— ¿Qué haces aquí?
— Agatha tienes que escucharme por favor.
— No tengo nada que escucharte. ¿Qué significa esto? Suéltame.
— No voy a soltarte hasta que aceptes hablar conmigo. Mi amor por favor.
— No me llames de esa manera.
— Te llamo así porque siempre serás el amor de mi vida aunque tu te empeñes en creer que mis sentimientos hacia ti algún día podrían acabar. ¿Hablemos, quieres?
— ¿Sobre qué? Lo qué tengas que decirme, dilo de una vez y luego me dejas en paz.
— Se lo que sucedió y se que ahora ya no tienes a nadie que cuide de ti.
— ¿De qué estás hablando, Edward?
— Está es nuestra oportunidad para irnos Agatha. Yo cuidaré de ti y también de tu hija. Iremos a dónde quieras y empezaremos una nueva vida, juntos.
— Te volviste loco en verdad. Déjame ir ahora.
— ¡Agatha! Piénsalo por favor.
— No tengo nada que pensar y no hables como si mi esposo hubiese muerto.
— Es como si lo estuviera ¿Qué vida podría ofrecerte un hombre que quedó en esas condiciones?
— Cierra la boca.
— No tienes muchas opciones, Agatha. Estoy ofreciéndote nuevamente mi corazón, mi vida entera. Déjame Amarte como antes y cuidarte. Ven conmigo y libérate de ese peso que cargas
— Tengo que llegar a mi casa. Apártate de mi camino, Edward.
— No tenemos mucho tiempo, Agatha. Te esperaré a media tarde en el café de la esquina para que conversemos.
— Si no tienes mucho tiempo, puedes volver por donde has venido.
— A las 3:00 p.m. te estaré esperando.
— Me estás lastimando Edward.
— Te espero a esa hora y no faltes porque si lo haces, iré a buscarte a tu casa y supongo que no querrías que yo hiciera tal cosa.
Me había dicho que no se tardaría pero lo hizo y ya comenzaba a preocuparme, aun así no tenía más remedio que esperar con impaciencia a que llegara mi esposa.
— Siento haberme tardado un poco, mi amor —Se disculpó con esos besos que definitivamente formaban parte de mi alivio y del motor de mi vida—
De todos modos se veía algo extraña, exaltada quizás y aquello comenzó a alarmarme. Tomó a nuestra hija entre sus brazos y se sentó junto a mí. Quizás solo estaba algo molesta conmigo por aquella cuestión de querer volver a Ámsterdam —Pensé—
Al rato tocaron la puerta, Farah fue a ver y era nueva mente aquel fiscal quien pidió hablar con mi esposa.
— Hemos vuelto a tomar la declaración de la Sra. Nergis Kundakçi y en vista de que toda esta situación podría afectarla seriamente, ha confesado toda la verdad.
— ¿Y que fue lo que dijo?
— Efectivamente existe una tercera persona. De manera indirecta, claro pero que también tenía motivos aparentes para ver perjudicado al Sr. Berli.
— ¿Qué dice?
— El Sr. Cihan Alkan, pareja de la Sra. Kundakçi es una persona adicta a los juegos de Azar, contaba con muchas deudas y no hace mucho, le embargaron todos sus bienes y agregado a eso, se enteró que la hija que esperaba la Sra. Kundakçi era de su ex esposo. A partir de ese momento comenzaron los chantajes y las extorciones. Todo aquello que la Sra. Kundakçi le exigía al Sr. Berli para su hija era en realidad producto del chantaje del Sr. Alkan. Este necesitaba conseguir el dinero para saldar sus deudas y fue entonces que todo este acto despiadado comenzó a gestarse. La idea era secuestrar a Sr. Berli y solicitar dinero a cambio de su liberación. Para ello utilizaron como un perfecto anzuelo a la Sra. Kundakçi para que su ex esposo fuera hasta las cercanías donde finalmente se llevaría a cabo el secuestro.
— No creo todo lo que estoy oyendo. Esta es una locura.
— El caso fue que el secuestro nunca llegó a efectivizarse pues uno de los involucrados en este hecho ordenó a los secuestradores que se deshicieran del Sr. Berli.
— ¿Porqué? ¿Quién querría hacerle tanto daño a mi esposo?
— No sabemos aún pero lo sabremos en cuanto atrapemos al Sr. Alkan. Estamos tras sus pasos ahora y muy pronto tendremos noticias al respecto. Les ruego que ante cualquier sospecha de alguna cosa no duden en avisarnos Sra. Berli.
¿Quién podría odiarme tanto para desear mi muerte? La implicancia de mi ex esposa ya me tenía profundamente sorprendido pues nunca hubiese sospechado siquiera que ella fuera capaz de desear para mí cosas malas. ¿Pero qué había de las demás personas? ¿Quiénes eran?
— Hay una persona, solo que no me cabe en la cabeza que él pudiera ordenar algo tan atroz como eso —Dijo Agatha entre llantos— Él no sería capaz.
— Si sospecha de alguna persona es importante que me lo diga, Sra. Berli.
— Él está aquí —Reveló observándome— Edward.
En aquellos instantes sentí que estallaría, quise levantarme de aquella silla y poder hacer mucho más que sólo oír y observar. Ese hombre no podía estar de nuevo metido en nuestras vidas ¿Cómo era posible que desde tan lejos haya sido capaz de reaparecerse para desgraciar nuestras vidas?
— Oğuz por favor cálmate, amor… No te pongas así. Si no te tranquilizas, puede darte otra convulsión y tendremos que volver al hospital.
Sentí mucho miedo por todo. Miedo de perder a mi esposa, a mi hija y toda razón para seguir viviendo. Si aquel hombre se atrevió a buscarla, estaba convencido de que haría hasta lo imposible para llevársela de mi lado.
— Tranquilízate ¿De acuerdo? —Suplicó una vez más—
— ¿Quién es ese hombre, Sra. Berli? ¿Dónde fue que lo vio? —Preguntó el Fiscal—
— Me salió al paso a unas cuadras de aquí. Ese hombre y yo estuvimos juntos tres años, luego decidí apartarme de su lado pero nunca aceptó tal cosa. Me pidió que nos encontráramos a la 3 p.m. en un café de la esquina y me advirtió que si yo no iba, él vendría aquí a la casa.
Mi esposa me pedía tranquilidad una y otra vez pero era imposible con todo lo que acababa de decir. Bajo ningún sentido quería que fuera a encontrarse con él pues yo prefería morir en ese mismo instante de un ataque que verla marcharse a su encuentro.
— Oğuzhan, yo no iré a ningún lado. ¡Ya basta! Cálmate por favor —Me pedía entre llantos mientras me abrazaba—
— Sra. Berli, nosotros iremos a aquel lugar. Necesitamos interrogar a aquel hombre. Enviaremos a un par de custodios aquí para que vigilen la entrada de la casa. Ya sabe que si cualquier situación se presenta, debe comunicarnos de inmediato y puede hacerlo personalmente conmigo o a través de la Unidad.