20 de enero del 2056
Mientas más sobrevivimos al juego, el juego se adaptaba mejor a nosotros.
— ¿Dónde estará el gremio? Dagresk.
—No lo sé. Tenían una misión de reconocimiento y dejaron la delantera. No tuvimos participación en la caída de este jefe.
—Ya veo—Elizabeth veía con burla a Dagresk, ella sabía exactamente la razón de que no quisiera participar en la caída de este jefe—te han dicho la forma del jefe de este piso, una combinación de garrapata, arácnido y mono. Nunca vieron algo similar los que lo enfrentaron. En la actualización del manual se puede ver una imagen increíblemente clara de cómo se veía. ¿No quieres verla?
Elizabeth acercó rápidamente el libro a su cara, un golpe en abanico se mostró como reflejo de tan invasiva muestra de afecto. Se escucho un objeto caer y salpicar con agua a su alrededor.
—¡Si ya lo sé¡, Escuché rumores antes de embarcarme.
—No tenías que ser tan grosero, tiraste el manual. Qué bueno que es digital y noble afecta el agua.
—Lo siento, ya sabes cómo me siento.
—Eso no debe ser razón para comportarte como lo hiciste, recuerdo cuando te petrificaste en el mundo 45. Si no mal recuerdo te salve de un golpe mortal.
De pronto Elizabeth se cruzó de brazos y empezó a refunfuñar de una manera tierna para su acompañante.
—No te preocupes Eli—Dagresk observo a Elizabeth con una profunda ternura, levanto su mano sin guante y trata de acariciar su rostro, el rostro se alejaba de la mano lo más rápido posible.
—No.
Se detiene en un veloz movimiento.
—Perdona.
—¿Perdona por qué?
—Por ser grosero hace rato.
—No te libraras tan fácil de esto sabes— Una sonrisa brota y se convierte en una carcajada, tan hermosa y contagiosa que Dagresk no puede evitar reír mientras se abrazan en una tenue luz de las antorchas.
—Te quiero mi pequeña princesa blanco.
Continuaron caminado por la compleja red de túneles, guiados por un mapa en neón el cual había sido liberado una actualización hace tan sólo doce horas atrás. Mostrando el camino hacia la salida.
La salida del mundo 83, ahora lo llaman la caverna 84, la salida es un agujero de un kilómetro de radio y una luz brillante que no permitía ver la salida por completo, solo podías escuchar la cascada caer y la humedad tocar tu piel erizando cada vellosidad.
El mundo virtual a recolectado las memorias de todos los jugadores, algunos de ellos blogueros que investigaban un producto más para sus televidentes, radio escuchas o lectores. Algunos de ellos habían viajado por todo el mundo, podían transmitir a cada jugador lo que sentían lo que olían, pero nunca podían transmitir ese sentimiento de inmensidad ante lo sublime.
Las aves parecían insectos voladores en el techo, tenías una sensación de vértigo y un sentimiento de vulnerabilidad ante las imponentes estructuras rocosas. A cada paso la salida se percataba un poco más lejana, la salida se hacía más grande pasando a una entrada de luz a convertirse en una caída de tres quilombearos, no me imagino algo igual en el mundo real, ese temblor en los pies al pasar por ese inmenso portal te hacía sentir que te desvanecías.
Al salir, la espesa capa de neblina mojaba tu ropa, un barranco se postraba enfrente de ti y una cordillera de montañas completamente verdes por la flora y la fauna, una red de puentes colgantes de madera y lianas estaban conectando ambos extremos. La cascada se escuchaba e imponía todo su rugido, tranquilizando hasta el jugador más impertinente, ponías tomarte un respiro en ese aire tan limpio y húmedo. La salida se empequeñecía al compararla con la montaña de donde provenía, desde su base no se podía percatar la punta, puesto que esta chocaba con las nubes, el tremendo flujo de agua alimentaba un complejo de cavernas que a su vez sumista a todo el inframundo.
Un lugar tan relajante. Me pregunto dónde está el jugador que visito estos lugares, ¿estará vivo?, ciertamente es muy poco probable que siquiera lo vea, la sensación de temblor en las manos al querer extender mis brazos para tocar un poco de esas cascadas tan lejanas, lo que ningún medio audiovisual había logrado es permitirnos sentir esa profundidad a los paisajes, hasta ahora. Estábamos por fin en el mundo 84, por mucho tiempo pensaba en los lugares que mi mente se transportaba cuando pasaba mi dedo de izquierda a derecha sobre una pantalla táctil, soñaba en verlos, en vivir un instante en esos mundos y ahora, esa sensación de ver, de sentir, de oler era la que atravesaba todo mi cuerpo, incluso la pesadez de mi cuerpo se percataba, el cansancio de mis piernas, la agitación de mi respiración con el viento frio. Sensaciones que nunca pasaron por mi mente como eran.
—Impresionante.
—No importa que tanto haya visto, este juego siempre tiene la manera de impresionarme.
—Debemos de reunirnos con la delantera.
—¿Ya te cansaste de estar sólo conmigo?
—Claro que no, pero tengo un mal resentimiento.
…
Cuahutle