Deidad Cupido

Capítulo 1

~ D-30 ~

Hanna.

Crecí siendo una niña linda y encantadora que a todos les gustaba. También me encantaban los cuentos de hadas que me leía mamá antes de dormir y ver películas con mucha magia que daban por la televisión. Yo vivía feliz y recibía mucho amor de mi madre y abuelos... pero todo se volvía oscuro y triste cuando papá llegaba.

Luego de cumplir mis 8 años, papá pasó de ser serio y tranquilo a convertirse en alguien muy frío y que no dejaba de gritarle a mamá. Una vez hasta empujó a mi abuela, que terminó en el suelo, cuando ella intentó detener su pelea porque yo estaba presente comiendo en el suelo ya que papá no permitía comer en los sillones y tampoco teníamos mesa. Ese día mi abuelo empujó a mi papá hasta que lo sacó de la casa. Cuando la pelea terminó, papá ya no estaba en casa y solo se escuchaba el llanto de mamá pidiendo perdón a mis abuelos, mi comida ya estaba fría pero me obligué a comer porque no quería ser una mala niña y causar problemas como papá. 

Muchos otros episodios parecidos sucedieron y mi abuelo largaba a mi papá de casa cada vez que las cosas se ponían más físicas; empujones, levantadas de mano, gritos demasiado altos. Papá no podía decirle nada a mi abuelo porque era su casa, no la de él.

Las cosas se complicaron cuando cumplí 9 años. Si debo describir ese año en una oración: Fue como hacerse tatuajes sin dejar que el anterior termine de sanar.

—¡Hansel, ya levántate, es Lunes, se te hace tarde! —le grito a mi hermano menor de 20 años, mientras le golpeo con una almohada.

Muchas personas practican boxeo para disminuir su estrés; yo golpeo a mi hermano todas las mañanas con una almohada para quitar mi estrés. Funciona de maravilla y, además, me divierto.

—¡No me llames Hansel, Haneul! —grita mientras trata de desenterrarse de las sábanas mientras también trata, miserablemente, de esquivar mis ataques mañaneros.

—¡Y tú no me llames Haneul, Hansel! —le grito de vuelta y le golpeo repetidas veces en la cabeza con la almohada como venganza.

—Ay, ya, ya, ay ¡Está bien, está bien! —grita y sale en cuatro patas de la cama hasta quedar en el suelo. Sonrió satisfecha, él me mira como si quisiera pulverizarme —En serio Hanna, ya deberías cambiar esta táctica para despertarme ¡Acepto hasta que me tires agua si quieres! —se queja y se frota los ojos hinchados mientras se pone de pie. Seguro se quedó jugando hasta tarde otra vez.

—Si hago eso yo seré la más afectada, ya que es a mí a quien le toca lavar las sábanas, ¿Por qué mejor no aprendes a utilizar tu celular, para algo que no sea jugar o ver porno, y colocas una alarma para despertarte solito? Ahorranos el sufrimiento a ambos.

Aunque él tenga 20 año y todavía sea inmaduro a ratos, le quiero mucho. Hemos pasado por cosas no tan lindas juntos, tuvimos que aprender a cuidarnos entre nosotros porque nadie más lo hizo, hasta que Nicholas apareció. Aunque nos hagamos bromas con frecuencia, siempre estamos ahí para proteger y cuidar del otro en cualquier momento o situación. Por mucho que él sea insoportable a veces, o yo lo sea para él, también sabemos que no nos imaginamos una vida sin ser hermanos.

—Vale, lo intentaré, pero solo si dejas de llamarme Hansel, sabes que no me gusta ese nombre —hace una mueca y yo volteo los ojos. Aquí vamos de nuevo.

—Ese es tu nombre —le respondo y dejo en su cama la almohada que había cogido para despertarlo.

—Error. —refuta —Mi nombre real es Hajoon, Kim Hajoon, y tú eres Kim Haneul. Mamá nos puso esos nombres y a mí me gustan mucho. Quiero que dejes de llamarme Hansel, ni siquiera en la escuela me llaman así, incluso ellos ya me dicen Hajoon —dice exasperado —¿Sabes lo que me costó que dejaran de llamarme así para que no me molestaran más con el cuento de Hansel y Gretel? —niega con la cabeza con pesar y lanza un suspiro dramático.

—Ese cuento te gustaba mucho de niño, por eso mamá te puso Hansel para que fuera tu nombre extranjero. —le digo y le doy una palmada en la cabeza —Actualmente las películas inspiradas en ese cuento son muy interesantes y algunas llenas de pelea, como los juegos que te gustan.

—Pero las personas no piensan en esas películas cuando escuchan el nombre Hansel —hace un puchero y no me resisto de apretar sus mejillas hasta que su boca quede como la de un pescado. Se queja y lo suelto mientras río.

—Vale, te llamaré Hajoon pero te seguiré llamando Hansel cada vez que no me hagas caso, no me importa si estamos en público o tus amigos estén presentes —le amenazo poniendo mis manos en mi cintura. Asiente repetidas veces con una expresión de horror en la cara. —También quiero que me llames Hanna —le digo y me dirijo hacia la puerta para irme.

—Todavía no entiendo por qué no te gusta que te llame por tu nombre coreano, sé que lo cambiamos para "encajar" —me detengo y volteo cuando hace comillas con los dedos —pero... ¿Acaso no te gusta el nombre que te puso mamá?

Me tenso involuntariamente pero trato de ocultarlo con una sonrisa falsa, muy bien ensayada frente al espejo desde hace años, para que no note mi incomodidad.

No me gusta ese nombre porque mamá no me lo puso. Pienso, pero no lo digo.

—No es eso. —le respondo como si eso fuera algo absurdo —Es que ya me acostumbré a que me digan Hanna, me siento extraña si me llaman de otra forma. —me encojo de hombros para restarle importancia. Procesa mis palabras y asiente lentamente, aprobandolo.

—Vale. Entonces tú llámame Hajoon y yo te llamaré Hanna —acepta y yo suspiro de alivio interiormente. Asiento con la cabeza y salgo de su habitación, sin no antes recordarle que se aliste rápido para que pueda comer antes de ir a la universidad.

Otro día más sobreviví a Han... digo, Hajoon, y su constante necesidad de hablar sobre mamá y el pasado. ¿Sería una mala hermana si le digo que ya no quiero hablar más sobre ella o el pasado? Seguramente sí, ya que no tiene a nadie con quien más hablar y desahogarse sobre ello. Él no tiene la culpa de mis cicatrices y resentimientos. Aunque es cierto que pasamos por momentos difíciles juntos, él tiene mejores y más lindos recuerdos que los míos. Él no tiene porqué alejarse de mamá y sus recuerdos bonitos de ella, por mí. Sería muy egoísta de mi parte.




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