La navidad estaba muy cerca y la ciudad de Kudelstaart comenzó a decorarse con luces de colores y decoraciones llamativas que alegraban la vista de todo de todos los habitantes.
Una de ellas era nuestra pequeña bebé y es que no ocultaba su emoción al ver tanto brillo a su alrededor entonces ni su madre ni yo podíamos quedarnos atrás en decorar toda la casa y un árbol junto a nuestra chimenea.
Fuimos al supermercado y entre los tres escogimos todo aquello que más le encantaba a Hatice.
Entre todo lo que llevamos estuvo un árbol, no tan grande de modo a que ella pudiera decorarla como más le agradaba, con la ayuda de mamá y mía desde luego. Nos tomó casi todo el fin de semana dejar la casa bien iluminada y decorada al igual que el árbol y la chimenea donde habían colgado unos cuantos calcetines mientras Agatha le contaba una bonita historia.
— Él día de navidad, Papa-Noel dejará para ti muchos dulces dentro de estos calcetines.
— ¿Papá? —Preguntó apuntando hacia mi—
— Papá Noel, cielito. No papá —Afirmó apuntando a la imagen del verdadero papá noel— aunque tu papá un día tendrá la barba igual de blanca también.
Mi felicidad no podía ser más inmensa. Me sentía realmente afortunado y orgulloso de tenerlas junto a mí, tanto que me pasaría horas enteras observándolas y tomándoles fotografías mientras acababan de ponerle los últimos decorativos al árbol.
— Ahora queda colocar a alguien muy especial cerca de la estrella —Dijo pidiéndole a Farah que sacara de la cajita que se encontraba sobre la mesa, un pequeño angelito de mármol que llevaba un nombre grabado en su ala derecha.
— ¡Que cosita tan bonita! ¿Hariel?
— ¡Es mi hijo, Farah! Tengo un pequeño angelito en el cielo. Mira mi amor, así de bonito y con alitas es tu hermanito que cuida de ti sobre su nubecita de algodón, en el cielo. ¿Lo ponemos en el árbol?
— Evet! —Contestó con pequeños aplausos mientras Agatha colocaba a su pequeño angelito en lo más alto del árbol muy cerca de la punta donde se encontraba la estrella—
— Disculpe señora, yo no sabía —Suplicó Farah—
— ¿Porque te disculpas Farah? Nunca mencioné a mi Hariel hasta ahora. Solo Oğuz lo sabía.
Sé que el recuerdo de Hariel no la ponía triste pero sí algo melancólica entonces la senté sobre mi regazo con todo y nuestra pequeña en brazos. Las abracé con todas mis fuerzas y luego fui retribuido del mismo modo por ambas.
— Farah, tómanos un par de fotos junto a nuestro árbol —Pidió enseñándole como debía hacerlo— ¿Lo entendiste?
— Sí señora.
Todas salieron muy bonitas y fueron a parar a las redes pese a que yo no me sentía muy cómodo haciendo ese tipo de cosas. Aunque debo admitir que en un par de ocasiones me vi tentado en compartir todas las locuras de Min como gobernante no solo de su pequeña gran mansión sino también de toda la casa.
Agatha sin embargo debía mantenerse activa en las redes y lo hacía de tanto en tanto más que nada publicando las travesuras de nuestra hija y temas relacionados con sus novelas, todo puesto que eran necesarias según aquellas personas que formaban parte del Comunity Manager de la Editorial Skyfireflies Press.
Pasaron las celebraciones de navidad y un nuevo año había comenzado. Por esos días, el hermano de mi esposa había adquirido un permiso del centro de rehabilitación para que compartiera con nosotros.
Arjen Martins finalmente tuvo la oportunidad de conocer a Hatice quien fue según él, el motor que lo impulsó a soportar todo aquel proceso el cual seguiría llevando a cabo hasta el día de su alta oficial.
Se encontraba fascinado y como siempre lo he dicho, no podía culpar a nadie por eso pues mi hija era el pequeño sol con la fortaleza de iluminar de felicidad la vida de cualquier persona.
Arjen permaneció con nosotros hasta la primera semana de enero de 2018 y luego retornó al Centro de rehabilitación acompañado nuevamente por su hermana.
Si necesitaba motivos para luchar y abandonar por siempre el abismo al cual había caído, definitivamente los tuvo y según las propias palabras de mi esposa, por primera vio luz en los ojos de su hermano. Vio esperanza y una fe que no volvería a quebrantarse jamás.
— ¡Gracias Agatha! Gracias por enseñarme que existe una vida maravillosa en medio de tanta oscuridad. Gracias por convencerme de que aún hay esperanzas para mí.
— Mientras exista la vida, existirá también la esperanza, hermanito y te lo digo yo. Viste a mi familia, estuviste allí y fuiste testigo de todo lo que construí gracias a la esperanza. Una que Oğuzhan me otorgó un día y yo hoy la comparto contigo.
— Te prometo que saldré completamente sano de este lugar y haré que te sientas orgullosa de mi. Seré el mejor tío que Hatice pudiera merecer.
— Ya estoy muy orgulloso de ti porque has dado un paso muy importante Arjen.
Mientras mi esposa llevaba a su hermano de regreso al centro de rehabilitación, mi pequeña y yo nos quedamos viendo televisión aunque luego decidí dejarla viendo sus caricaturas y yo me salí de la habitación para ejercitar un poco mis extremidades haciendo alguna cosa.
Tampoco es que pudiera hacer demasiado, simplemente mover los pies y utilizar un rato el ejercitador de piernas. Permanecí dedicado a eso por un buen período de tiempo hasta que oí que Farah había atendido a alguien en la puerta.
Por momentos pensé que mi Agatha ya había regresado y me dirigí hasta el recibidor pero noté que no fue así.
Le pregunté a Farah quien era y me contestó que habían enviado de la florería un ramo de rosas para mi esposa.
¿Un ramo? ¿Quién envió un ramo para mi esposa? —Me pregunté algo alertado pues no me hacía nada de gracia semejante atrevimiento—
— No debe alterarse señor. Tal vez fue alguien que leyó el libro de la señora. Recuerde que su esposa ya es bastante reconocida.
Nada de lo que pudiera decirme Farah lograría apaciguarme, únicamente quedaría tranquilo luego de tomar aquel ramo y revisar la tarjeta que llevaba impregnada.
— No debería hacer eso. Qué tal si la señora se enfada.
Yo estoy enfadado –Insinué apuntándome con el dedo para luego revisar de inmediato lo que decía aquella tarjeta—
Finalmente te encontré y puedo ponerme en contacto contigo mi bella Hada de la tierra de los misterios.
Nathan Mathis
¿Mi bella Hada? ¿Quién demonios es este tal Nathan Mathis? —Me pregunté lanzándome de lleno al pozo profundo de una inminente irá—
Aventé al suelo aquel ramo destrozado, me quedé con aquella tarjeta y le pedí a Farah que juntara esa basura advirtiéndole que no le dijera absolutamente nada sobre aquel ramo a mi esposa.
Volví a mi habitación donde Hatice continuaba inmersa viendo sus dibujos de animación y jugando con sus juguetes. Allí desdoblé aquella tarjeta que yacía estrujada entre mi puño y la leí repetidas veces intentando pensar.
Finalmente te encontré y puedo ponerme en contacto contigo mi bella Hada de la tierra de los misterios.
Nathan Mathis
¿“La tierra de los misterios“?
¿“La tierra de los misterios“?
— Si al cabo de dos días aparece, definitivamente la persona que busca solo se encontraba pasándola explosivamente en Mysteryland —Fueros las palabras que repentinamente me habían venido a la mente—