Agatha no deseaba ver a nadie, no quería hablar con nadie. Ni siquiera conmigo y pidió entonces no se molestada.
Yo no podía hacer nada al respecto y creí conveniente dejarla sola y respetar su decisión, al menos por un día, deseando que aquel estado de ánimos mejorara y yo pudiera volver nuevamente a estar junto a ella. Fui al Hotel y aproveché la ocasión para encargarme de ciertas cuestiones personales y laborales que había dejado desatendidas, como el inicio de proceso de mi divorcio con Nergis.
Llamé a Baymaz mi abogado y mejor amigo éste me aseguró que todo iba bien encaminado pues al tratarse de un divorcio de mutuo acuerdo y de un matrimonio sin hijos, todos los trámites debieran ser cortos y sin inconvenientes.
— Ya le entregué al juez el acuerdo mutuo sobre los bienes matrimoniales, sin embargo será necesario que estés aquí en cuanto se emita una fecha de comparecencia, Oğuzhan.
En aquel instante no hallé obstáculos en volver a Ankara en cuanto fuese necesario conforme a la audiencia establecida por el Juez y quedé tranquilo sabiendo que gracias a Baymaz todo iría por buen camino. Por otro lado, en cuanto al trabajo, tuve que declinar sobre varios proyectos en los cuales había confirmado mi participación.
A mediados de octubre yo debía conformar el elenco del rodaje de una nueva serie televisiva pero me hallé descolocado de todo aquello, sin capacidad momentánea de sostener mi papel de manera responsable. Agatha era todo lo que poseía en mis pensamientos, mis sentimientos hacia ella se habían acrecentado y mi decisión de permanecer a su lado se hizo inquebrantable.
Cuando ya me disponía a volver al hospital, recibí un llamado de la Dra. Loan, diciéndome que Agatha había escapado del hospital. Quedé sumergido en una angustiante desesperación, reclamándole a aquella doctora cómo fue posible que sucediera tal cosa puesto que debía haber una enfermera velando su habitación en todo momento.
No supo que responderme al instante y yo no supe de qué manera proceder. Colgué la llamada poniéndome a pensar a donde iría Agatha y lo primero que se me pasó por la mente fue Ámsterdam ¿Pero cómo iría allá si todas sus pertenecías se encontraban en el Hotel? Si quisiera ir allá, debía antes pasar por su maleta —Pensé—
Quedé algo tranquilo entones pero al recordar que antes de eso me había pedido que le llevara su bolso, volví a mi estado de pánico. Si todos sus documentos se encontraban en aquel bolso, ella ya podría encontrarse en cualquier lugar sin que yo supiera absolutamente nada sobre su paradero.
Desesperado me dispuse a hurgar entre todas sus partencias con esperanzas de hallar sus documentos pero no los encontré. Fui entonces hasta el Hospital donde me reafirmaron que no pudieron encontrarla.
¿Qué me quedaba por hacer? Lo pensé una y mil veces hasta que se me ocurrió que Edward Hans podría estar detrás de aquello. Difícilmente lo ubiqué y al hallarlo le reclamé donde tenía a Agatha, a lo que él, negando en todo momento dijo que no sabía nada.
— ¿Así decías que ibas a cuidarla y ahora te apareces aquí diciéndome que no sabes a dónde fue?
— Todo esto es culpa tuya ¿Pretenderás ahora limpiar tu conciencia echándome la culpa a mí? Nunca te importó Agatha y supongo que no te importará saber si se encuentra bien o mal.
— Cierra la boca que no tú no eres nadie para cuestionar mis sentimientos hacia ella –Encaró tomándome del cuello de la camisa— Iré a buscarla y si la encuentro, ten por seguro que no volverás a verla jamás en tu vida ¿Entiendes?
— ¿Y es que acaso tú sabes donde puedes encontrarla? Vine hasta aquí con las esperanzas de encontrarla contigo y que no se encuentre en el lugar donde temo que pudiera estar. Es todo —Culminé abandonando el lugar—
— Si sabes dónde hallarla tienes que decírmelo —Pidió interponiéndose delante de mí—
— Apártate de mi camino o juro que no dudaré en darte lo que mereces.
— No vuelvas a amenazarme porque no te tengo miedo. Seré yo que quien vaya a buscarla a Ámsterdam porque de seguro es allá donde se encuentra. Hablaré con ella y en cuanto solucionemos nuestros problemas ella decidirá quedarse a mi lado porque sé que me ama del mismo modo que yo, la amo.
Haciendo caso omiso a sus absurdas palabras, lo empujé de mi camino, volví al hotel por mis pertenencias y las de Agatha y esa misma tarde, casi caída la noche, partí rumbo a Ámsterdam.
Al llegar, no tuve idea sobre donde pudiera hallarse su casa, de todos modos era muy poco probable que fuera a quedarse en un lugar donde Edward Hans la encontraría con facilidad.
Una vez instalado en un hotel, me puse a buscar entre las pertenencias de su maleta y hallé dentro de las páginas de un libro, una tarjeta con un número telefónico correspondiente a un tal Gerrit Bakker. Llamé y resultó ser sueño de una pequeña librería en Spui al cual fui bien temprano a la mañana siguiente con intenciones de que me diera algún tipo de información sobre Agatha.
— La conozco —Afirmó aquel hombre al enseñarle una foto de ella que yo guardaba en mi teléfono móvil— Vino aquí varias veces e incluso manifestó su deseo de participar de las exposiciones literarias que organizamos en cada apertura de otoño. Evento que por cierto, se encuentra muy cerca y ella no me ha confirmado su participación.
— Quizás no ha tenido tiempo y lo hará pronto —Dije— ¿De casualidad sabe dónde puedo hallar la casa donde vive?