Déjame Amarte

CUPCAKES

Un par de días después volvimos a Ámsterdam y llevamos con nosotros a Min debido a que consideraba aún improbable la posibilidad de establecernos en Turquía pues Agatha debía viajar a Los Ángeles y conforme a lo que fuera a suceder con respecto a las propuestas que le hicieron, sabríamos con exactitud nuestro verdadero lugar.

Ella necesitaba gestionar algunos papeles y asesorarse sobre algunas cuestiones, entonces fue hasta la Librería de Gerrit Bakker donde el mismo la ayudaría con ciertas cuestiones. Mientras ella permaneciera allí yo me dispuse a recorrer la ciudad en busca del mejor anillo de compromiso para mi amada, el más resplandeciente, el que pudiera hacer honor a su delicada mano.

Recorrí las mejores joyerías de Ámsterdam y finalmente encontré lo que estaba buscando. Mi Agatha no se merece menos que esto —Pensé observando desde la vitrina el anillo por el cual finalmente me había decidido—

Llegué al departamento y me puse a idear la manera en la que le pediría que se casara conmigo pero no sé me ocurría nada y quizás era por el hambre que me había atacado repentinamente —Pensé y sonreí—

En la cocina hallé una caja de Cupcakes aun selladas que le habían traído a Agatha en la mañana y supuse que no se molestaría si yo la abría y me comiera un par. Poco después, fui por provisiones al supermercado pues se me había ocurrido preparar una deliciosa cena para cuando ella regresara.

Volví y me puse manos a la obra en la cocina y estuvo listo pero conforme fueron pasando las horas, comencé a sentirme raro, mareado, algo sofocado y a la vez eufórico. No sabría expresarlo con exactitud, el corazón se me había acelerado y la respiración se me había vuelto algo dificultosa.

— ¿Oğuz? ¿Qué te sucede, mi amor? —Oí a lo lejos mientras yacía recostado sobre la cama observando el techo—

Era mi Agatha quien finalmente había llegado al apartamento y entonces me senté y la abracé con todas mis fuerzas colmándola de profundos

— Tengo algo para ti —Dije llevándola hasta la cocina—

La mesa estaba puesta y me dispuse a servir la cena pese a que continuaba sintiéndome muy extraño.

— Espero que te guste mi Agatha —Expresé mientras todo lo que deseaba en ese instante era comerla a besos, morderle esos tiernos labios y sentirla mía desde lo más profundo de su ser—

— Déjame probar que tan buen cocinero eres —Expresó probando un bocado—

— ¿Qué te parece?

— ¡Me gusta! Está muy buena —Contestó besando mis labios—

— ¿Quieres casarte conmigo, mi Agatha? —Le propuse finalmente sin preámbulos aún sabiendo que aquella no era exactamente la manera en la que deseaba pedirle matrimonio—

Sin embargo saqué el estuche de mi bolsillo y lo abrí enseñándole el anillo que colocaría en su delicada mano.

— ¡Oğuz!

— ¿Quieres? ¿Si vas a casarte conmigo?

— ¡Si quiero! ¡Por supuesto que quiero, Oğuzhan!. ¿Nos vamos a casar ya? ¿Dime cuando?

— Será cuando tú quieras, mi amor.

Ella no dijo nada más en esos instantes, simplemente me abrazó y me llenó de unos besos que hicieron que yo ya no me pudiera contener.

Un calor se expandió por todo mi cuerpo como unas ganas que se desbordaron descontroladamente e impedieimpedieimpedier que me contuviera. La desee de un modo completamente indebido e impropio para mi Reina de Cristal pero fui vencido por mis impulsos y mis repentinas ganas de poseerla, de sentirla mía y de nadie más.

Agatha no me ayudó en aquella imposible misión de detenerme y se dejó arrastrar por mi irracional conducta. En ese instante aún no sabía lo que sucedía conmigo y es que tampoco me preocupé en averiguarlo y cuando finalmente lo supe, ya fue demasiado tarde pues Agatha y yo, acabamos en la cama aquella misma noche.

Sumergidos los dos en las ganas, en el deseo desenfrenado y el placer.

Al amanecer, su bello rostro fue el sol que me dio los buenos días y su voz, la dulce melodía que cantaba mi nombre.

— Finalmente despiertas, Oğuz. Ya estabas preocupándome.

— ¿Preocupándote porqué mi Agatha?

No caí en cuenta de inmediato sobre lo que había ocurrido y de hecho poco o nada recordaba cosas hasta que me percibí desnudo bajo las sábanas.

— Ya veo que el sexo te lanza a un sueño profundo.

— ¿De qué estás hablando mi Agatha? ¿Cómo fue posible?

— Tampoco lo supe hasta esta mañana. No me explicaba ese desenfreno sexual tuyo, siendo tú tan correcto y puritano —Rió—

— ¿Desenfreno? —Pregunté despavorido observándola—

— Quita esa cara o creeré que estas arrepentido. Mejor levántate y vamos a desayunar.

— Juro por Allah que no sé lo que me sucedió, Agatha. Esto no debía ser así.

— No metas a Allah en tus cochinadas.

— No me digas eso que me harás sentir peor. Te prometo que no se lo que me sucedió, yo comencé a sentirme mal, mareado, aturdido. No sé explicarlo, el corazón me latía muy de prisa. Quizás sea algún síntoma de algo y deba ir al doctor.



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En el texto hay: drama, amor, perceverancia

Editado: 30.08.2021

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