~ D-14 ~
Hanna.
Luego de media hora Maddison había llegado manejando el auto de su madre, su mamá no lo usaba mucho así que ella aprovechaba para usarlo con regularidad, a su madre no le molestaba ya que su hija mantenía el auto limpio y con gasolina cuando ella lo necesitaba.
El viaje de regreso lo sentí lento. No hablamos. Lo único que pasó fue que antes de que me subiera al auto Maddison ya estaba al lado mío y me dio un fuerte abrazo, consolándome. Se lo devolví. Luego cuando nos subimos ninguna dijo nada, ella no preguntó y yo tampoco traté de llenar el silencio. Me sentía cansada y triste, sé que Maddison podía notarlo en mi rostro pero decidió apoyarme en silencio, por lo menos por ahora.
Después de varios minutos al fin llegamos... pero a la casa de Maddison. Me volteé a verla sin comprender.
—Mamá me dijo que te trajera aquí, hace mucho que no te quedas a dormir.
—Lo hice el mes pasado —dije con una sonrisa un tanto desganada pero era un esfuerzo al fin y acabo.
—¡Un mes...! Eso es demasiado tiempo, me siento triste, te extrañamos aquí - hace un puchero. —Sabes que si se pudiera, ya te habríamos robado de donde tu papá para que fueras solo nuestra, mi mamá te ama y yo también —le da un apretón gentil a una de mis manos y agradezco profundamente el amor y apoyo que me da esta familia. —Ahora, entra ya —me entrega la llave de la casa —Debo ir a buscar a mamá o sino me matará. También traeremos pizza de pepperoni para cenar ¿Te parece bien? —asiento con la cabeza. —Perfecto, ahora entra y ponte cómoda, mi casa es tu casa —hace una exagerada reverencia, o lo intenta, con el cinturón de seguridad limitando el movimiento.
Me desabrocho el mío y la abrazo con fuerza, ella me lo devuelve inmediatamente.
—Gracias.
—Siempre —responde.
Esta palabra es la manera en que la familia Anderson demuestra que estarán siempre cuando los necesites y que no hay que agradecer por ello, porque te aman. No se lo dicen a cualquiera y cuando se lo dicen por primera vez a alguien es tan casual que nunca te enterarías que tiene otro significado más profundo si ellos no te lo dicen.
Nos despegamos. Bajo del auto y me dirijo a la puerta de la casa. Detrás de mí escucho a Maddison arrancar el auto e irse. Pongo la llave en la puerta, giro hasta que se abre y entro.
° ° °
Al llegar Maddison con la señora Anderson ya era casi de noche así que nos dispusimos primero a guardar lo que habían traído del supermercado, que al parecer su mamá se había olvidado que tenía que comprar unas cosas. No me olvidé de avisarle a Nicholas que hoy me quedaría en la casa de los Anderson, para que no se estuviera preguntando dónde estaba y se preocupara. Luego arreglamos todo para calentar la pizza, poner los vasos y la soda en la sala y elegir alguna película para pasar el rato juntas.
Maddison y su mamá jugaron a piedra, papel o tijera para ver quién decidía lo que veríamos. La señora Anderson ganó. La película que eligió fue Sex and the City. Aunque no soy particularmente fan de estas películas, debo aceptar que son graciosas, estéticamente hermosas y con buenos mensajes. Todo en uno.
Aunque Maddison se llegó a quejar mucho de la elección de su madre, de todos modos no pudo evitar quedar enganchada y opinar cada vez que los personajes tomaban malas decisiones. Disfruté mucho y por un momento pude olvidarme de todo, sentirme normal, como si todo volviera a ser como antes. Como si todo fuera normal.
Al terminar de verla y comer Maddison terminó durmiéndose en el sofá. Su mamá y yo evitamos despertarla así que solo nos dedicamos a llevar las cosas a la cocina y limpiarlo.
—¿Cómo te fue con el chico ese? —pregunta mientras acomoda todo y yo friego los pocos trastes.
—Mal —digo con honestidad, estoy lo suficientemente cansada como para inventar algo y mentir —Es un viejo conocido de cuando vivía en Corea, al inicio creí que sería una grata sorpresa el volverlo a ver pero no resultó como esperaba... Ya no es la persona que conocía —digo lo último en un murmuro.
—¿Y qué hay de ti? —me pregunta y yo la miro confundida —¿Tú sigues siendo la misma persona que él recuerda? —me quedo muda procesando sus palabras.
«—Pensé que Minjun era alguien importante para ti y que, por lo tanto, harías cualquier cosa con tal de que esté bien y feliz.
—Lo siento por no ser lo que esperabas pero ten por seguro que tú tampoco lo eres, así que no te creas con el derecho de decirme nada».
Recuerdo las palabras que nos dijimos. Ahora, aunque aún me sigo sintiendo traicionada y engañada, tampoco estoy orgullosa de mi actitud. Hay mejores maneras de resolver las cosas pero siempre opto por enojarme y huir, dejando a los demás con las palabras en la boca.
La señora Anderson al verme callada toma mi silencio como una respuesta.
—Es normal que tengamos expectativas de todo, incluso si no queremos. Es aun más normal tener muchos pensamientos negativos al ver esas expectativas o deseos volverse añicos.
—¿Qué sugiere que haga ahora? —le pregunto con timidez y pesar.
—Cualquier cosa que tu mente o corazón te indique que es lo correcto... Menos huir de ello —me advierte con la mirada. Sonreímos. Ella me conoce. —Incluso si las cosas no son salvables ni pueden mejorar, lo intentaste, no habrá arrepentimientos dentro de unas semanas o meses por no haber intentado algo.
—Es fácil decirlo pero no hacerlo —sonrío con tristeza. Termino de fregar todos los trastes.
-Hanna... —me llama y volteo mientras me seco las manos con una toalla de cocina —Sé lo mucho que te cuesta abrirte a personas o experiencias nuevas, has vivido ya suficientes cambios desde pequeña y no te juzgo por ser precavida, es bueno que protejas tu corazón y que no estés dándoselo a cualquiera como mi hija. —dice lo último en broma pero sé que en el fondo está cansada y le duele ver a su hija sufriendo por cualquier chico que le haya roto el corazón. —Lo que trato de decirte es... —coloca sus manos sobre mis hombros —Arriésgate. Así como lo intentaste ciento de veces para cumplir tu sueño de ser una cuenta-cuentos...
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Editado: 24.10.2024