A mis casi 44 años de edad creí haberlo conseguido todo en la vida a raíz del éxito en mi profesión. Gané suficiente dinero, viajé, conocí hermosas mujeres y creí ser feliz, creí haber amado con profundidad. Creí que ya nada me haría falta en mi existencia pero acabaría dándome cuenta de cuán equivocado estaba.
Mi nombre es Oğuzhan Berli, actor de teatro, telenovelas y cine en mi país natal, Turquía pero ésta historia comienza en uno de mis esporádicos días libres como un simple vagabundo guiado por el viento con un bolso en la espalda y una cámara en mano.
Me casé a los 37 años con Nergis Kundakçi, una gran actriz y maravillosa mujer a quien conocí y de quien me enamoré profundamente durante el rodaje de una telenovela. Fuimos muy felices y nos amamos mucho en verdad o al menos eso creímos los dos hasta que los años fueron desgastando aquel mutuo sentimiento debido a incontables motivos.
Su excesivo trabajo y el mío hicieron que de algún modo nuestra relación acabará enfriándose sin muchos reparos. No tuvimos hijos y pienso que si quizás los hubiésemos tenido, las cosas habrían sido distintas en nuestro matrimonio. Quien sabe pero lo único cierto fue que nuestro amor, nunca echó semillas que dieran frutos y lentamente se abrió un abismo entre ambos que acabó llevándonos lentamente por caminos separados.
Pese a los problemas matrimoniales por los cuales atravesábamos constantemente, ella se negaba rotundamente al divorcio pues mantenía la esperanza de que pudiéramos superar aquellos malos momentos y volver a ser lo que fuimos alguna vez. Yo también lo deseaba y estaba dispuesto a intentarlo, sin embargo no conté con que mi corazón volvería a ser invadido por un nuevo sentimiento, una obsesión, un nuevo amor, una nueva e inesperada pasión.
En uno de mis esporádicos viajes, fui a Inglaterra (Londres para ser exacto) como simple turista y mientras tomaba unas cuantas fotografías, la vi. Tuve ante mis ojos al ser más especial que jamás había visto antes, una pequeña dama tan hermosa y delicada cual una auténtica muñeca de porcelana, de esas reliquias milenarias que solo se hallaban de una en un millón en las casas de antigüedades.
No sé cómo pero llegué hasta un desfile de mascotas en Hyde Park, esos eventos donde las personas llevaban a sus perros, gatos, llevaban donaciones y los organizadores promovían la adopción de animalitos abandonados y rescatados. En ese lugar, la conocí a ella, rodeada de unos cuantos perritos que la tenían encantada y en compañía de un sujeto que por la forma en que se comportaba con ella, parecía ser alguien bastante cercano a sus afectos.
A aquel hombre yo lo conocía, su nombre era Edward Hans, un actor muy famoso y reconocido en Hollywood, no así a ella quien aparte de ser un absoluto encanto, desconocía por completo, de quien pudiera tratarse.
Para postularse a la lista de adoptantes, las personas debían formar una fila a la cual me metí sin pensarlo dos veces, todo con tal de llegar hasta ella, poder verla más de cerca, hablarla y oír su voz.
Quien hacía las anotaciones de los formularios era aquel actor, junto a otros conocidos y no tanto, pero esos a mí no me importaban. Yo deseaba hablar con aquella dama y al llegar mi turno en la fila, fue lo que hice.
— ¡Quiero adoptar un gato! —Dije observándola únicamente a ella—
— Debes llenar un formulario de adopción —Aclaró aquel actor pasándome una hoja y un lápiz—
Fue lo que hice y lo devolví de inmediato.
— ¿Turquía? ¿Piensas adoptar una mascota, viviendo tan lejos? —Dijo el sujeto observando la hoja—
— Así es... ¿Algún problema con eso? Lo llevaré conmigo a mi casa.
— En realidad no es problema alguno —Dijo observándola a ella quien seguía sin decir nada—
Al cabo de unas cuantas gestiones más ya pude escoger un gato para adoptar pero lo más importante para mí, finalmente me acercaría hasta ella y oiría su voz.
Los gatitos estaban en una jaula vigilada por aquella preciosa de alguna galaxia desconocida y yo me acerque a tomar uno para llevármelo a conmigo.
— Lo cuidaré muy bien, te lo prometo.
— Bien, porque si no lo haces estarás metido en problemas —Habló finalmente dibujando en su rostro una frágil sonrisa— De todos modos no comprendo porque quieres adoptar un gato si Turquía es el país de los gatos —Acotó dejándome completamente hechizado—
— ¿Nos vamos a almorzar? —Irrumpió de inmediato aquel actor, besando su mejilla, rompiendo mi encanto y dejándome sin más oportunidades de seguir hablando con ella— Ron y Marie quedarán a cargo —Recalcó—
Ella, sin aceptar pero tampoco sin negarse, acabó dejando a sus gatitos a cargo de otra persona y se fue con él. Pese a eso yo no iba a rendirme ni mucho menos resignarme a no volver a verla y los seguí entonces sin que se percataran y llegué hasta un hotel donde al parecer ambos se hospedaban. Posteriormente volví al mío para dejar allí al gatito y retornar.
Mi intención no era quedar como un lunático obsesivo, solo deseaba saber un poco más sobre ella. Al menos su nombre.
Ellos habían quedado en ir a almorzar juntos y no supe si lo hicieron. Quizás sí pero una mujer llegó minutos después que, yo y en recepción preguntó por Edward Hans quién acabó bajando para marcharse con ella.