Esta vez se me hizo muy difícil contentar a mi esposa y apenas podía abrazarla durante la noches y las mañanas. Soportar que me ignorara de esa manera era peor que volver a mis terapias y tolerar las tareas de la Dra. Vanessa Horst entonces tomé la difícil pero necesaria decisión que al final de cuentas le devolvería nuevamente la felicidad completa.
La seguí por toda la casa mientras se dedicaba a sus quehaceres y cuando finalmente se detuvo, volteó a observarme.
— Habla, Oğuzhan —Pidió y yo le pasé mí tableta—
Le dije que volvería a mis terapias y le prometí que nunca pero nunca más volvería a quejarme de nada referente a ellas. Claro que no la convencí de inmediato entonces la abracé con fuerzas para que supiera que no estaba mintiendo.
Noté en ese instante que mi Agatha se encontraba alistada como para salir y la abracé aún más fuerte pidiéndole que no lo hiciera de nuevo. Casi morí de angustia la última vez y nuestra Hatice la había extrañado muchísimo.
— No me mientas mi amor. ¿En verdad quieres volver a tus terapias? Si vuelves te advierto que no habrá marcha atrás.
Le aseguré que sí quería volver y que no estaba mintiendo pero necesitaba saber a dónde tenía pensado ir. Si iba a salir yo quería ir con ella.
— Fui a buscar a mi hermano, Oğuz. Los días que no estuve en la casa, fui a buscarlo y lo encontré finalmente.
¿Cómo? ¿Agatha tenía un hermano y yo no lo sabía? —Me pregunté a mi mismo—
— No lo encontré nada bien pero pude convencerlo de que me dejara internarlo en un centro para personas adictas. Hoy cumple su primera semana allá y voy a visitarlo, Oğuz.
La cabeza siempre me daba vueltas cuando debía procesar situaciones complicadas. Ni siquiera me había repuesto por las confesiones en la carta que me había dejado mi hermano. Muchas cosas me quedaban por entender y allí me encontraba ante otra de similares magnitudes.
¿Qué podía hacer en ese instante? Mi única intención aquel día era contentar de nuevo a mi esposa y no haría absolutamente nada fuera de lugar que la disgustara.
Le dije que quería ir con ella y si luego deseaba que fuéramos a mis terapias, lo aceptaría sin quejas. Tuvo sus largas dudas pero acabó aceptando no sin antes advertirme que me dejaría en el pasillo, pues no era seguro si la dejarían ver a su hermano aquel día.
— Farah, cuida mucho a mi Hatice. Ya tendré mi celular prendido por si surge alguna cosa —Aseguró observándome—
— Vayan tranquilos. Saben que bajo ningún motivo yo dejo sola a mi niña.
Luego de casi dos semanas, Agatha había vuelto a llamar a Peter y aprovechó la ocasión para mencionarle que yo volvería a mis terapias. El enfermero nos acompañó hasta aquel centro que quedaba a pocas cuadras del Hospital Neerlandés. Mi esposa y yo nos quedamos allí y él retornó hasta su puesto donde se encontraba de turno rotativo.
Tal y como me lo había dicho Agatha, yo me quedé en el pasillo y ella apenas pudo ver unos cuantos minutos a su hermano quien aún estaba pasando por un duro proceso de desintoxicación.
— Sácame de aquí Agatha. Si no lo haces yo voy a morir. ¡Por favor sácame de aquí!
— Arjen, vas a morir si te saco de aquí. Hermano, esto no durará por siempre. Pronto estarás mejor y cuando eso pase yo también estaré aquí como ahora.
— ¿No vas a dejarme? ¿No vas a olvidarte de mí en este lugar?
— Te lo prometí Arjen y tú también me hiciste una promesa. Deberás ser muy fuerte para que me la cumplas.
Aquel encuentro en verdad fue muy breve pues el hombre no se encontraba nada bien. Si lo dejaron ver a su hermana fue únicamente para que lo convencieran de que Agatha no lo dejaría solo y que no lo había olvidado en aquel lugar.
Ella salió visiblemente afectada y yo deseaba hacerle muchas preguntas al respecto. Pude haberla cuestionado en ese mismo instante a la salida de aquel centro de adicciones pero no quería ser imprudente y reprocharle cosas referentes a aquel hermano suyo cuando yo tampoco había tenido oportunidad para hablarle sobre el mío.
— Amor de mi vida. Por hoy… solo por hoy no iremos a tus terapias. Iniciarás mañana sin falta —Dijo ya algo repuesta colocándose delante de mí acariciando mi pelo y mi barba— A mi bello hombre ahora ya le urge de nuevo visitar una peluquería y una barbería —Recalcó—
En la mañana cuando me observé al espejo creí lo mismo pero mucho no me importó como cuando mi esposa lo mencionó en ese mismo momento. Si ella creía que yo ya necesitaba cortarme el pelo y rebajarme la barba, entonces sí debía ser urgente.
— Sí esperamos un par de días más, te me convertirás en hombre lobo. Vámonos —Dijo con su encantadora sonrisa mientras impulsaba mi silla—
Agatha siempre le encargaba al Sr. Groeneveld, mi cabello y mi barba pidiéndole que no cortara más de lo debido y mientras éste hacia su labor, ella aprovechaba la ocasión para revisar las redes e e-mails relacionadas a sus animalitos rescatados o noticias sobre sus libros.
— ¡Listo! —Exclamó el Sr. Groeneveld despojándome de la capa—
— Como siempre, deja perfecto a mi hombre, Sr. Groeneveld. ¡Es usted increíble!
— Esa es mi labor Sra. Berli! —Recalcó— Un hombre siempre dice mucho con una barba bien cuidada y prolija.
Mi Agatha se puso detrás de mí y me observaba a través del espejo mientras me abrazaba y me llenaba de besos y yo simplemente no podía calcular la inmensidad de toda mi dicha ante semejante demostración de afecto.
— Nos tomaremos una foto y todos verán lo guapo que estas mi amor.
¿Todos? ¿A qué se refería? ¿Qué tenía pensado hacer mi reina?
— Hoy todos tus seguidores van a verte y sabrán que estas bien. Que sigues tan guapo como siempre. Fuerte y valiente, mi amor. Ya no vas a esconderte porque tú jamás has hecho nada malo. —Susurraba a mi oído mientras me abrazaba— El daño te lo hicieron a ti pero tú no te dejaste vencer.
Tal vez tenía razón, sin embargo no le vi mucho sentido al instante hasta que pensé y me dije a mi mismo que sería bueno que supieran todos sobre mi bienestar. Que me vieran junto a mí esposa y que supieran finalmente que tantos daños que nos habían ocasionado no les sirvió en absoluto para que nos separáramos.
Yo nunca volvería a ser el mismo de antes pero ya estaba decidido a no rendirme. Así tuviera que usar por siempre una silla de ruedas o un caminador, nadie me vería derrotado jamás, teniéndo a mi Agatha y a mi pequeña hija junto a mí.
Ella, precavida en todo como siempre, para evitar a gente maliciosa, desactivo todos los comentarios antes de publicar el par de fotos que nos habíamos tomado juntos allí mismo frente al gran espejo de la barbería del Sr. Groeneveld.
Al pie de las imágenes dejó que yo escribiera un par de líneas pero no se me ocurrieron palabras que no fueran únicamente para mi esposa.
Aşkın olmadan içimde hiçbir şey mümkün olmazdı. Seni seviyorum! (Nada en mí sería posible sin ti. Te amo)
Luego de pagarle por su muy buen trabajo al Sr. Groeneveld, Agatha y yo nos dispusimos a retornar a casa. Lo hicimos en taxi tal y como habíamos venido pues la barbería quedaba algo retirada de casa y ella no quería hacerme pasar peripecias abordando un bus o el tranvía.
Nos bajamos en Oosterpark y en lo que aguardábamos al enfermero Peter decidimos pasear un poco, llegando hasta el lago, muy cerca de donde se elevaban chorros de agua que generaban una preciosa vista a todo el lugar.
— Ahora si mi amor. Voy a comer a besos esa deliciosa boquita —Dijo sentándose sobre mi regazo— Ya no la encontraba de tanto bigote.
Si eso sería de tal modo, debía yo respirar profundamente pues los besos de mi Agatha nunca eran simples y normales. ¿Por qué no esperábamos a llegar a casa? En el parque había mucha gente que nos observarían—Pensé y se lo transmití—
— ¿Qué tiene? La demostración pública de afecto no es un delito aquí Oğuz—Dijo llenándome de besos por unos cuantos segundos— Está bien, cielo pero no te librarás de mí cuando llegemos a casa.
Ni bien llegamos, nuestra pequeña fue la primera en recibirnos con toda su alegría. La saludamos pero mamá prefirió que no la cargáramos sin antes asearnos pues según sus obsesivas manías, habíamos estado mucho tiempo por la calle, expuestos a mucha contaminación.
— Ya te cargaremos todo lo que quieras mi bebé hermosa. Solo espera un momento.
— Señora, le llegó una carta —Comentó repentinamente Farah pasándole el sobre—
Debo decir que en un principio me alerté un poco, pero una carta no necesariamente debía contener cosas malas como la que mi hermano me había dejado a mí por ejemplo.
La abrió de inmediato y efectivamente no se trataba de nada malo, sino más bien todo lo contrario. Aquella carta contenía una gran noticia,. Una que definitivamente mi Agatha no se la esperaba y que en consecuencia haría que nuestras vidas dieran otro giro de 360° pero en esta ocasión para situaciones realmente buenas.
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(Prohibida la copia de este capítulo y los conceptos generales de la trama)