Definitive World Iv: Días cuentos cortos

Mundo 83

El mundo infrahumano

20 de diciembre del 2055

Los ruidos en las catacumbas resonaban por kilómetros en la red interminable de túneles que existía, nunca nadie ha encontrado la superficie o siquiera un rastro de que exista, la luz en este mundo está dominada por plantas y animales fluorescentes en algunos casos en otros está regida por la luz que emana el magma. El mundo se encuentra lleno de seres babosos, rastreros y horripilantes, que se llevan a sus víctimas en la inmensa oscuridad de este mundo.

La luz amarilla de un girasol de las praderas de Heralt, era lo único que alumbraba el camino de Patty Meza, su altura no llegaba a más de los ciento sesenta centímetros, la espada corta a un costado mostraba la experiencia en casería subterránea, utilizaba su mano derecha para iluminar el camino mientras que la derecha estaba todo el tiempo en el polo de su arma, su armadura era un vestido de cuero verde con escamas brillantes de un color plata, sus hombreras eran ligeras y cubrían los flancos de su cuello, sus botas tenían una impermeabilidad total. Su rostro aparentaba una edad muy inferior a la que era, un sutil brillo en sus labios reflejaba perfectamente un baile tenue que siempre usaba. Había utilizado todo su tiempo en encontrar los cristales azules de la princesa Sefyl, quien cuenta la leyenda que eran tan abundantes como el agua en este mundo.

Los ríos de Saji estaban siempre llenos de babosas fluorescentes de un color azul, despidiendo un sudor del mismo color que en combinación con su forma daba la impresión de que el firmamento fuera reflejado en este río. Había recorrido el camino del arquitecto hasta llegar a una intercepción por los estrechos caminos de Richot, una red poco explorada por la delantera y los gremios grandes. Las enormes estalactitas y estalagmitas ya habían construido enormes pilares en los que tardabas algunos minutos en darle la vuelta, donde pequeñas criaturas perforaban para construir sus pequeños nidos.

Había escuchado rumores de que ángeles de la muerte estaban rondando los fríos y húmedos túneles de Richot, tan bien que asesinos se internaban buscando víctimas como carroñeros al observar una pequeña ráfaga de luz. Esos pensamientos atormentaban a Patty Meza, la idea de enfrentar a esos jugadores con los ojos rojos, con un aliento salvaje y una mirada perdida le causaba escalofríos, hacía temblar un poco sus piernas con el paso acelerado.

El sonido de los pasos de Patty era muy ruidoso, el río era el segundo sonido más fuerte. Al avanzar noto unos pequeños pasos a su alrededor, el gruñido de dientes salvajes se hizo notar. Se podía escuchar un sutil sonido de pasos.

—¿Quién anda ahí? —la voz de Patty Meza se escuchó como un chillido. Lo único que consiguió es que el ruido se hiciera más fuerte, el eco agudizaba cualquier tipo de ruido, se escuchando como un rugido.

Por poco y grita, un pequeño perro apareció en su rango de visión. Un pequeño Schnauzer con la mirada fruncida comenzó a avanzar con mucho orgullo, retando a quien se le pusiera enfrente.

—Hay desgraciado, me espantaste—Patty Meza camino con mucho cuidado para no espantar al pequeño perro, le lanzo un poco de comida, pero este sin cambios después de comerla siguió gruñendo—tranquilo amiguito, no te voy a hacer nada.

Tardó varios minutos en acercarse al pequeño perro, le entregó un gran pedazo de pan que había comprado en una tienda de segunda, en ese momento el pequeño cachorro se acercó, se dejó acariciar, cogió el pan y se marchó.

—Oye, espera—con mucha prisa Patty Meza siguió al perro, los pequeños túneles, los caminos estrechos y algunos lagos le dificulto el paso.

Pronto llegó a notar su pequeña cola moviéndose de un lado al otro, la luz de su girasol iluminó la pequeña cueva donde se refugiaba. Trato de darle una sonrisa para que no se espantara. El perro volvió a estar en guardia, gruño y ladro con toda su fuerza, lanzando mordidas tratando de que se alejara.

—Oye amiguito, ¿qué te pasa?

Al acercarse más, la luz de su girasol iluminó la profundidad de la cueva, una piel pegada a las falanges de cada uno de los dedos se movía en la penumbra, el hedor hasta ese momento se notó, una putrefacción penetró el fino olfato de Patty obligando a girar la cabeza. Tres cuerpos de niños se encontraban en esa cueva, la mirada hundida en las bóvedas auriculares de los niños mostraba que murieron por inanición, retrocedió unos pasos. Mientras que la luz cegaba a un niño que seguía con vida, tratando de levantar su esquelético brazo, sin fuerzas para hablar, inspirando un aliento pestilente.

Patty escuchó pasos a unos cuantos metros de ahí, levantó al niño en brazos esquivando las mordidas del pequeño perro, salió corriendo con todo el sigilo del mundo, causando que sus pasos se escucharon como pequeñas gotas de agua cayendo en un charco. El cachorro de Schnauze la siguió, haciendo un chillido de temor.

—Oye Killert7, mira lo que encontré.

—Por dios, es pestilente, rápido dame esa antorcha.

Sin dejar de correr Patty trato de voltear la mirada, pero el olor a carne putrefacta quemándose llegó antes que su voluntad se lo permitiera. Aumentó la velocidad, corrió como nunca podría correr en el mundo real sin la necesidad de usar un inhalador estorboso. No sé dio cuenta el tiempo que tardó, sólo siguió corriendo hasta que varios minutos después su resistencia no se lo permitió más.



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En el texto hay: ciencia ficcion, videojuegos, thriller

Editado: 27.10.2023

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