho que estarías unas semanas? —El tono de decepción en la voz de Brian fue bastante obvio.

—Sí, pero mi manager me ha llamado y debo volver.

Una mentirilla blanca no le haría daño a nadie, no más del que ya había causado; esperaba.

—Es una lástima, ¿no crees hija?

—Sí, lo es. —No dejaba de mirarme a los ojos ni yo a ella, su madre cortó la conexión entre los dos.

—Bueno, supongo que te tienes que ir entonces.

—Así es. Brian, ¿me llevas hasta el hotel? —pregunté.

Él asintió y se subió de una vez al auto, luego entré yo, y esperaba que se subieran las mujeres, pero eso no pasaba.

—Vayan ustedes, Amalia y yo tenemos mucho de qué hablar, no nos vemos hace un tiempo —sentenció.

—Está bien, pero si quiera déjeme llevar sus maletas —pidió Brian. Volvió a bajarse del auto y metió las valijas en la parte de atrás.

Nos despedimos con la mano, me quedé mirando atrás hasta que ya no pude ver más su silueta. A pesar de todo, me habría gustado despedirme de otra manera, pero el destino parecía empeñado en hacernos decir adiós de manera apresurada.

Contrario a lo que me esperaba, Brian estuvo callado casi todo el viaje, pensaba que se iba a mantener así pero poco antes de llegar, habló.

—Tremenda sorpresa se llevó la mamá de Amalia cuando te vio ¿ah?

—Cualquiera se hubiera sorprendido —admití sin darle demasiada importancia.

—¿Se conocen desde hace mucho? —me miró por el retrovisor, se veía más serio que desde que lo había conocido.

—No tanto en realidad, ella se vino para acá solo un año después de habernos conocido.

—Oh.

No eran ideas mías, este tipo definitivamente estaba intentando atar cabos; y es que si no se daba cuenta era muy tonto, y siendo un científico y biólogo; no podía ser tal cosa.

—Sabes, nunca me cuenta de su pasado, solo lo necesario. Cuando la conocí siempre veía a tu equipo jugar por televisión. Es tan raro que no me contara de ti.




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