“Sheila era una mujer esbelta, de cabellos dorados como el sol y labios como de fresa. Era una mujer llamativa a la mirada de hombres y también mujeres. Ella era modelo. Una noche al salir de un desfile iba caminando hacia su departamento cuando un gato negro pasó delante suyo. Esto le trajo una rara sensación en su mente como de haberlo vivido ya. Había tenido un deja vú. A partir de ello, sus recuerdos la llevaron a la cantidad de gatos negros y de variados colores que había cruzado cuando trabajaba de prostituta en las calles de Río de Janeiro. Sheila lloró al recordar las caricias o, a veces, apretones de esos hombres desconocidos que la habían poseído. Fueron más de 300 noches las que había vivido de esa manera para pagar sus estudios de modelaje. Su alma había quedado marcada con graves heridas y a pesar de su actual exitosa carrera, se dio cuenta de que el fin no justifica los medios. Ojalá hubiera tomado otros caminos.”
Debemos tener sabiduría en cada decisión que tomamos porque nos pueden llevar a la maldición o a la bendición según sea lo que escojamos.