Luego de tantos incidentes, de tantas idas y venidas, de tantos hospitales, un poco de tranquilidad finalmente se instaló entre mi adorada Agatha y yo. Al abandonar el hospital, permanecimos en el hotel por un par de días hasta que ella manifestó su deseo de querer volver al apartamento donde vivía.
— ¿Me darás hospedaje allá?
— ¿Y si te dijera que no?
— Mmm… Dormiría en el pasillo junto a tu puerta.
— Estás muy loco en verdad, Oğuz —Sonrió repentinamente como hacía rato no lo hacía— Tú no perteneces a este lugar y deberías considerar en volver a tu país, a tu vida de siempre.
— Solo volveré a mi país contigo y aún no te he convencido de ir a vivir allá.
— ¿Qué hay de tu trabajo? No puedes dejarlo así como si nada.
— Puedo y de hecho ya lo hice.
— ¿Qué dices?
— Lo que ya oíste y no intentes que cambie de parecer.
— ¿Qué has hecho de Min?
— Lo envié a Ankara, allá Farah cuidará bien de él —Aseguré, refiriéndome a mi fiel mucama de la casa—
— ¡Inocente! ¿Cómo pude dártelo en adopción? —Dijo con mucho enfado—
— Pero estará bien cuidado. Te lo estoy diciendo.
— No tendrá amor y cuidados de su amo. Lo utilizaste únicamente para acercarte a mí.
— Lo cuidaremos juntos en cuanto vayamos a vivir a Ankara o a Estambul.
— ¿Y qué te hace pensar que yo iré a vivir a otra parte?
— ¡Tamam! Si no quieres ir a vivir en Turquía, lo traeré de regreso y viviremos aquí.
— ¿Te pusiste en plan de sacarme de mis casillas?
— ¡Jamás! Yo sólo contesto tus preguntas.
— No quiero que vuelvas a intervenir en mis asuntos, Oğuzhan. —Advirtió saliendo de la habitación, con su bolso y su maleta—
— ¿Asuntos? ¿Te refieres a haber intervenido en tus intentos de quitarte la vida?
— Déjame en paz.
— Lo haré si me lo dices de frente y mirándome a los ojos —Exigí poniéndome delante de ella— Puedes decirlo de nuevo.
— Apártate de mi camino.
— Dímelo...
— No puedo porque no quiero que te vayas pero me siento muy cansada, sin ganas para nada más en mi vida —Dijo comenzando a llorar— Yo no podría hacerte feliz, Oğuz.
— Claro que puedes, mi amor. Déjame Amarte Agatha, donde sea, donde tú prefieras. En esta ciudad de perdición, a orillas del infierno, déjame cuidarte; si estás cansada, descansa en mí y me harás el hombre más feliz del mundo.
No volvió a pedirme que la dejara en paz, ella simplemente se aferró a mí y me pidió que fuéramos a su casa.
— ¿Me darás hospedaje, entonces?
— Soy una persona considerada y no te dejaré dormir en el pasillo —Dijo mientras yo secaba sus lágrimas—
— Peki... ¡Vamos! —Dije tomando su mano—
¿Cuánto tiempo me tomaría convencer a Agatha de mudarse conmigo a Turquía? No tenía siquiera la más pálida idea pero aquello no me quitaba el sueño en absoluto.
Todo lo que deseaba era estar a su lado y finalmente lo había logrado. Aún quedaban cosas por solucionar desde luego pero poseía la esperanza firme de que todo marcharía bien desde aquel momento.
A la mañana siguiente la desperté a besos y me dispuse a prepararle un delicioso desayuno.
— ¿Sabes preparar desayuno?
— Claro que se preparar desayuno ¿Por quién me tomas?
— La nevera está vacía, Oğuz. Toda la cocina, de hecho —Sonrió— Debo ir al supermercado.
— Tamam… Te llevaré entonces a desayunar a algún lugar por aquí cerca. ¿Quieres?
— Si.
La dejé sola para que se alistara y mientras lo hacía yo fui a separar la medicina que mi Agatha debía tomar esa mañana.
— ¿Dónde tienes mi neceser?
— En un lugar donde solo yo podré controlar lo que tomas. Pero aquí tienes lo que debes ingerir ahora mismo, mi amor.
— No puedes disponer de mis cosas de esa manera —Reclamó algo enfurecida llevando la píldora a su boca—
— Bebe un poco de agua.
Luego de beber el vaso de agua que le pasé, nos dispusimos a salir hasta un café que se encontraba a la vuelta de la avenida 14 y visiblemente molesta, no me habló en todo el camino y pidió su desayuno sin más pérdida de tiempo.
— ¡Muero de hambre! —Exclamó tronándose los dedos—
— No hagas eso, mi amor —Supliqué alarmado, tomando y besando sus delicadas manos—
— ¿Hacer qué? ¿Qué sucede contigo, Oğuz?
— Podrías lastimar tus delicadas manos.
Agatha pidió leche descremada y unas medialunas. Yo pedí lo mismo y cuando acabamos, fuimos a dar un paseo por los alrededores de una plaza pues dijo que necesitaba caminar un poco.
— Es muy bonito este lugar ¿Cierto, Oğuz?