Deimon.

Capítulo 12.

Alivio y dolor.

Después de haber cumplido mi castigo en el comedor -cosa que me llevó toda la tarde-, esperé a que todos se fueran a dormir y me quedé sobre el techo del comedor observando la cabaña de Amelia.

Sería más fácil esconderme entre los arbustos pero unos hombres que al parecer son los soldados de Mackenzie rodean el campamento y lo recorren todas las noches, y siendo sincera no quiero recibir otro castigo así que es mejor prevenir; cuando las luces de la sala se apagaron fue mi señal.

Como toda loca con sed de venganza memoricé las rutinas de las cuatro chicas que serán mis víctimas muy pronto.

Primero tenemos a: Amelia, ella siempre tiene su rutina de cuidado de la piel cada noche, dura una hora y treinta minutos. Diez minutos después de echarse una crema en la cara se va al baño por veinte minutos, quién sabe qué hace ahí para demorarse tanto.

La que le sigue: Brianna, ella lee dos capítulos de un libro en tres horas, una hora en cada capítulo y la restante la utiliza para elegir su pijama.

La tercera es: Tiffany, hace ejercicio durante cuarenta minutos, luego baja a la cocina por un poco de comida chatarra para recuperar lo que perdió, lo sé es estúpido.

Por último: Cassie, luego de ver la saga de Crepúsculo otra vez, se acuesta en su cama con forma de ataúd y dice en voz alta sus fantasías sexuales con Edward Cullen.

En este grupo tenemos a Cassie como la gótica, Tiffany la de la baja autoestima pero con buenos consejos, Brianna la dulce pero sin cerebro y Amelia la cabecilla del grupo, la reina en un tablero de ajedrez, pero para su desgracia aún no se ha enterado que ella en realidad es otro peón más de mi juego de ajedrez y que la única reina aquí soy yo.

—¿Estás segura de esto?—

—Créeme Jayme, estoy más que segura, es hora de que ellas paguen— mi voz sonó más siniestra de lo que pensé.

Salto del techo del comedor y tomo las cosas que escondí en un arbusto.

Corro hasta la cabaña sin que los hombres me vean. Pero al llegar veo que la puerta está cerrada con llave, maldigo internamente. Hora del plan b.

Voy hasta la parte trasera en donde está la ventana de mi vieja habitación, ato la cuerda en los extremos de la cubeta y meto lo demás dentro, paso el resto de la cuerda por mis hombros y empiezo a trepar por el árbol que da justo en la ventana. Agradezco internamente a mi talento y fascinación por trepar árboles, camino por la rama sin caer y al llegar abro la ventana, paso primero las cosas para luego entrar.

Miro la hora en mi reloj de muñeca, ocho de la noche, Tiffany bajó a la cocina hace dos minutos.

Salgo de la habitación y camino en la oscuridad en total confianza por ya saber en donde queda cada puerta, llego a la de Tiffany e ingreso sin hacer ruido, cierro la puerta detrás de mí y entro al baño buscando sus productos para el pelo. Agarro uno de los tarros y lo vierto en uno de los globos, el resto se lo lleno de agua y lo ato encima de la puerta del baño. Luego a los mismos tarros le tiro el contenido para reemplazarlo con pintura verde, salgo y sobre la parte superior de la puerta pongo una chincheta y la cierro con cuidado.

Salgo de la habitación de Tiffany hacia la de Brianna. Entre abro la puerta y la veo levantarse para ir al baño junto con un libro.

Es mi oportunidad.

Entro y cierro la puerta con cuidado, tomo el taladro y un pedazo de madera que encontré, estoy a punto de usar el taladro cuando escucho un ruido proveniente del baño, Brianna se acaba de echar un gas.

—Ay, no debí comer ese chili con carne— otro gas.

Decido aprovechar de sus gases lo suficientemente ruidosos para taladrar la pared, dejo lista la madera retráctil con una cubeta de confeti y pegamento, le ato una piola y la dejo colgada con una nota que dice jala esto, algo tonto pero servirá en ella. Veo que a un lado de la cama están sus preciadas zapatillas converse, tomo un tarro de espuma de afeitar que encontré en el ático, extraño pero útil y relleno el interior del calzado con la espuma y perforo la suela del mismo.

Salgo con el resto de las cosas hacia la habitación de Cassie.

Entro con cuidado y la veo acostarse en su ataúd-cama cerrando la parte de arriba, espero unos segundos y finalmente camino hasta su armario, saco toda su ropa y saco unos espráis de pintura que encontré en el ático de los chicos, empiezo a pintar su ropa de rosa chillón, pero me detengo al escuchar unos ruidos raros provenientes de su cama.

Específicamente, la escucho soltar un nombre: Edward Cullen.

Acaso se está ¿tocando?

Hago una mueca de incomodidad ante eso y continúo con mi trabajo tratando de ignorar los ruidos que salen de la boca de esa chica, vuelvo a guardar su ropa y camino hasta la puerta pero una idea se me ocurrió al ver el cuarto gótico, sonrío con malicia y saco una especie de espráis grande para pintar habitaciones, vierto toda la pintura rosa que traje y me pongo la máscara para la pintura, antes de comenzar abro con cautela la tapa de la cama de Cassie y noto que está durmiendo plácidamente como un muerto -literalmente-, le coloco una de las máscaras y cierro nuevamente la tapa. Mejor prevenir la muerte por intoxicación.




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