~ D-13 ~
Hanna.
Me despierto un poco desorientada.
Siento un poco de calor, muevo mis manos para alejar aquello que me aprisiona pero al tocar por mi estómago me topo con una mano. Abro los ojos al fin y me quedo viendo la mano que me rodea para luego fijarme a mi alrededor. Lo primero que puedo apreciar es un techo, ya que estoy boca arriba, luego una entrada y a lo lejos la vista de un comedor pequeño de cuatro sillas
Los recuerdos llegan fotograma por fotograma, sucesivamente y sin parar. Recuerdo como Myeong-Seok y yo permanecimos gran parte de la madrugada hablando sobre nosotros y besándonos... mucho. Luego me empezó a dar sueño pero ninguno quería despegarse del otro, no queríamos que la noche terminara y que al salir el sol todo haya parecido solo un sueño.
Él todavía no había recuperado todos sus recuerdos pero los que llegaron a él nos pudo confirmar que él sí era Myeong-Seok. Que, al parecer, estábamos más destinados a reencontrarnos de lo que el hilo en nuestros dedos podría unirnos. Al final cometí la imprudencia, de la cual no me arrepiento, de preguntarle si quería entrar.
Se negó mucho al principio pero cuando le aseguré que solo íbamos a dormir juntos en el sofá de la sala, porque no había manera de que yo lo metiera al cuarto de Maddison que era dónde siempre termino durmiendo cuando me quedo aquí. Sólo entonces aceptó. Conversamos otro poco, también nos besamos otro poco, y así terminé dormida entre sus brazos mientras me acariciaba la cabeza.
Ahora que estoy despierta puedo apreciarlo de cerca sin temor alguno. Me acomodo mejor, evitando despertarlo, hasta quedar al frente de él. Tiene cejas gruesas, el cabello le llega hasta las pestañas. Necesitará cortárselo pronto si no quiere que le caiga en el ojo. Con un dedo le aparto con lentitud ese mechón molesto. También tiene un cabello muy suave.
Creo que su nariz es lo más lindo de su rostro junto a su mirada, que lo hace lucir como un perrito en busca de atención y juegos. Tiene una nariz muy tierna, parece pequeña y es un poco redondeada si se mira de frente, pero es respingada y sin una imperfección. Dan ganas de besarla. Todo de él, de hecho.
Hago un suave recorrido con mis dedos; paso primero por sus cejas, bajo hacia su nariz ocasionando que la arrugue un poco y termino en sus labios. Hace mucho no sentía la extraña necesidad de ser ese tipo de chica que demuestra afecto de forma física. Mi lenguaje del amor en realidad son cosas como los detalles, dar regalos y celebrar fechas importantes. No es precisamente el estarme besando con un chico por horas en la madrugada mientras nos ponemos al día con nuestras vidas.
—Hanna —brinco y lanzo un pequeño grito ahogado a causa del susto. Esto logra despertar a Myeong-Seok todo alertado y apretándome más hacia sí. —Querida, dejé el desayuno hecho para que solo tengan que calentarlo y terminar de ponerles lo que quieran, me iré a trabajar, espero verte allá pronto, ya tuviste mucho tiempo libre —Me avisa la señora Anderson para luego irse sin apenas dirigirnos unas dos miradas.
Sólo escuchamos el sonido de la puerta cerrándose antes de que todo quede en silencio de nuevo. Nos miramos fijamente para luego apartar la mirada y despegarnos, la cosa es que Myeong-Seok termina cayendo al suelo porque estaba en el borde del sofá. Ambos terminamos riendo a carcajadas y así como si nada las cosas dejan de sentirse incómodas.
—¿Crees que nos haya visto? —pregunta cuando dejamos de reír.
Le ofrezco una mano para ayudarlo, él la acepta pero en vez de hacer el mínimo esfuerzo para levantarse, solo me jala y termino con mi trasero en su regazo. Envuelve sus brazos en mi cintura y entierra su cara en mi cuello, causándome cosquillas. En cualquier momento podría empezar a ronronear de lo cómodo y feliz que se ve.
—Estoy cien por ciento segura de que sí. No hay forma de que haya cocinado y comido sin darse cuenta del gran bulto que hacían dos personas abrazadas en uno de sus sofás —señalo hacia la entrada de la sala donde desde aquí ya podemos ver la mesa del comedor. También se logra ver parte de la cocina desde donde estamos tirados.
Myeong-Seok se despega un rato para echar un vistazo hacia donde apunta mi dedo. Ríe y me deposita un inesperado beso en la cien.
—Por cierto, buenos días —dice con una tonta sonrisa en el rostro que achica las esquinas de sus ojos.
—Buenos días —le respondo un poco aturdida pero sonrío igual.
° ° °
Hajoon.
Cuando bajo de mi habitación me encuentro con mi papá desayunando pan tostado, a la que le pone mantequilla de maní, y tiene su taza con café. ¿Cómo lo sé? El delicioso olor del café recién hecho es inconfundible para mi nariz.
—¿Hanna se fue tan temprano al trabajo? —pregunto cuando entro y me siento frente a él.
—Durmió en casa de Elena. Veo que no te diste cuenta —me dice. Yo asiento. —¿Tienes clases hoy? —pregunta. Niego con la cabeza y de la nada hay un chasquido frente a mis ojos que me hace parpadear. Enfoco mi vista y veo a mi papá frente a mí con la mano alzada y mirándome extraño. —¿Dormiste bien, hijo? Luces distraído y algo cansado. ¿Te quedaste hasta tarde haciendo tarea o jugando? —Me cuestiona con su profunda mirada y yo finjo indignación colocándome una mano en el corazón.
—Querido padre, ¿cómo osa creer algo así de su apuesto e inteligente hijo?
—Porque aunque mi hijo sea todo eso, aún le falta la palabra ‘responsabilidad’ entre sus cualidades —responde y le da un gran mordisco a su pan, bufó pero no lo corrijo. A veces sí soy un poco irresponsable.
Lo miro comer su desayuno hasta que decido servirme un poco de café y coger el pan de la bolsa sin tostarlo, porque me da flojera. Le pongo un poco de azúcar a mi café para luego mojar el pan dentro y meterlo a mi boca. Comemos en silencio y tranquilidad por varios minutos hasta que veo que casi se le acaba lo que le queda de café, así que decido hablar antes de arrepentirme.
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Editado: 24.10.2024