— Tu bebé está sana, Agatha y si no me crees. Aquí están todas las pruebas —Dijo pasándole el archivo con los resultados— Los genes no presentan alteraciones de ningún tipo por lo tanto no presentará anomalías ni enfermedades congénitas o hereditarias.
Con aquellas palabras, aquel médico le había devuelto la vida a mi esposa, la sonrisa, el brillo en sus ojos y no existía felicidad más grande que esa para celebrar aquel día y todos los demás que estaban por venir. Agatha se echó en llanto pero esta vez fue de inmensa felicidad y aferrada a aquel archivo que acabaría leyendo una y mil veces hasta convencerse de que todo estaría bien en verdad con aquel pequeño ser que cargaba en su frágil vientre.
— ¡Tendré una niña! ¡Te daré una hija, mi amor! Yo juro que por mi bebé soportaré todo el dolor que sea necesario pero tendré a nuestra pequeña entre mis brazos, Oğuz. ¡La tendré!
— ¡Así es mi vida! Allah es muy grande en verdad. No sabes cuanto le rogué por una noticia como ésta.
— ¡Tendremos una niña, Oğuz! ¡No lo puedo creer! —Exclamó haciendo a un lado finalmente, sus lágrimas—
Tras los resultados del amniocentesis, ya no había razón para temer. Claro que mi esposa debía tener cuidados especiales, visitar el hospital periódicamente para chequeos y continuar con sus fisioterapias de un modo leve.
En vista de que muchos de sus medicamentos le fueron suspendidos por su estado de embarazo, sus dolores articulares le ocasionarían momentos malos en verdad pero su fortaleza estaba dispuesta a sobrepasar todos los dolores y todas las adversidades que fueren necesarios.
— ¿Todo está bien mi amor? Estás un poco raro.
— ¿Por qué lo estaría?
— No lo sé. Dímelo.
— Yok... Son ideas tuyas, cielo. Simplemente hemos tenido una semana agotadora ¿No crees?
— Lo creo pero al fin iremos a casa. Oğuz. Allá podremos descansar mejor —Dijo acariciando mi mejilla—
— Lo haremos mi amor y en la casa yo cuidaré mucho de ti.
Cuando finalmente volvimos a casa, Agatha quiso darse un baño en la tina, uno de esos que ya le urgía, según sus propias palabras.
Pesé a que todo estaba bien según los médicos, ella nunca dejaba de estar alerta y nunca dejaba de cuidarse a cada paso que daba. Cada movimiento le resultaba como una acción sagrada que debía respetar por el bien de nuestro bebé.
— Farah, por nada del mundo quiero que te separes de mi esposa cuando yo no esté en la casa. Comenzaré a trabajar pronto y tú serás su mano derecha en todo. Anladın mı?
— Anladım Berli bay! Sabe que la cuidaré muy bien. Disculpe que le pregunte ¿No le contó a su esposa lo sucedido con la Sra. Nergis? —
— Hayır! De ninguna manera. Ese asunto no se tocará jamás en esta casa ¿Tamam mı?
— Tamam!
— Aún no puedo creer semejante descaro de Nergis. Pensó que podía verme la cara de idiota a tal magnitud con sus mentiras —Dije sin poder evitar expresar mis nervios—
Afortunadamente yo había mejorado lo suficiente de mi lesión en la columna, tenía a mi esposa conmigo y por lo tanto era momento de volver a mis actividades. Necesitaba trabajar aunque eso implicara tener que dejarla por largas horas.
Como una semana más tarde ella había recibido su primer pago por los derechos otorgados de su novela. Era una buena cantidad de dinero por lo que la dejó pensando en que haría ella con todos esos ceros.
— Bueno, tengo un refugio de animalitos rescatados que mantener —Dijo finalmente—
Agatha en verdad poseía un refugio de animalitos rescatados e incluso una página web y otras en las redes sociales con innumerables voluntarios destinados en varias partes del mundo y siempre decía que era una de las pocas cosas que la enorgullecía.
— Luego iré comprando todas las cosas indispensables para nuestro bebé.
— Mi amor, de todo eso me encargaré yo y lo sabes.
— ¿Eres acaso de esos, Oğuzhan?
— ¿De esos, quienes?
— Orgullosos que no permiten que las mujeres gasten dinero en la casa.
— ¡Agatha! Solo dije que yo me haré cargo de las cosas de nuestra hija. Con éste nuevo proyecto que acabo de aceptar, tendré buenos ingresos. Los suficientes para que a mi reina y a mi princesa no les falte nada. ¿Qué sucede? ¿Por qué me miras de esa manera?
— ¿De qué manera estoy mirándote? —Preguntó besando mis labios mientras acariciaba mi cabello— Quiero descansar un poco. —Recalcó—
La acompañé hasta la habitación y la ayudé a recostarse. Nuestra cama estaba repleta de almohadones, la ubiqué como más cómoda se sentía y allí no tardó mucho en dormirse.
Era uno de esos días de mucho dolor y pese a que lograba convivir con ellos, en ocasiones parecían derrotarla por completo. Yo no quería dejarla pero debía ir a trabajar. Tenia una nueva oportunidad de volver a lo mío y no la podía desaprovechar.
— Agatha, estarás en buenas manos, yo volveré para tu cirugía.
— Primero Loan y ahora usted. ¿Qué tal qué me suceda alguna cosa mientras no esté aquí, Dr.?