En la casa nada había cambiado y luego de los resultados de la prueba de ADN, las cosas empeoraron. Aquella niña resultó en verdad ser hija mía y era algo que no pude ocultárselo a Agatha.
Nunca la había engañado, nunca le mentí ni le oculté cosas. Si de principio no quise comentarle que Nergis había ido a la casa, fue por su estado riesgoso de embarazo, pero de todos modos mis explicaciones no la hacía cambiar de actitud.
Mis noches se hacían eternas durmiendo en el sofá y mis días, horribles padeciendo su silencio. Creí haberlo hecho todo de manera correcta, pensé que nada ni nadie nos perturbarían jamás y que seríamos muy felices viviendo en Bebek pero todo aquello había generado un inmenso muro entre los dos que difícilmente me costaría derribar.
— ¿Por cuánto tiempo estarás así conmigo? —Pregunté rodeándola entre mis brazos— No podemos seguir de esta manera, Agatha.
— No quiero que te acerques a ellas, Oğuzhan. Si tú haces eso, yo te juro que me iré de este lugar, no volverás a verme jamás y nunca conocerás a tu hija. Será tu decisión.
— Sabes que yo jamás optaría por perderte. Todo será como tú quieras, mi amor.
— La niña que llevo en mi vientre será tu única hija. La primera y la única. Prométeme, quiero oírte decirlo.
— Te prometo que así será, Agatha —Le dije sin siquiera pensar en las implicancias de aquellas palabras—
En aquel instante no dimensioné la promesa que le había hecho pues no tenía idea de todo lo que vendría luego de aquella prueba de ADN. Desconocía las intenciones de Nergis y que exigencias me demandaría con respecto a la niña.
Le deje en claro que me haría cargo de aquella responsabilidad pero luego de lo que me había hecho, estaba convencido de que sería capaz de todo con tal de arruinarme la felicidad que ella no logró con aquel hombre.
Muchas cosas me pasaron por la mente en aquel instante pero lo único cierto fue que mi corazón volvió a latir. Con sus besos y abrazos, mi Agatha me devolvió la alegría y mi pequeño espacio en la cama junto a ella.
— Tú eres mío Oğuz. Sin ti no me interesa vivir y lo sabes.
— No hables así mi amor que tú nunca estarás sin mí.
Desde que conocí a Agatha supe de su carácter complicado y difícil pero aquello se agravó desde aquella noche y yo me vi sumergido a toda su voluntad pues lo que menos deseaba era descontentarla. Se volvió posesiva, celosa y amenazante, un poco más cada día y me tendría amarrado de creerlo necesario.
— Tenlo todo listo que este es un buen momento para que Agatha y yo nos casemos legalmente.
— Pero si todo lo tengo listo desde hace meses —Dijo mi amigo Baymaz—
— Peki! Con la celebración de nuestra boda le daré una sorpresa muy bonita a mi Agatha.
— ¿Eso significa que ya todo está bien?
— Evet… De todos modos no sé por cuanto tiempo las cosas estarán de este modo. Mi madre y mi hermana se han puesto de lado de Nergis y estoy seguro que eso implicará más problemas para mí.
— No debería ser un problema, Oğuzhan. Nergis cometió el error de no hablar sobre su embarazo antes del divorcio por lo tanto debería dar gracias que no te has negado en hacerte cargo de esa niña.
— A final de cuentas es mi hija y no puedo ignorar tal cosa Baymaz.
Una de esas esporádicas horas libres de trabajo en la mañana, le pedí a mi esposa que se alistara pues deseaba llevarla a un lugar especial. Me insistió desde luego en saber que lugar era ese pero no le debelé nada hasta llegar al sitio.
— ¡Tú y yo casaremos mi amor! Legalmente y en verdad espero que aceptes —Le susurré—
— ¡Oğuzhan! —Exclamó con asombro y brillo en sus ojos— ¿Crees que no aceptaría?
— Dímelo.
— ¡Claro que acepto mi amor! ¡Yo acepto!
Ella me rodeó entre sus brazos, me llenó de besos y como una repentina obra de magia, su rostro se llenó de luz y encanto, cosa que en verdad costaba mucho lograr en ella.
No deseaba involucrar a nadie en aquel pequeño pero significativo acto, sin embargo requerimos de cuatro testigos y le pedí a Baymaz como un favor más que también se encargara de eso. Todo estuvo listo cuando llegamos al salón donde nos casaríamos y nada más fue cuestión de que el Juez iniciara en breve acto protocolar para que firmáramos los papeles del mismo modo que los testigos para considerarnos legalmente unidos.
— Ahora ya me perteneces completamente. Doğru?
— Doğru aşkım! Tú también ya me perteneces completamente. —Le dije on par de ligeras vueltas para verla encantadora luciendo ya ese frágil y maravilloso vientre—
— ¿Volvemos a casa?
— Volveremos pero antes te llevaré a cenar a un restaurante con la vista más maravillosa del Bósforo.
Las cosas parecían haber vuelto a la normalidad y pudimos disfrutar de nuestra paz que por desgracia no tardaría mucho en quebrantarse de nuevo.
Agatha iba ingresando a la semana 21 de embarazo. Como dije, el vientre ya se le notaba y la tenía cada día más hermosa. Uno de sus días de buen ánimo, quiso ir de compras y Farah la acompañó. Necesitaba ropa nueva y animarse también a comprar las primeras cosas para nuestro bebé. Cada día le hacía más ilusión nuestra hija pero el miedo la seguía asechando de tanto en tanto pese a que todo continuaba marchando bien con el embarazo.