Definitivamente, para Siempre (bilogía Para Siempre) Libro 2

CAPÍTULO 39

AMALIA

 

Dos meses habían pasado desde la muerte de mi padre, y me sentía mucho mejor que al principio.

Había vuelto a la rutina del trabajo, Lucas había sido nombrado titular, y estaba arrasando en la temporada. No había perdido ni un solo partido desde que estaba en ese puesto y eso nos tenía a los dos muy contentos.

Por otro lado, un nuevo factor se había agregado a la ecuación, pues no era mentira que Brian había sido transferido a Carolina.

Cuando se apareció ese día en la puerta de mi casa, a casi dos días de la muerte de mi padre, me quedé en shock. Lucas tenía mucha razón en sentir celos, pues parte de los motivos de que él estuviera ahí, era yo.

Desafortunadamente para Brian, yo ya no sentía nada por él. Lo quería como un amigo, pero hasta ahí se limitaba mi cariño, y no importaba cuanto insistiera, eso no iba a suceder jamás.

Me sentí muy incómoda cuando supe que tendría que verlo todos los días en el trabajo, por suerte el se había mudado para el lado de la ciudad donde estaba el acuario, así que solo tendría que verlo en las horas laborales.

Creía que iba a ser un suplicio tener que estarlo rechazando a cada rato, pero, mi intuición de mujer jamás fallaba. Sabía que él y Sam eran perfectos el uno para el otro, solo que no creí que fuera tanto.

A penas los presenté, hicieron clic.

Sam había quedado encantada con él y me di cuenta que rápidamente Brian cambió su interés por mí, hacia ella.

Me aliviaba saber eso, y aunque todavía no intentaban nada, sabía que la química entre los dos era innegable.

Sin embargo, Lucas seguía sintiendo celos de Brian como el primer día, y de vez en cuando era algo tierno, pero a veces se tornaba fastidioso.

—Deberíamos invitarlos a salir, Sam, Brian tú y yo —comencé—, así te darías cuenta de que él ya no está interesado en mí.

—No quiero que esté cerca de ti en ningún momento, ya tengo que tolerar que trabajen juntos. —Se quejó.

—Amor, por favor —supliqué.

Adoraba los pucheros de niño que hacía cada vez que se acordaba de él.

—¿Cómo no va a estar interesado en ti? Eres perfecta.

—No lo soy, y en serio, debes tener mas seguridad en mí, ¿acaso no crees que te ame?

—Claro que lo creo, es en él en quien no confío.

Me tomó por la cadera y me alzó hasta quedar a su altura, abrazó con fuerza mi pequeño cuerpo y me acunó en su pecho. Correspondí a su abrazo con la misma fuerza y cerré los ojos, dejándome llevar por el cúmulo de sensaciones que me producían sus abrazos.

Estar así me hacía sentir en las nubes, él era mi droga, y estaba dispuesta a ser adicta a él para siempre.

—Te amo, tonto —susurré en su oído.

—Yo te amo más, mucho más.

Me bajó al suelo de nuevo y me quejé, no quería que dejara de abrazarme. Él se echó a reír.

»Sabes que debo irme ya.

—Se acerca el último partido ¿cierto? Si ganan este, pasarán a los play off —afirmé.

—Sí, y no sabes lo nervioso que estoy, no quiero centrarme en los resultados de los demás, debo llevar al equipo hasta el final.

Desde que Lucas jugaba como titular, había estado mucho más involucrada en su trabajo, siempre que podía iba a verlo a los partidos, y de vez en cuando; —cuando no era una práctica cerrada—, lo acompañaba a entrenar.

—Todo va a salir bien, sé que lo lograrás, igual que con todos los demás. Oye, ¿por qué no invitamos a Sam y a Brian al partido?

Enarcó una ceja y luego frunció el ceño.

—¿En serio?

—Es que quiero que veas que realmente no tienes que sentir celos de él.

—Está bien —dijo rindiéndose—. Que venga.

Le di un beso y sonreí triunfante, era mi oportunidad para hacer que esos dos finalmente se juntaran.

Lucas se fue a su práctica, y yo a mi trabajo.

En cuanto les di la invitación al partido, no supe cual de los dos estaba más emocionado. Ambos eran acérrimos fans a ese deporte.




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