— ¿Que tenias en la cabeza, Oğuzhan? Te pedí que me esperaras en la casa ¿Acabas de salir del hospital y ya buscas recaer de nuevo? Y tu Farah, prestándote para eso.
— ¿Cómo podría yo detener al señor?
— Tú llamaste a Peter —Dijo apuntándola antes de proseguir con sus regaños hacia mí— Qué sea la última vez Oğuzhan ¿Comprendes? La última.
A aquella mujer que tenía enfrente por momentos se le olvidaba que yo era su esposo. Me trababa como a un niño incapaz de tomar decisiones. ¿Cómo podía prohibirme que sintiera preocupación por ella y que quisiera acompañarla?
Para ese entonces ya me sentía bastante inservible como para tener que tolerar esas actitudes que Agatha poseía hacia mí y preferí no permanecer ahí oyendo sus arrebatos.
A la mañana siguiente debía reanudar mis días de terapias pero no me daban ganas de ir. No tenía pensado hacerlo y mi esposa debía respetar mi decisión.
— No comiences con lo mismo. Tienes que ir.
Me negué con la cabeza una y otra vez con la determinante decisión de no ir. Todo lo que quería era pasar el día entero en mi cama, oculto de las tareas de aquella doctora y de los virus y bacterias que Agatha tanto temía que me infectaran.
— ¿Y por cuanto tiempo se supone que estarás así? Mírame Oğuzhan.
No tenía ganas de mirarla y mucho menos de escucharla. Quería estar solo y en absoluto silencio para seguir durmiendo.
— Quiero ver que permanezcas el día entero cubriéndote la cabeza con la almohada.
Finalmente salió de la habitación y supuse que al menos por aquel día me había librado de ir las terapias.
— Está comportándose como un niño, Farah. Pero no le servirá de mucho —Gritó cómo para que yo la oyera hasta la sala—
Ella me trata como un niño. ¿De qué se queja? —Pensé—
En esas, alguien llamó a la puerta y supuse que era el enfermero Peter por lo decidí ignorar su presencia.
— ¿Es Peter? ¿Por qué no le abres, Farah?
— No es Peter, Sra.
— ¿Entonces?
La puerta volvió a sonar con insistencia y eso me alertó de algún modo pues si se trataba de Peter ya lo hubieran dejado pasar.
— Señor, él está aquí — Irrumpió Farah en mi habitación—
¿A quien se refería? Al mencionar la palabra él, sólo me vino a la cabeza Edward Hans y eso en verdad me dejó aterrado y con la sangre hirviendo.
— Su hermano Ömer está aquí. Es él.
¿Mi hermano?
Incrédulo, me negué a mí mismo aquella posibilidad sin saber de qué otra manera reaccionar ante lo mencionado por Farah.
— ¿Qué sucede Farah? ¿Quién es ese hombre extraño que golpea la puerta? Voy a llamar a la policía.
— ¡No! —Se negó Farah en tono elevado— Eso no será necesario, señora.
— ¿Por qué no? ¿Quién es ese sujeto?
— Él… es hermano del señor —Contestó finalmente observándome—
— ¿Qué? ¿Tu hermano, Oğuz?
Necesitaba levantarme y corroborar con mis propios ojos lo que Farah acababa de decirme.
— ¿Tienes un hermano y yo no sabía?
¡Esposa, por favor! Deja de hacerme preguntas y solo ayúdame —Supliqué en mi mente mientras intentaba pasarme a mi silla de ruedas y le hacía señas a Farah para que fuera a abrir la puerta—
Ella fue de inmediato y finalmente con la ayuda de Agatha logré ubicarme en mi silla.
— Oğuz, no podemos dejar entrar a extraños a la casa.
Él no era ningún extraño, era mi hermano Ömer a quien no veía desde hacía 8 años cuando abandonó la casa con paradero desconocido. Estaba allí frente a mí y pese a que nunca perdí las esperanzas de volverlo a ver alguna vez, nunca se me hubiera pasado siquiera por la mente que se aparecería un día cualquiera y en aquel lugar.
Deseé en ese momento poder ponerme de pie para abrazarlo y expresarle el puñado de sentimientos que estallaban dentro de mí, pero todo lo que pude fue recibirlo entre mis brazos para luego ser envuelto entre los suyos.
Desde que se inclinó ante mí silla, perdido entre llantos, repetía una y otra vez que lo perdonará, que haría todo por mí para que recibiera mi perdón y que no descansaría hasta que todos recibieran su castigo.
No comprendía a que se refería ni el motivo de aquella actitud suya pero supuse que hacía referencia a todos los años que se había perdido de la familia sin que supiéramos absolutamente nada de él.
— Dime que vas a perdonarme, hermano necesito que lo hagas.
— Sea cual sea la razón por la que deba perdonarte, te dirá la respuesta sin hablar —Irrumpió mi esposa mientras el llanto de mi hermano se intensificaba entre abrazos y besos en la frente—
Necesitaba calmarse, tomar asiento y respirar un poco para poder explicarme luego todas las cosas que me había dicho. De todos modos yo no llevaba prisa, era hora de desayunar y le expresé mi deseo de que se quedara a acompañarnos.
A mi esposa no le hacía nada de gracia aquello y yo seguía sin comprender su actitud. Se trataba de mi hermano, uno al que no había visto en años por lo tanto era normal que yo deseara tenerlo cerca y poder saber luego todo sobre lo ocurrido con él.
— Voy a limpiarte las manos para desayunar —Irrumpió Agatha llevándome hasta el baño de nuestra habitación—
La observaba mientras me limpiaba en silencio pero con una cara de total desaprobación. ¿No quería acaso que mi hermano nos acompañara a desayunar? ¿Por qué?
— Tienes cita con el neurólogo hoy y no voy a tolerar una negativa de tu parte —Me advirtió fregando no solo mis manos con una toallita húmeda, sino todos los sitios donde había tenido contacto con mi hermano—
Fuimos a la cocina. Nuestra pequeña Hatice había despertado y su madre la puso sobre mi regazo. Mi encantadora bebé siempre despertaba de buen humor y eso alegraba cada día de nuestras vidas.
— Voy a pedirte que te laves muy bien las manos y luego que te friegues con una toallita desinfectante. Todo está en allí —Señaló mi esposa hacia el lavadero— y no lo tomes a mal. Aquí las cosas son así porque Oğuzhan no puede contaminarse con nada que provenga de la calle.
— Tamam! Lo haré.
Agatha volvió a tomar a la niña y la colocó en su asiento para desayunar.
— Solo un poco Farah. Yo ya comí algo por ahí —Pidió mi hermano—
Deseaba preguntarle tantas cosas a Ömer ¿Pero cómo? Me tardaría horas escribiéndole y resultaría bastante tediosa esa conversación.
Todo lo que me quedaba era esperar a que él diera sus explicaciones pues le correspondía hacerlo tras aparecerse de la nada y lejos de casa luego de tantos años. No obstante durante el desayuno solo reinó el silencio o casi ya que Hatice era nuestro sonido y toda nuestra distracción en la mesa, siempre.
— Ya que Oğuz no quiere ir a sus terapias hoy, nos saltaremos a su cita con el neurólogo, Farah. Hatice también tiene cita con su pediatra hoy por lo tanto tendrás que acompañarnos.
— Claro que si, señora.
— Ömer supongo que tienes mucho que contarle a mi esposo y espero que en verdad lo hagas porque él no estará tranquilo si no lo haces. Oğuz no puede hablar por lo tanto no podrá hacerte preguntas, a no ser que tengas la paciencia suficiente para que se comunique contigo por escritos.
— Lo haré y no te preocupes que para mi hermano yo tendré toda la paciencia de este mundo.
— Bien… Otra cosa. Tendrá que ser a partir de mañana porque hoy pasaremos gran parte del día en el hospital.
— Tamam… Hermano, estoy en un hospedaje cerca de aquí. Puedo acompañarte al hospital si quieres. —Dijo tomando mis manos—
¿Como no iba querer algo así? Acepté si dudarlo y fue entonces que antes de despedirse, aseguró pasar por mi dentro de un par de horas.
En cuanto a mi esposa, había quedado bastante callada luego de la partida de mi hermano y simplemente se limitó en ayudarme a quedar listo para ir al hospital.
— Sécate tú y hazlo bien —Dijo pasándome un par de toallas—
¿Por qué se veía molesta conmigo? Yo debería estar molesto con ella —Pensé— además no podía secarme la espalda yo solo y le pasé de nuevo la toalla para que lo hiciera por mí.
— ¿Por qué no llamas a tu hermano el aparecido para que te ayude? Ya se ofreció en llevarte al hospital y tú aceptaste con mucha gracia. Puede venir a cuidarte también.
No tenía idea del motivo se su enojo y en verdad quería saberlo. Tomé su mano entonces y la jalé hacia mí para que me lo hiciera saber.
— Tenías toda la intención de permanecer en la cama hoy, perdiste tu terapia del día por un absurdo berrinche pero resulta que un hermano tuyo que yo desconocía, aparece de la nada y tu estado de ánimo cambia por completo. Anda… llámalo y que él se encargue de ti hoy. Yo voy a cancelar a Peter —Dijo volteando para salir de la habitación—
La jalé nuevamente de una mano, la tomé de la cintura y la senté en mi regazo. La abracé con fuerza y la retuve por largos minutos entre mis brazos.
— ¿Crees te trato como a un niño, mi amor?
Desde luego que lo creía y asenté con la cabeza que sí. Ella no podía tratarme de esa manera y hacerme sentir aún mucho más inútil.
— Yo solo quiero cuidarte mi Oğuz.
Yo también quería cuidarla pese a no poder hacerlo como quisiera.
— Está bien, amor. Intentaré no ser tan exagerada cuidándote —Me prometió entre abrazos y besos—
No quedé muy convencido de aquella promesa suya pero fue lo de menos. El enojo se le había desaparecido, me obsequió su maravillosa sonrisa y era lo único que le faltaba a mí día para que fuera realmente maravilloso.