Poco a poco, Anshul y Amorrette empezaron a hablar más. Siempre sacaban alguna banalidad o hablaban de cualquier cosa, entre esas, como los trataba su Creadora.
Hasta hubo una ocasión en la cual Sol se quedo sorprendido por los corazones qué comenzó a expulsar Amor, los cuales flotaban sobre la cabeza de esta e iban de un lado a otro.
Ella claramente le respondió que eso pasaba cuando estaba en calma y siente que muchas personas se enamoran verdaderamente -tanto amor de pareja como amor fraternal-. Él no le había entendido, pero no quiso indagar más en el tema.
Aunque igualmente después de ese suceso, ambos no pudieron evitar hacerse preguntas con respecto a lo que hacían, y aunque las respuestas no las entendían al 100%, escuchaban al contrario bastante atento para no perderse de nada.
(...)
Poco a poco se iban acercando y viéndose como hermanos, aunque hasta ahora nunca se lo han dicho en voz alta, ambos ya se habían dado una idea del tema, todo por como se comportan cuando están juntos.
Al final de cuentas, no era tan malo convivir con alguien más. Lo malo fue, darse cuenta de esto después de esa situación.
Ambos se arrepienten, claramente, pero ya no pueden cambiar eso. Ahora solo conviven y se empiezan a entender.
Raramente para ellos, le resultó un tanto sorprendente qué su madre -si, Amorrette también la empezó a ver de ese modo-, sonriera por escasos segundos para después volver al semblante triste.
Se preguntaban porque ocurría eso, aunque igualmente no quisieron sacar alguna conclusión respecto a lo ocurrido así sin más, todo porque podrían estar equivocados.
Y aunque no supieran, desde lejos siempre eran vistos por Aeson, el cual poco a poco se iba acercando, pero que al final siempre se terminaba yendo, ya que le ganaba el pánico y miedo. Para él, eso parecía ser un círculo vicioso, el cual sabe que debe de romper en algún momento.
(...)
—No entiendo el porqué antes no hemos hablado —empezó a decir Amorrette mientras hace una corona de flores, las cuales ella misma trajo—. Tuvimos que hacerlo desde un principio. Es entretenido.
—Yo tampoco me lo explicó —mencionó pasándole algunas de las flores, ya que la contraria le dijo que eligiera algunas—. Pero yo no veía el caso en hacerlo por tantas diferencias que tenemos. Así que... Tal vez ellos también lo vean de ese modo.
—Tienes razón —dijo haciendo un puchero mientras terminaba de hacer la corona de flores—. ¡Terminé!
Ella se levanta y se acerca al cuerpo inerte de su madre para así colocarle la corona de flores con bastante cuidado. Sonríe alegremente al ver que los colores lilas y rojos combinan con el color blanco de su cabello.
—¿Quieres una también? Aún quedan flores —preguntó sentándose nuevamente al lado del mayor.
—No, gracias —se apoya contra el tronco de esa palmera, observando como la menor le asiente.
—Entonces será para mí —mencionó con una sonrisa, comenzando así con su tarea.
De aquel modo eran sus días cotidianos, los cuales no les molestaban para nada. Ahora entendían perfectamente lo que su Creadora quiso hacer con ellos: tener una familia y ser feliz.
Anshul suspira, ya que eso al final no pasó, y por consecuencia, las cosas se le salieron de las manos. Miró por un momento la hamaca, pensando en cuando Aeson se dignara a ver lo que le ocurre a la mayor, y por consecuencia, si eso se puede llegar a solucionar. No quiere que su madre quede en un sueño eterno.
Amorrette, ajena de lo que piensa Anshul, empieza a tararear una de las tantas canciones de amor que ha escuchado por parte de los humanos, cuando de curiosa ha ido a la Tierra de incógnita. Aquello claramente lo hace para distraerse de todo lo que ha estado pasando en esos últimos meses, lo cual le sirve bastante, además de que también le sirve para concentrarse.
Se sentía tan relajante ese momento, por lo cual decidieron que iban a olvidarse de aquel tema por un rato, aunque claramente, sin olvidarse de sus debidas obligaciones.
Por ahora solo necesitan paz y tranquilidad, no quieren que esta misma sea interrumpida por nada en el mundo.
(...)
Aeson estaba sentado en uno de los cuartos de su mansión, tiene una manta encima suyo, la cual le está tapando hasta la cabeza.
Había estornudado, y aquello solamente ocurría cuando hablan o piensan de él. Se preguntaba quien fue él o la responsable, pero quitó de inmediato aquel pensamiento, ya que podría ser alguna de las otras deidades. Aún recuerda lo ocurrido en la reunión, y eso pasó hace un mes y medio atrás.
Solo podía pensar que mañana, si o si, debe de por fin acercarse a la Deidad Creadora, que ya no puede aplazar más ese tema.
Pero igualmente tenia aquellos sentimientos de culpa, los cuales se hicieron más fuertes por no irla a ver.
Aún recuerda el porqué se siente así: él le había gritado a su Creadora y había decidido decir que la odiaba. Había echo esto porqué siempre fue alguien muy cerrado y al cual no le gusta el contacto de la gente, por lo cual al ver que la mayor quiso tener una buena relación con él y le mandaba cualquier cosas por el estilo, explotó de la rabia. No pensaba tampoco que su Creadora se lo tomará tan enserió, pero después de eso, ella lo dejó de ir a ver y nunca más le mando algo.
Eso había ocurrido unos cinco meses antes de la reunión con las otras deidades, en donde hablaron sobre aquella situación.
Se tiene que disculpar. Enserió pensaba que ella no se iba a tomar tan a pecho sus palabras, pero se equivoco. Siempre se equivoca, por eso los humanos se han tardado tantos años en avanzar en el ámbito de la medicina.
—Mamá... —susurró, recordando la sonrisa de su Creadora, diciéndole que uno no aprende enseguida las cosas.
Aprieta más la manta sobre él. Solo quiere que todo vuelva a la normalidad. Quiere estar tranquilo con él mismo nuevamente. Solo eso pide, nada más.