Deimon.

Capítulo 28.

Motel.

Ryan.

Me siento tan confundido, dolido y, ¿decepcionado? Ni siquiera sé bien lo que siento pero su actitud me molesta, me molesta tanto ver que se preocupa por mí para luego tratarme como un perro, a pesar de haberle dicho que la considero mi amiga. Sin embargo, solo me genera una duda: ¿He hecho o dicho algo que le molestara?

¿Quieres que empiece a nombrar?

Bueno, sí la he tratado mal las primeras dos semanas de conocerla, pero eso no justifica su actitud en este momento, ¿o si? Ay, no sé qué pensar o hacer para saber qué mierda le pasa.

Podrías empezar con ir a buscarla, ¿no crees? Porque te recuerdo que se fue hace como una hora a quién sabe dónde, en medio de la noche y sola.

Abro los ojos al recordar que es cierto, me levanto del asiento del copiloto a toda velocidad ocasionando que la herida en mi abdomen sangre, ignoro eso y abro la puerta de la casa rodante, me quedo estático al verla de pie en la entrada del bosque. Frunzo el ceño cuando ella ladea la cabeza y da marcha atrás desapareciendo en la oscuridad, extrañado decido agarrar mi campera de la cama rebatible y una linterna de mi mochila para salir de la casa rodante.

El aire frío de la noche me recibe, me coloco la campera, enciendo la linterna y camino hasta la entrada del bosque el cual se ve tenebroso.

Ingreso sin más, avanzo alumbrando en todas las direcciones sin éxito alguno, a la vez que una sensación extraña me recorre todo el cuerpo al ver que estoy demasiado lejos de la casa rodante. Me detengo al escuchar un ruido cerca mío, giro sobre mi eje apuntando en todas las direcciones, pero no alcanzo a ver nada.

Unos ligeros rayos de luz lunar consiguen traspasar los árboles, pero aún así es difícil ver. De los arbustos algo empezó a moverse con violencia, me coloco en posición de defensa a pesar de estar herido, alumbro con la linterna en esa dirección y en eso algo salta saliendo de su escondite... suelto un suspiro de alivio al ver que es un mapache. Este me mira y suelta un chillido, que es callado al instante por algo que arrasa con él a toda velocidad, mi reacción es saltar hacia atrás al ver un puma atacar al pobre mapache.

Veo que está muy concentrado con terminar con la vida del mapache y decido alejarme lentamente, pero me termino resbalando con algo, la linterna cae a mi costado alumbrando a mi dirección y entonces veo lo que me hizo resbalar. Es un charco de sangre, pero uno muy grande.

Con la mirada sigo una especie de línea hecha por la misma sangre, hasta detenerme en el cuerpo de un venado, pero eso no me genera nada, a excepción del gruñido de advertencia que me deja más estático que antes, giro la cabeza y me congelo al ver una silueta acercarse.

Tomo la linterna y alumbro al puma con mano temblorosa, este me mira fijo totalmente hambriento, maldigo internamente al notar que no puedo moverme, el miedo me ha paralizado.

Sin embargo, el puma aprovecha para correr hacia mí y dar un salto, pero otra cosa lo derriba. Salgo de mi parálisis al ver al puma luchar contra algo, no consigo distinguir a lo que sea que esté peleando con el puma, ni siquiera alumbrando con la linterna, lo único que escucho son zarpazos, gruñidos, rugidos y algún que otro quejido.

De alguna manera consigo divisar al puma siendo derribado y como punto final la cosa le muerde el cuello dándole así por muerto. La piel se me eriza cuando escucho el hueso crujir.

Con la respiración agitada dirijo mi vista hacia la cosa, una especie de melena toda desordenada le cubre lo que debería ser su cabeza, con mano temblorosa dirijo mejor la luz de la linterna hacia su figura, y quedo paralizado al ver que no es una melena cualquiera si no su melena o así le llaman los chicos, y no es una cosa sino ella. Eso solo ocasiona que mi corazón lata a mil dentro de mi pecho, siento como quiere salirse de su lugar y correr despavorido, incluso el tragar saliva me resulta difícil.

Como si pudiera escuchar los latidos frenéticos de mi corazón la veo levantar su cabeza, y me mira para luego ladear la misma, pasa por encima del puma y se acerca a mí caminando en cuatro patas como un animal.

Su apariencia me asustó aún más, el cabello totalmente desordenado dando la apariencia de una melena, parte de su rostro cubierto de sangre en especial su boca y cuello, su ropa toda sucia y rota, sus manos cubiertas de tierra y sangre al igual que sus descalzos pies.

Se detiene a unos centímetros de mi rostro, cierro mis ojos con miedo y me quedo quieto esperando alguna reacción agresiva o algo por el estilo, pero no sucede nada, aún con miedo decido abrirlos, para encontrarme con ella sentada frente a mí mirándome con curiosidad, frunzo el ceño con confusión, ella imita mi acción, ladeo la cabeza y ella también, al mismo tiempo que nuestras miradas se encuentran.

Mi ceño se arruga al ver sus ojos, estos lucen diferentes, ya no son de ese verde esmeralda que es capaz de hipnotizarte hasta tal punto que te olvidas del mundo que te rodea, ahora lucen completamente negros, como si su pupila se hubiera tragado el color. Ver eso solo me hace extrañar su mirada verdosa, pero no puedo negar el hecho de que le queda bien ese color, la hace ver muy hermosa, incluso en el estado de animal salvaje, pero de todas formas no hay color que se compare al verde esmeralda que tanto amo.




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