Deidad Cupido

Capítulo 20

~ D-14 ~

Cupido D4.

Habían pasado 2 días desde que me desmayé en el apartamento de B1. Estuve inconsciente y en modo "bello durmiente" por 48 horas. No voy a mentir, escucharla decir el tiempo que pasé dormido me abrumó un poco. Jamás hemos sabido de un Cupido que permaneciera en un profundo sueño por horas o se haya desmayado.

No nos enfermamos. Somos inmortales practicamente. Solo sentimos un ligero dolor si somos golpeados por algo o alguien pero casi podría apostar que no podemos morir... Cosa que prefiero no poner a prueba por precaución. 

—Te dije que no tocaras ese estúpido hilo, ¿Pero qué es lo primero que vas y haces? ¡Tocas el estúpido hilo! —me regaña B1 mientras nos dirigimos a la librería donde trabaja Hanna.

Quería verla a penas terminara de ayudar a B1 a acomodar las cosas en su apartamento. Cosa que no no fue posible por mi desmayo, como yo aún quería verla cuando desperté estamos yendo hacia allí. Ella en realidad no quería venir pero a su extraña manera está preocupada, supongo, aunque nunca va a aceptarlo.

—Descuida, prometo no volver a hacerlo. Pero no fue tan malo sabes, incluso soñé. Mis recuerdos son difusos pero sé que hubo cosas bonitas en aquel sueño —digo con una sonrisa.

Aunque es cierto que no recuerdo bien lo que vi, es mentira de que recuerdo lo bonito. Ni siquiera estoy seguro de que haya habido algún momento bonito ahí. Recuerdo perfectamente el sentimiento de tristeza, el miedo por algo, el dolor, devuelta la tristeza y al final la desesperanza y cansancio de luchar hasta rendirse.

Algo muy malo e importante se me fue mostrado y eso no fue un sueño, era un recuerdo. Lo sé. Pero si se lo digo a B1 puede que saque conclusiones apresuradas y tome medidas extremas al respecto hasta que consigamos algunas respuestas, es capaz y más si no logra entender o controlar una situación que la supera.

Mejor me guardo ese pequeño secreto hasta que logre recordar bien qué fue eso que vi. Necesito poner en orden mis pensamientos para poder resolver este rompecabezas antes de que algo más pase.

Llegamos y B1 abre la puerta y entra, yo la sigo detrás. Se nos acerca una mujer rubia que se ve joven pero de alguna manera sabes que tiene más años de los que aparenta pero igual es hermosa y elegante. 

—Hola, bienvenidos, llegan justo en el momento en que iba a poner el letrero en "Abierto", así que no se preocupen pueden ver qué les interesa, incluso tenemos novedades nuevas hoy —nos avisa con una sonrisa y luego sigue caminando hacia la puerta para girar el letrero que mencionó.

—Pensé que abrían más temprano, ya son las nueve y quince, y ustedes suelen abrir a las ocho o siete y media —digo extrañado.

—Vaya, suenas como un cliente habitual, pero nunca te he visto comprando algo aquí. Lo recordaría. Siempre recuerdo a mis clientes habituales. ¿Eres de los que solo llega y mira alrededor para luego salir sin nada? —no lo dice con mala intención, incluso suena como si le pasara a menudo pero se le hace entrañable en vez de molesto.

—Yo, eh... —No sé qué decir, soy un poco malo mintiendo, así que agradezco cuando B1 se entromente y me salva.

—Sí, es muy posible que sea de esos y por eso he venido yo, como buena amiga, para evitar que vuelva a hacer lo mismo y que compre lo que quiere de una buena vez —dice con una impecable sonrisa alegre que me dan ganas de vomitar. Ella sería capaz de mentir ante un jurado y lograr que le crean. —Siempre le digo que si quiere hacer algo con tantas ganas que lo haga y que luego solo pase al siguiente paso, no que se quede estancado en lo mismo, es una pérdida de tiempo y esfuerzo —me lanza una larga mirada y algo me dice que eso era una indirecta pero prefiero hacerme el desentendido. 

—Disculpe, ¿Hoy se encuentra trabajando una mujer de unos veintitantos años? —pregunto al no verla en ningún lado. Según yo sí trabajaba hoy. ¿Tal vez se tomó el día libre?

—¿Te refieres a mi hija? —lo dice como si ya le hubieran hecho la misma pregunta varias veces y que esta pregunta si le aburre —Ella no está hoy, aunque debería llamarla porque no está haciendo nada en casa y necesito ayuda.

La miro extrañado porque no sabía que Hanna tuviera una madre, nunca la ha mencionado. Luego recuerdo a la chica rubia que a veces andaba con ella cuando la venía a buscar del trabajo (pero me ignoraba en ese momento). La señora creé que pregunto por la rubia, no por Hanna. 

—No, me refiero a una pelinegra... —me interrumpo cuando escucho risas salir detrás del mostrador.

Hacia un lado, detrás del mostrador, hay una puerta que tiene un letrero al lado que pone "Solo Personal Autorizado". De ahí sale Hanna con un chico mientras ríen de algo. Mi mundo se congela en ese preciso instante al verla reír tan abiertamente, es algo que nunca ha hecho  conmigo, si reímos mucho cuando tuvimos nuestra cita pero siempre trataba de cubrirse o girar la cabeza. Ella ahora mismo solo ríe sin incomodidades, sin esconderse.

Ver que el causante de ello es otro hombre que no soy yo... Duele, duele mucho. Estoy feliz de que esté feliz pero duele ver que no me extrañó ni por un segundo. Que parece poder seguir adelante con su vida sin importar mi ausencia.

Cuando salen detrás del mostrador mi corazón termina por romperse. Están agarrados de las manos y por la cartera que trae Hanna colgando del hombro, van a salir… juntos.

Ellos parecen notar nuestra presencia ya que sus risas se apagan, más yo no puedo dejar de mirar aquellas manos unidas hasta que Hanna se suelta nerviosamente y con un poco de esfuerzo ya que el chico no parecía querer soltarla. Ugh.

Quiero golpear algo.

Su cara, por ejemplo.

—D-tú... —Hanna se interrumpe al no saber cómo llamarme al frente de la señora, que mira con sospecha entre Hanna y yo. —¿Qué haces aquí? —pregunta al final. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.