Deja que la vida te sorprenda

Capítulo 1


Camino por la calle mirando atentamente cada persona, cada casa. Los ancianos fumando su cigarro y bebiendo su café. Los niños corren detrás de una cometa, y sus madres solo se ríen de cualquier chisme de barrio. Una arquitectura hermosa y antigua se erige ente mis ojos. Parezco una de esos niños, cuando recién aprenden a leer y se paran en cada cartel que ve para comprobarlo.

Paso por un pequeño parque que, por el calor que hace esta vacío, pero logré encontrar un banco con sombra, por suerte. Me siento, y simplemente disfruto del paisaje por última vez, saludo a todos los que conozco, antes de mudarme a la gran ciudad. Voy en busca de nuevas alternativas de trabajo porque aquí, al ser un pueblo pequeño, creo que las opciones de empleo para una recién graduada, son pocas la verdad. Será solo por un tiempo, para estabilizarme un poco, y poder ayudar a mi familia financieramente, aunque eso implique distanciarme de ellos.

Llego a la  casa pasadas las 5 de la tarde, y mi vuelo sale a las 6 de la mañana del día siguiente, pero por suerte, ya tengo mis dos maletas hechas.

Sí, parece increíble pero solo llevo dos maletas y una mochila como equipaje para todo un año., no tengo la menor idea como me cupo todo ahí dentro, me superé a mí misma esta vez. Bueno, al llegar me llega un olor a dulce de leche, que inunda toda la casa.

-¿¿ES QUE ME QUIEREN MATAR??!! – entro gritando y riéndome a la casa – no entiendo cómo van a permitir que me vaya, si me están poniendo pruebas tan duras! - sigo diciendo, pero cuando  me iba a pasar por la puerta, vi el sillón que estaba en medio, pero no creo que haya medido la distancia correcta para pasar sin ningún rasguño– Madre Mía!  – grito desconsolada al darme en el tobillo, por lo que termino sentándome en el mismo sillón y formando todo un drama

– Mamá! No vas a venir ayudarme y consolarme? Creo que me he roto el tobillo – mi madre me mira con una expresión de que ya me conoce y sabe que es mentira, y solo lo hago para molestarla

– Oye Paula, ya eso no es nuevo, casi todos los días te das con el mismo sillón, ten más cuidado hija mía, ya tuvimos que pintar el balancín 3 veces en un año – termina diciendo y se ríe

– Mamaaaá! No seas cruel – le digo entre risas –
Pero al final viene a mi lado y me revisa el tobillo era solo un golpe, y aun así me manda a ponerme hielo, ella todo lo resuelve con hielo.

Cuando me levanto, camino bien, así que por lo que parece, todo lo que hice fue puro drama. Llego a la cocina y esta mi abuela batiendo el dulce para que no se pegara y después vaciándolo en un contenedor para ponerlo a enfriar. Cuando termina el último pozuelo, se encamina a fregar la caldera, mirándome y riéndose sínicamente, esperando a que yo grite, y claro que lo haré

–Abuela, ni lo pienses! La raspa de la caldera es mía – digo riéndome a lo que ella se me une con una gran carcajada y me suelta

–Eso ya lo sabía, se me hacia extraño que no lo hubieras pedido – continuamos riendo como locas

Ah, lo había olvidado vivo con mis abuelos y mis padres, y no es que mi casa sea grande, pero aun no los encuentro a todos. Sigo caminando y encuentro a los que faltan sentados a la mesa con una gran tarta en el medio.

–Ya no sé si esto es un hasta pronto, si están felices porque los dejo en paz o si me quieren engordar para que ni me vaya – digo entre sollozos y risas una combinación rara entre tristeza 'por tener que irme y dejarlos y felicidad por saber que me apoyan y me siguen queriendo.

–Camina anda, que estamos locos por comerla, llevo toda la tarde esperando por ti – dice mi padre – la hice yo mismo jjaja soy un bárbaro– y rie a carcajadas, y detrás todos los demás reímos ya que sabemos que ni sabe freírse ni un huevo, creo que incendiaria la cocina o moriría de hambre si tiene que hacerlo.

–Claro padre mío, yo se que eres el mejor y el más capaz – río y le beso la cabeza y le hago una caricia después.

–No me toques la cabeza, no me gusta, siempre te lo digo – me dice mi padre por enésima vez en mi vida, pero lo siento, siempre lo hago para molestarlo. 

–Perdón Señor Somers, no quería herir sus sentimientos – digo con un puchero fingido y una sonrisa en los labios, a lo que él responde con otra aun mas grande.

La noche continuó su rumbo, ciertamente una noche para recordar, mi familia reunida y deseándome solamente buenos deseos y confiando en mi buen juicio, que realmente no sé si es tan bueno, pero lo intentaré.

El reloj de mi habitación se estaba burlando de mí, estuve a poco tiempo de tirarle una toalla encima, esa era la manecilla más ágil del mundo. Creo q me pase toda la noche despierta mirándolo; pero verlo, fue como ver mi vida pasar ante mis ojos y dándole vuelta a todos mis sueños y mis metas, pero sin lograr sacarlos y darle solución posible para alcanzar ninguno al instante. Metida en mi pensamiento, el sueño me fue ganando y no sé en qué tiempo me rendí ante él.

Suena el despertador de mi móvil con un pitido odioso, que todos los días me digo que lo voy a cambiar y simplemente no lo hago, y claro con las 3 de la madrugada cuando me doy cuenta! Claro prefiero poner el despertador 3horas antes, porque arreglarme me lleva al menos 1 hora y media, y la otra para llegar al aeropuerto y por si surge algo imprevisto.

–Uff tenía que haber escogido otro vuelo – me digo a mi misma riendo, aunque aún enroscada entre las sábanas
Al fin decido levantarme cuando me doy cuenta de que si no lo hago me va a coger tarde. Me levanto y me dirijo a darme una ducha cuando veo a mi padre parado en la puerta, recostado al marco, mi padre es un hombre alto de 50 años pero que se mantiene muy bien, al verlo tiro el teléfono  al piso del susto, que lo tenía en la mano como reloj para evitar demorarme tanto, la verdad no me lo esperaba

–Aahh, joder, suena las chancletas al menos, eres una sombra! –digo un poco exaltada

–Vengo a hablar contigo, solo te tomare cinco minutos – me dice con una sonrisa oculta y cabizbajo.

–Dime que sucede – me siento en la cama y él me sigue.

–¿Mi pequeña en que tiempo creció? – comienza diciendo mirando al suelo y luego a mis ojos – desde que eras niña intenté tenerte entre mis alas siempre para poder protegerte, t veía tan frágil, pero solo porque soy tu padre, se que eres ya eres una mujer y no solo eso, sino que eres talentosa, y decidida, y estoy seguro de que lograras tu sola todo lo que t propongas, fui el hombre más feliz cuando obtuviste titulo en Diseño Gráfico. Para mi eres la mejor de todas, y no me malinterpretes por lo que t voy a decir, pero solo por si lo necesitas, busca en la gran ciudad, después t mandare bien la dirección, al señor Sergio Smith.

–Sergio Smith, el de Corporaciones Smith? – lo miro y asiente– wow papá y tu de donde conoces ese hombre, se está extendiendo en todo el país y ya ha ido a niveles internacionales –le dije sorprendida

–Si nena, el mismo, lo conozco porque hace mucho tuvimos amigos en común, pero nunca más nos volvimos a ver, yo me retiré por mi enfermedad y él subió como la espuma – me dijo. –  dile que eres mi hija, no creo se niegue a ayudarte si lo necesitas – a lo que asentí con la cabeza.

Mi padre tiene una enfermedad pulmonar, nunca fumo en toda su vida pero andaba siempre en ambiente que si lo hacía, así que todo resulto un poco mal, perdió la conciencia en una reunión de trabajo con unos inversores que pensaron que se drogaba y había sido sobredosis o algo así, porque eran extranjeros y el traductor que tenían al parecer no le interesaba el convenio y tradujo lo que quiso, maldito bastardo. En resumen, dejo de trabajar hace 5 años, se retiró por peritaje medico y está en casa sin hacer mucho esfuerzo físico porque se agota fácilmente.

–Me quede atónita, mi papa conoce pura gente importante, que caché señor Eugenio Somers– le dije sonriendo

–Acaso lo dudaste– me dijo riendo a carcajadas, que feliz me hace verlo asi, siendo el mismo, tan alegre como siempre– anda termina de arreglarte que todavía falta que te cambies 12 veces más de ropa cuando decidas cual te vas a poner – reímos los dos y se levanto me beso la frente y se fue a su habitación.

Miro el reloj y son las 3:30
–Madre mía! Y eso que solo serian 5 minutos– me rio y corro hasta la ducha, me doy un baño rápido.
Escojo tres outfit, y me doy cuenta que mi papá tenía razón, vaya que si me tenia calada. Al final me decido por un conjunto de tela muy suavecita, con un estilo como de hacer ejercicios y la parte superior es una sudadera pero corta, en color gris claro con un  dibujo en frente que tiene un labio enorme y dice a un lado Kissme, – vaya, muy creativo! – Pienso y viro los ojos.

Me decido por unos tenis blancos, mis favoritos, y son hasta donde creo los más confiables de mi pequeña colección. Echo en la mochila todos mis documentos, mis barritas de chocolate y un sándwich por si acaso – uno no sabe cuando el hambre ataca – pienso mientras empaco.

Ya son las 5 y tengo que salir ya, sino quiero perder el vuelo. Mi madre está despierta y me abraza con tanta fuerza que le toco la espalda, como se toca en el ring implorando que me suelte y haciendo como que me falta el aire y sonriéndole. A lo que ella responde con un beso en la frente aun mas grande

–Te quiero mi niña, cuídate mucho y come, que te pondrás flaca – me dice, lo que la verdad no entiendo por qué, toda mi vida he sido delgada, pero bueno, cosas de viejos jjaja, así le digo yo.

–Si mamá, si tengo hambre vendré para que me alimentes y me pongas rendondeta y grande – le digo riendo con lágrimas en los ojos pero sin querer llorar – no te vas a deshacer de mi tan fácilmente – el digo riendo.

–Qué lástima la verdad, acaba de irte ya, que después protestas porque se t va el avión y nos hechas la culpa – dice con una sonrisa, pero su rostro esta triste, me parte el alma verla asi.

–Anda niña, que hoy es el primer día de tu futuro – dice mi abuelo mientras me abraza y me da un beso en la cabeza

–Yo también te quiero – le respondo riendo, intentando no llorar y abrazándolo más fuerte aun
Me separo y cuando voy camino a la salida, regreso corriendo y digo

– ABRAZO GRUPAL!!!!! –  a lo que todos corren y terminamos parecidos a una bola de estambre, todos juntos. Mientras que mi abuela corre a la cocina y sale con pozuelo pequeño en la mano.

–Espero que te lo dejen pasar, es del dulce de ayer, se que t encanta y quería que tuvieras un poco para el viaje– me dice –no t lo comas todo de sopetón porque ya verás las consecuencias por glotona – continua, mientras me besa y me abraza– cuídate mucho por favor, y recuerda que tu abuela te quiere mucho.

–Yo también a ti Nena– le dije. Ella se llama Kenia pero todos le decimos Nena de cariño.

–Oye niña, si quieres llegar a tiempo, tienes que salir ya, vamos que te llevo las maletas – dice mi padre cogiendo el aza de una de ellas, pero creo que era más fuerte de lo que pensé, además, acabo de descubrir donde fue que eché todo lo que no debía, esa maleta pesa una tonelada

–Ya voy hombre, no me apures que siempre se me queda algo – me miro de arriba abajo y me falta algo –  siento la sensación de que me falta algo…. Ah sí, ya se, el reloj de pulsera que me regalo mi madre en mi cumpleaños, nunca me lo quito, pero bueno, parece que casi es la primera vez. Lo recojo y salgo.

–Bueno nos vamos o qué? –  dice un poco enojado el señor del taxi, un hombre mayor de más de 50 años, canoso, de tez oscura, por lo visto un poco gruñón y usaba lentes de sol a las 5 de la mañana, lo que todavía no logro entender el porqué si aun no ha amanecido, pero bueno, lleva casi 15 minutos esperando y escuchando pura despedida sentimental. 

–Lo siento señor, ya nos vamos – le digo amablemente, rezando porque no se haya aburrido y me deje aquí con todo y maletas 
Beso de nuevo a todos y me monto en el taxi, el chofer arranca y se pone en marcha, y al mirar hacia atrás y ya quedando a lo lejos, estaban las manos de mi familia diciendo adiós. Las lágrimas contenidas por fin salen de mis ojos y paso así bastante tiempo antes de llegar al aeropuerto. Veo sentada como pasan todos los caminos y veredas que conocí y recorrí desde hace años, hasta que al fin llegamos al destino.
 




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