Deja que la vida te sorprenda

Capítulo 2


Le pago al conductor, dándole además las gracias por el viaje y pidiéndole que me abriera la parte trasera del auto para poder sacar mis maletas. Y claro, todo no podía ser tan perfecto. Saco la maleta verde a rayas, y cuando estoy sacando la rosa, termino, no sé cómo, enredando la tira de la mochila, con un hierro del maletero y al tenerla abierta, buscando el dinero anteriormente, todo lo que tenia dentro termino en el suelo, por suerte todo estaba empaquetado, o no…
–Aaah siempre me tienen que pasar estas cosas???? Es en serio? No es justo. Ay el sándwich, no estaba envuelto– digo al momento que lo veo en un lindo charco de agua sucia, depositado a la orilla de la carretera, porque parece que había estado lloviendo anteriormente, o que eran aguas residuales, ahora mismo no sé, pudo haber sido cualquier cosa, pero a verdad no tenía tiempo de investigar que era.

Camino intentando recolectar todo, cuando una chica le pasa por encima a una de mis barritas de chocolate, era rubia, de unos 25 años, labios pintados de un rojo intenso, ojos azules,  de más de 1.70, no lo digo porque tuviera una forma de medirlo, sino porque era más alta que yo, mido 1.68, y tenía unos tenis azules preciosos por cierto, pero igual, era mi barrita. Solo se detiene y cuando pienso que al menos se va a disculpar dice:

–Oye tú, quita tus porquerías del camino, aquí todos estamos apurados y acabas de manchar mis nuevos tenis.

–Oh, gracias por tu disculpa, lo que acabas de asesinar, era mío– le digo
A lo que responde – y mis zapatos cuestan al menos  dos mil de esas porquerías, así que agradece que no te eche de aquí a patadas– girándose y dándome la espalda y continuando su recorrido.

–Mira estúpida…yo... – le estoy diciendo en el momento que otra chica me toca del brazo

–Tranquila, déjala, no vale la pena, es una idiota, siempre es igual – me dice la chica amablemente.

–Si, ya veo, gracias– le digo de igual forma

Cuando me detengo a mirarla era una chica al parecer menor que yo, tal vez unos 18 años, morena, ojos oscuros pero estilizados, pelo castaño pero con unas ondas hermosas de colores pastel en tonos azul, amarillo y rosa, que vestía un lindo vestido corte A color azul y llevaba unas sandalias a juego. Pero no sé por qué me parece tan conocida esta chica, no me puedo quedar con la duda, se que tendré que preguntarle. Pero cuando salgo de mis pensamientos ella me está mirando

–Oye lo siento pero debo tomar el siguiente vuelo– me dice un poco desesperada

*ay tonta, el vuelo*

–Ay sí, yo también – digo con los ojos como platos, corriendo a toda prisa y aguantando mis maletas, ya ella las tenía en la entrada misma del aeropuerto por lo que vi.

Ya estoy sentada en el avión, sí, también es mi primera vez en esto, jamás había volado, y tengo unos nervios que me muero. Logro relajarme con unos audífonos y mis preciadas canciones románticas, que según mis amigos, creo que mi lista de canciones esta as que anticuada, pero yo soy feliz con ellas. Voy pegada la ventanilla, y a mi lado un señor, un poquito pasado de peso, que al parecer su asiento le quedaba pequeño, porque andaba con media nalga en el mío. Pero por una vez en la vida, necesitaba evitar problemas y dormir, que tengo los ojos que parezco mapache de las ojeras tan marcadas de pasar la noche sin dormir. Logro acomodarme, aunque un poco incómoda y entre Fonsi y Bisbal, logran que me quede profundamente dormida.
Como  2 horas después siento que alguien me toca del hombro me despierto y veo que la aeromoza, me está hablando

–Señorita, ya hemos aterrizado ya los pasajeros han llegado a su destino. Por favor necesitamos que usted también baje y recoja sus pertenencias– me dice amablemente

–Oh, gracias, claro que lo hare, perdón, en algún momento me dormí, lo siento. – le digo mientras voy recogiendo mi mochila y muerta de pena.

Después de todos los trámites pertinentes logro salir de ese aeropuerto infernal, me doy la vuelta y veo que es el más hermoso que he visto, aunque creo que solo e visto tres en mi vida, pero bueno, también cuenta mi juicio. Estaba lleno de espacios con sillas correctamente organizadas, el piso es un espejo de lo limpio que esta, podía ver mi reflejo en él y si no me equivoco creo que habían más de 30 tiendas de renombre en su interior, hasta un casino pequeño, no sé si la gente tiene tanto tiempo y dinero para eso, pero parece que si, porque siguen abiertos y con unos cuantos clientes.

Logro encontrar la salida gracias a un guardia de seguridad que me guió sino, aun estuviera atrapada en ese laberinto. Le hago una seña a un taxi que esta pasando y para un poco más lejos de lo que me gustaría, ando a correr con dos maletas y una mochila… acto heroico, la verdad. Cuando voy llegando, un chico abre la puerta y se monta en el taxi.

–Lo siento, ya voy tarde a una reunión urgente. Pide otro amiga. – dice descaradamente. Era un  chico de veititantos años, trigueño, ojos color miel, bastante algo y vestido de traje, con un color azul oscuro que le quedaba fenomenal. – vamos amigo conduzca hasta…– le dice al conductor antes de cerrar la puerta pero no puedo escuchar donde porque en ese momento el auto acelera y termino envuelta en una bocanada de humo negro.

–Pero, pero…– empiezo a decir– definitivamente este no es mi día – continuo diciendo y rotando los ojos.

Por fin logro llegar a la dirección que me dio mi madre de mi tía antes de salir, si había ido antes a visitarla, pero cuando era pequeña y ya no tenía idea de donde era. En la Avenida Central, justo al lado de la calle Román. Veo ante mí una casa monumental, con un arquitectura gótica, parece un castillo que data del Renacimiento. Lo primero que me llama la atención, es pasar por un arco de medio punto hermoso cubierto de una planta que nace como una enredadera, aunque creo que es un pequeño viñedo, muy curioso la verdad. Hay un arco puntiagudo en la entrada, donde está la puerta principal, con un hermoso Roseton de vitrales, que parece que te recibe una catedral, antes de tocar veo que la aldaba es un color dorado hermoso, gastado por los años, pero con forma de ave fénix.  Me atrevo a tocar esa maravilla, pero veo que son solo de decoración, hay un timbre.

*Claro tonta, como no va a haber timbre, capaz que estés el día dándole a la aldaba y nadie te responda porque están sentados tomando té en la terraza al final de la cuadra* – me digo  a mi misma.
Minutos más tarde de tocar el timbre, la que sale a la puerta, es mi tía, la señora Lucrecia Silva, hermana de Sarah Silva, mi madre.

–Buenos días ¿qué desea? – dice fríamente mirándome

–Hola tía soy yo, Paula– contesto, sin responder a su pregunta

–Paula? Ah, sí, tu madre, esa ingrata, ya me había llamado hace unos días, nunca pensé que vendrías realmente  pero bueno, ya estás aquí, si te mando de vuelta a casa mi “familia” seguirá diciendo que soy una mala persona, aunque ya me vale un poco lo que digan. Anda pasa. – me dice fríamente

–Gracias tía –  contesto por lo bajo y la sigo.
 




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