Para nuestro segundo día en Bloemendaal, mi esposa decidió que montáramos nuestro propio camping en la playa, con reposeras, sombrillas, una pequeña carpa para resguardar a la niña en caso de que quedara exhausta y quisiera dormir un poco, entre otras cosas indispensables para pasar el día.
— Voy a aplicarte protector, mi amor. No quiero que te me quedes como un cangrejo colorado —Dijo colocándose junto a mí— Extiende los brazos.
Hice lo que me pidió mientras observábamos de tanto en tanto a Hatice quien se encontraba bastante entretenida en compañía de Farah, jugando con sus juguetes de playa, razón por la que poco o nada le importaba lo que sucedía a su alrededor.
La Dra. Loan y mi amigo habían ido por bebidas y al rato volvieron juntos tal y como habían estado y de manera absurdamente disimulada desde que llegamos.
— Toma, hermano. Es exclusivamente sin alcohol para ti —Dijo colocando el vaso entre mis manos—
— La mía tampoco tiene alcohol por lo tanto no me mires así —Acoto Agatha— ¿No me crees? Bebe un poco para que sepas que no te miento — Reiteró dándome a probar un poco de su bebida que efectivamente no tenía alcohol—
— ¡Allah! ¿Esto es enserio? ¿En qué momento te volviste de esta manera, hermano?
— Há… No intentes hacer creer que Oğuzhan nunca fue de esta manera.
— Pues él no era así. Tú lo volviste paranoico.
Lo que me faltaba era que se pusieran a discutir por mí y en mi presencia, como si a su vez, la misma no existiera en ese instante.
— ¿Qué yo lo volví paranoico?
— Está discusión no puede ser verdad —Irrumpió la Dra. Loan—
— Lo volviste paranoico, sí. El amor causa esos efectos dañinos en las personas. Primero Nergis y ahora tú.
¿Qué? ¿Por qué tenía que mencionar a Nergis? No era necesario. Esto definitivamente se pondrá mal —Pensé—
— No me compares con esa bruja que le ha hecho tanto daño a mi esposo.
¡Exacto! ¿Acaso se había vuelto loco?
Debido a dicha comparación, la discusión entre ambos pudo haber proseguido por más tiempo pero a mi pequeña Hatice no se le ocurrió mejor momento que ese para ponerse de pie y dar sus primeros pasos. Acción que hizo que yo, en medio de mi emoción intentara vanamente hacer que mi esposa volteara a ver.
De los cinco presentes, la Dra. Loan, Farah y yo pudimos ver aquella fugaz hazaña de mi pequeña. No así Agatha y Baymaz quienes al percatarse de que algo había sucedido, ya fue demasiado tarde.
— ¡Hatice se puso de pie, Agatha! Dio unos pasitos y volvió a caer. —Exclamó la Dra. Loan acercándose a la niña—
Fue exactamente lo que ocurrió y mi esposa se lo perdió por andar discutiendo sin sentido con mi amigo.
— ¿Cómo es posible? No despegué mis ojos de ti todos estos días esperando a que dieras tus primeros pasos mi amor. A ver… levántate y muéstrame lo que has hecho. —Pidió extendiendo sus brazos sin nada de éxito—
Sonriéndole a su madre se negaba con la cabeza dando a entender que no lo volvería a hacer, al menos por ese día.
— Esto es culpa tuya —Acusó a Baymaz—
— ¿Por mi culpa?
No dijo nada más, simplemente se recostó junto a mi algo entristecida y yo la abracé con todas las fuerzas que mis brazos habían logrado recuperar solo para momentos como ese.
A media tarde volvimos un momento al hotel mientras mi amigo y la doctora permanecían en el sitio vigilando nuestras pertenencias. Agatha necesitaba asear a nuestra pequeña y también yo necesitaba un paso por la tina para luego descansar un momento sobre la confortable cama de aquel hotel.
Para ciertas cosas ya no requería de la ayuda de ningún enfermero. Desde mi silla podía pasarme yo sólo a la tina y viceversa o de la silla a la cama de igual manera. Mis piernas aun no poseían fuerzas y mis manos aun eran bastante torpes para muchas cosas pero Allah era testigo de cuanto intentaba yo día con día reponerme un poco para no estancarme en la dependencia absoluta.
— Así que el amor causa efectos dañinos en las personas.
— Así es.
— Fue bueno que lo dijeras ¿Sabes? Ahora ya sé el concepto que tienes sobre el amor y los sentimientos.
— ¿Y eso te molesta?
— ¿Por qué debería molestarme? Al fin llegan… ¡Justo a tiempo! —Dijo la Dra. Loan levantándose de la reposera al vernos regresar—
— ¿A tiempo para qué? —Preguntó mi esposa—
— Para ir por algo de beber ¿Me acompañas?
— Ok, espérame un momento que ubique a Oğuz.
Yo no quise pasar a la reposera y preferí permanecer en mi silla de ruedas, entonces se lo dije a mi esposa.
— Como quieras mi amor. Volveré en un rato —Me aseguró dándome un beso— ¡Oye tú! Cuida a tu amigo un momento —Le pidió a Baymaz—
— Siempre hice eso y siempre lo haré.
Luego de aquello, se alejó en compañía de la Dra. Loan y quedé algo tranquilo pues sabía que junto a ella no se atrevería a ingerir ningún tipo de bebida con alcohol.
— ¿Y Hatice?
— Luego de su baño, se quedó dormidita y Farah está cuidándola. ¿Qué vas a tomar?
— Un trago de lo más fuerte que haya. ¿Y tú?
— Lo mismo.
— Claro que no. No puedes.
— Entonces nada.
— Pide agua o un batido.
— No quiero ¿Mejor dime porque estas así? ¿Qué te sucede?
— Nada ¿Qué podría sucederme?
— Bien… No me cuentes si no quieres, toma tu bebida y vámonos entonces de esta barra porque si permanezco aquí por mucho tiempo mi Oğuz no tardará en ponerse paranoico otra vez.
— Deja de pensar al menos por cinco minutos en tu esposo que él está con su amigo. Creo que eres igual de paranoica que tu esposo pero no te culpo. Caíste de amor, Agatha. Caíste y muy profundo otra vez.
— ¿Tenías que decirlo?
— Tú comportamiento no era muy distinto cuando estabas…
— No te atrevas siquiera a mencionarlo Loan ¿Qué te sucede? No es lo mismo. Sabes que fui muy infeliz con Edward.
— Tú acabas de mencionarlo no yo.
— Hiciste una comparación y muy desacertada. Con Oğuzhan sí soy muy feliz y así será siempre.
— Lo sé... Pero solo me estaba refiriendo a tus sentimientos. Edward te controlaba todo el tiempo y tú toda enamorada acababas obedeciendo y ahora con Oğuzhan te sucede lo mismo. Creo que Baymaz tiene razón y tú si vuelves paranoico a los hombres.
— ¿Tú también crees eso? ¿Acaso tu pretendiente ya te metió eso en la cabeza?