Deimon.

Capítulo 11.

La venganza es un plato que se sirve frío.

Abro los ojos.

Estoy de vuelta en mi habitación, en total silencio me levanto del suelo y me dirijo al baño, al verme en el espejo compruebo que mis mejillas están húmedas por haber llorado, porque el haber estado con ella y saber que tengo la posibilidad de ir a verla cada vez que quiera me llena de felicidad.

Me lavo la cara y me miro en el espejo, por el reflejo veo mis marcas en el cuerpo, esas raíces que cada día que pasa cubren más partes de mí. Las últimas palabras de mi madre antes de irme vuelven a mi mente.

"Deja de ocultar tus inseguridades, deja de ocultarte, sé tú misma y demuestra quién eres, demuéstrale al campamento y al mundo quien es Deimon en realidad"

Y eso es lo que haré.

Esto se va a poner bueno

Me dirijo a mi mochila, saco ropa para bañarme, me desvisto y me meto en la ducha. El agua recorre todo mi cuerpo relajando cada músculo y permitiéndome ese momento para mí.

Veinte minutos después termino de bañarme y salgo de la ducha envuelta con una toalla, vuelvo a ver mis marcas y con delicadeza paso mis dedos por ellas, la forma en la que decoran mis brazos es increíble, son unas especies de raíces finas que salen desde las puntas de mis dedos casi por debajo de mis uñas, estas se entrelazan, cruzan o dividen entre sí.

Las observo con fascinación por unos segundos más, y es entonces cuando la realidad me golpea otra vez solo para darme cuenta de una pequeña cosa: No se por qué razón ocultaba esto.

¿Por inseguridad tal vez? ¿Miedo a que no me acepten? Esas son las preguntas que vienen a mi mente, las más coherentes que podría sugerir ante lo más tonto. Sobre todo cuando mi mente me da una bofetada y procedo a gritar: ¡¿Pero qué estoy diciendo?!

Solo para continuar con un: Soy Deimon, jamás en mi vida me ha interesado caerle bien a alguien mucho menos importarme que me acepten.

Pero de alguna forma siempre vuelve la misma pregunta: Entonces.... ¿Por qué me preocupo tanto?

Pero llego a la conclusión de que debe ser mi forma de llevar el duelo ya que mi mamá siempre me quiso tal y como soy, a pesar haber sido una mierda de hija.

Y recuerdo que siempre me ha costado demostrar mi sentimientos, nunca me ha gustado, esa... forma de hacer que alguien me vea vulnerable o simplemente en abrirme con otra persona, es como entrar en la jaula del león y esperar a que él te devore, suena estúpido lo sé, pero es la realidad. Una que tristemente se vive cada día.

Hoy en día considero que es más difícil confiar en alguien, ya que jamás terminamos de conocer a esa persona pero de alguna u otra forma, ese corto tiempo en el que se dio la oportunidad de conocer a la persona tarde o temprano encontramos algo que nos hace agarrar afecto, ese minúsculo detalle es suficiente para condenarnos y hacernos entrar en la vulnerabilidad sin que nos demos cuenta, para que al final el león nos termine devorando.

Esa era la idea que tenía, incluso con mi propia madre. Algo malo viniendo de su hija a la cual decidió adoptar y criar. Aún así esa idea tiene sus pros y sus contras.

Pros: aprendes a ocultar lo que sientes.

Contras: tienes que estar dispuesto a vivir una vida solitaria.

Algo que me tocó por las malas.

Lamentablemente, el no demostrar lo que sentía me condenó a empezar a vivir una vida totalmente fuera de lo normal o lo que siempre he conocido, una vida en la que me lamento por nunca haberle dicho a mi madre lo mucho que la amo. Una vida que no se la deseo a nadie, ni al más hijo de puta que pueda existir.

Suelto aire por la nariz y dejo de verme en el espejo para poder vestirme, me peino y vuelvo a verme, esta vez sonrío al ver esas marcas y comprender que definitivamente me gustan y las acepto, son una parte de mí y demostrarán quién soy realmente, una loca muy poderosa y muy diferente... única.

Salgo de la cabaña vistiendo una calza deportiva y una remera sin mangas dejando al descubierto mis marcas. Y así me dirijo al campo de entrenamiento del profesor Mackenzie.

Todos guardan silencio apenas me ven llegar, los chicos también está ahí pero los demás se alejan de ellos como si tuvieran una enfermedad contagiosa, con semblante serio me acerco y me paro a su lado, les guiño un ojo y miro al profesor quien está mirándome con una carpeta en la mano.

—Llega tarde señorita Ruth— recrimina con su característico semblante serio, me repasa unos segundos con la misma seriedad— Y no crea me intimida con esos tatuajes de adolescente rebelde— me recrimina por segunda y regresa su vista a la carpeta, revisa un par de cosas y lanza la carpeta al suelo, hace una seña para que nos movamos, de sus ojos salen unos rayos rojos y empieza a dibujar un círculo enorme— Bueno ya saben las reglas, nada de poderes dentro del círculo, nada de correr como niños dentro del círculo y nada de salirse del círculo, si lo hacen les pondré una cruz, tres cruces y quedan fuera, si no tienen dudas comiencen—

Y así empezó la clase. Todos peleaban entre todos, algunos obtenían una o dos cruces pero no más que eso.

Esta vez era el turno de Amelia contra Ryan, ella es fuerte e impulsiva pero Ryan es calculador, estratégico y rápido, bastante para no usar sus poderes, la pelea no duró nada porque en una ella lo empuja haciendo que caiga de espaldas pero él fue rápido y la inmovilizó.




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