~ D-14 ~
Hanna.
Ya llevamos mucho tiempo caminando. Luego de tanto correr nos subimos a algún autobús que, sinceramente, no sé hacia dónde iba. Si este chico fuera realmente malo o algún asesino, ya estaría muerta.
Sé que a mi edad uno quiere un poco más de emoción y aventuras antes de sentirnos más viejos, cosa que las personas luego no dejan de recordándonos, pero esto ya es una exageración. Mi vida ha sido absolutamente volteada y alterada más allá de los 180 grados.
En estos momentos estamos caminando tranquilamente cerca de un parque infantil. Todo el lugar está cercado para que, me imagino, ningún niño se salga o ningún extraño entre. Hay padres jugando con sus hijos mientras sonríen al correr tras ellos o empujarlos de los columpios. Pero también están esos padres que solo se la pasan sentados en cualquier lugar que encuentren, sin importarles dónde están o qué hacen sus hijos.
Ese paralelismo con mi vida me parece irónico y divertido.
Sin duda Nicholas fue la primera clase de padres; siempre estuvo ahí presente y nos apoyó en todo. Mi madre, por otra parte, fue como los de la segunda clase; nunca jugó conmigo, me dejaba salir a jugar con cualquier niño sin importarle si era verdad o no. De alguna manera quiero creer que tenía tanta confianza en mí que me dejaba hacer lo que quisiera. Otras veces ganaba el pensamiento de que simplemente no le importaba.
—¿En qué piensas? —me pregunta Minjun... El falso Minjun.
Diablos, mirarlo solo hace que me sienta más confundida. Tiene su rostro, su voz, sus expresiones. Quiero golpear a este desconocido que tiene la apariencia de mi primer amor infantil.
—En nada. —le respondo.
—Que fría eres.
—Y que falso eres tú —contraataco y él se lleva una mano en el corazón, simulando un disparo. —Payaso. —le digo y miro hacia otro lado.
No quiero sonreír pero este me pone las cosas muy difíciles con sus tonterías. Es muy jovial, tiene esa clase de sonrisas que son contagiosas. Es muy adorable también, cosa que te hace bajar la guardia sin darte cuenta.
Este pensamiento logra que detenga mis pasos de golpe.
—Vaya, por un momento casi cometo una locura al seguirte.
—¿De qué hablas? ya estamos cerca de mi casa.
—¿Por qué quieres que vaya contigo? ¿Por qué no puedes decirlo en cualquier otro lugar con más personas? Es muy extraño y ya empiezo a sospechar de ti. Puede que tengas el rostro de Minjun pero ambos sabemos que no eres él. Ya no pienso seguirte a ningún lado hasta que me des alguna explicación —respiro profundo luego de decir todo eso sin detenerme.
Él se restriega una mano en el rostro y me mira con exasperación, lanza un suspiro, rendido. Trato de prepararme mentalmente para lo que sea que me vaya a decir a continuación.
—¿En ningún momento te ha parecido extraño que en un país extranjero precisamente te encuentres con dos cupidos con obvias características físicas asiáticas? Específicamente, coreanos.
—Aquí hay muchas más personas asiáticas de lo que crees, o que tienen ascendencia asiática. Mi hermano es un claro ejemplo, tiene padres de 2 países distintos —me encojo de hombros.
—Ya, sí, ¿Pero esos dos cupidos? ¿No te parece demasiada coincidencia? Además de que el chico es Myeong-Seok, alguien que estuvo presente en tu pasado antes de morir. —explica y me mira como si yo tuviera que decir algo importante.
—¡Si, ya, ¿y qué?! No estoy entendiendo hasta dónde quieres llegar con todo esto. —digo honesta y él gruñe de frustración.
—¡Que todo está conectado, mujer! El hecho de que tengas alguna conexión divina para poder ver esos hilos, el que precisamente alguien de tu pasado esté atado a ti, incluso el hecho de que yo, en el cuerpo de alguien que perteneció a tu pasado, esté aquí en estos momentos tratando de explicarte todo este enredo. Todo y todos están conectados. —toma una bocada de aire y prosigue —Ya dejando eso claro lo siguiente es que… Sí, en efecto, no soy una persona humana, en algún momento puede que lo fui pero no hay manera de que lo recuerde ya, podrías decir que soy algún ser divino o deidad. Me llaman Señor Universo así que puedes llamarme de esa forma si lo deseas —le resta importancia con la mano.
Mira alrededor nuestro y se mueve un poco más cerca debajo de la sombra de un árbol para alejarse de las personas que pasan cerca. Supongo que no quiere ser escuchado diciendo tremendas locuras fantasiosas que nadie creería.
—Hace poco fue... llamémosle mi "jubilación". Cuando esto pasa alguien más toma tu lugar como el Señor Universo por miles de décadas más. Al que se "jubila" le dan dos elecciones; dejan que descanse al fin en paz, descansando tranquilo en la eternidad luego de tanto trabajo; o dejan que tenga una vida humana tranquila en la tierra, sin preocupación alguna pero con un lapso de prueba de 25 años.
—¿Los ponen a prueba, por qué? —pregunto.
—Si elegimos esta opción nos dan un cuerpo humano, un aspecto nuevo ya que técnicamente no poseemos uno. —señala su rostro. —Este cuerpo fue elegido al azar. Aunque ya no estoy tan seguro de que fuera al azar.
—Ok, no eres el Minjun que conocí. —Acepto de buena gana —Más eso no explica cómo es que pareces saber todo sobre mi vida y las personas que me rodean. Incluso llegaste a la librería actuando como si fueras el verdadero Minjun, ¡Incluso me abrazaste y sonreíste como si fueras él! Es humillante saber que en realidad estaba llorando por un completo extraño que sólo adoptó el rostro de alguien que quería. —le recrimino y él tiene el descaro de mostrarse avergonzado. ¡Yo soy la que estoy avergonzada!
—Sé que parece una locura lo que te voy a decir y puede que no me creas, estás en todo tu derecho, pero mantén la mente abierta mientras te lo explico ¿Sí? —Pide.
—Ya hace días estoy acostumbrada a escuchar locuras y cosas que parecen imposibles —digo. Él me mira mal, esperando mi respuesta, ruedo los ojos y asiento con la cabeza —Mantendré la mente abierta. Continúa —hago amago con las manos para que empiece de una vez.
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Editado: 24.10.2024