— Mira mi pequeñita. En este cofre está tu hermanito y desde hoy estará cerquita de nosotros, vendremos a visitarlo y le traeremos flores muy bonitas y coloridas.
Mi esposa había tomado la caja, también a la niña y salió de la casa. Ya dije que me sentía como el peor de los hombres luego de aquel irracional comportamiento de mi parte y si tan solo hubiese sabido que Agatha había solicitado el traslado del cofre que contenía los restos de Hariel que se encontraba en Suiza, definitivamente yo no hubiese cometido tal estupidez.
Ella depositó el cofre en un cementerio de la ciudad, bajo una pequeña lápida que yacía decorada de un modo muy peculiar.
— Mientras aguardamos la primavera para traerle muchas flores bonitas, le traeremos globos de colores. ¿Si?
— Si.
— Ahora vamos, mi cielito.
— ¿Me permites que las lleve, mi bella Hada?
— Vinimos solas y así nos iremos.
— ¿Agatha, porque huyes de mí?
— ¡No! ¿Tú porque me buscaste? ¿Qué quieres de mí?
— ¡Agatha, espera!
— No me sigas por favor.
— ¡Cuidado!
— Aaww…
— Déjame ayudarte ¿Estás bien?
— Nooo… no puede ser, no.
— Levántate.
— Suéltame… Esto es por tu copa. No me toques.
— ¿Por mi culpa? No era necesario que corrieras de mí.
— ¿Mamá? ¡Mamita!
— Tranquila mi bebé. El taxi ya viene y nos iremos a casa.
— Agatha, si te lastimaste podemos al hospital. Por favor, te prometo que te dejaré en el hospital y luego me iré.
En muchas ocasiones sentí morir de angustia por mi esposa pero pocas las sentí tan terribles como aquel día. Se había llevado a nuestra hija, la noche comenzaba a caer y no contestaba mis mensajes.
Con el altavoz activado le pedí a Farah que la llamara y luego de varios intentos fallidos, finalmente contestó.
— ¿Señora, por donde anda? Vuelva ya por favor que la niña ya debe tener hambre.
— Estoy en el hospital Farah, necesito a mí Oğuzhan —Dijo entre un desolados llanto que casi hace estallar mi corazón del susto—
— ¿En el hospital? ¿Le pasó algo a la niña?
— Mi hija está bien. Estamos en el Hospital Braassem. Ya le envié a mí Oğuz la ubicación.
¿Qué fue lo que le sucedió a mi esposa? ¿Qué? —Me pregunté durante todo el trayecto hasta el hospital mientras le rogaba a Allah que no se tratara de lo que estaba temiendo— En momentos como ese deseaba levantarme de aquella silla y no sentirme tan inútil pero ni siquiera valía la pena lamentarme por cosas sin remedio.
No me quedó de otra que soportar mi lento y tedioso traslado hasta llegar finalmente al Hospital Braassem y lo que acabé viendo fue la escena más desoladora que percibí desde que tuve a mí Agatha conmigo.
Su rostro empapado de lágrimas al igual que el de nuestra pequeña Hatice quien no evitó echarse en llanto al ver llorar a su madre.
— ¿Señora, que fue lo que le pasó?
Farah tomó a la pequeña y mi esposa acabó rindiéndose entre mis brazos.
Mi hermosa reina de cristal se quebró el hueso del brazo derecho y cuando Farah y yo llegamos, ya lo tenía enyesado. La pesadilla más grande se me había hecho realidad y la culpa me calcinó por dentro pues se suponía que yo siempre debía estar a su lado para protegerla.
En ningún momento dejó de llorar y eso acrecentaba diez veces más mi dolor.
— Me caí Oğuzhan. No me fijé en mí caminó —Dijo sobre mi regazo mientras yo la cubría entre mis brazos— Me prometí que ya nunca iba a pasar.
Fuimos a casa, echados en otra desgracia que si bien suena exageración, en realidad no lo era pues mi Agatha ya sufría bastante debido a los dolores de su padecimiento y aquello agravaría su condición.
Aquel resto del día decidí no ir a mis terapias. Ya bastante estupidez había cometido y por tenerla tan alejada de mí, acabó pagando las consecuencias.
LONDRES (UN PAR DE DÍAS DESPUÉS)
— Stephanie, necesito que me hagas un favor.
— Hola hermana ¿Cómo estás? Tanto tiempo sin verte.
— ¡Lo siento! ¿Cómo estas hermana? Perdón por entrar de este modo a tu consultorio pero la recepcionista me dijo que no tenías paciente.
— ¿Por dónde has estado Nathan? Lo juro por Dios que hasta olvidé que tengo un hermano.
— Mis negocios en Bruselas me mantuvieron atado en Bélgica.
— Ahá… Tanto que no podías al menos tomar el teléfono y llamarme.
— Stephanie, si te sirve de consuelo volveré pronto aquí a Londres. Además tuve mis razones personales y hablaremos al respecto luego pero si estoy aquí ahora porque necesito que llames a Agatha y averigües como está.
— ¿Agatha? Ella está muy bien. Se casó y tuvo el bebé que tanto deseó en su vida, pero supongo que eso ya lo sabias.
— Ella tuvo un percance estos días. Estuve en Kudelstaart, quería verla y se alteró un poco.
— ¿Qué?
— Estaba con su pequeña, dio unos pasos en falso. Cayó y se lastimó el brazo.
— ¡My God! ¿De qué estás hablando Nathan? ¿Cómo que Agatha se lastimó?
— Solo llámala por favor.
— Por supuesto que voy a llamarla.
Luego de ingerir sus calmantes, mi esposa quedaba profundamente dormida. El médico traumatólogo que la había atendido en el Braassem Hospital había asegurado que el dolor iría disminuyendo con el paso de los días por lo que insistió en sus recomendaciones que no hiciera esfuerzos y que se mantuviera los más quieta posible al menos por una semana.
— ¿Agatha?
— Doctora, le habla Farah, la señora está dormida.
— ¿Farah, que fue lo que pasó? ¿Por qué esa mujer nunca me cuenta nada?
— Se quebró un hueso y no sabemos lo que sucedió. Nos llamó cuando ya se encontraba en el hospital. Ella está muy triste.
— Me lo imagino. Esto debió ser terrible para ella. Escucha, ordenaré algunas cosas aquí y ni bien pueda, tomaré un vuelo para allá. ¿De acuerdo?
— ¡Tamam! Quizás con su presencia se anime un poco más.
Farah tenía razón. La presencia de la Dra. Loan siempre le hacía mucho bien a mi esposa y nadie mejor que ella, comprendería lo que implicaría su recuperación anímica más que nada.
— Tienes mucho que explicarme Nathan ¿Qué significa eso de que Agatha se alteró con tu presencia? ¿Por qué?
— ¿Dime primero como se encuentra? ¿Está bien?
— Ella no está bien, Nathan. Ni tú ni nadie puede lograr dimensionar lo que Agatha está sintiendo. Carga una enfermedad que la ha traumatizado toda su vida. Una persona con OI vive con el miedo constante de quebrarse los huesos ante la mínima desatención. En su caso llevaba años sin un accidente porque siempre ha sido cautelosa y por esa razón me encuentro profundamente confusa con todo lo que acabas de decirme. En verdad tuviste que haberla alterado demasiado para que ella se haya echado a correr de ti sin cuidar sus pasos.
— Stephanie, yo jamás le haría daño a Agatha. La amo, la amé desde el primer día que la vi.
— ¿De qué estás hablando?
— Me alejé porque Edward es mi mejor amigo y porque ese imbécil juró mirándome a los ojos que la haría feliz y que cuidaría siempre de ella.
— ¡Nathan!
— A final de cuentas el imbécil fui yo, Stephanie por creer que un hombre casado abandonaría a su familia por sus caprichosos sentimientos hacia Agatha. Siempre me consideré un buen amigo y no iba a traicionar mi lazo de amistad con Edward por eso no pude cargar el amor que sentía como un secreto, entonces decidí confesárselo a él y se puso como un demente, dueño absoluto de la vida de Agatha. Nunca lo había visto en ese estado, me amenazó, me pidió que me alejara, que no interfiriera, que no me acercara a ella. Me dijo que el día que yo regresara, las cosas estarían en orden. Me prometió que Agatha sería feliz a su lado porque ella lo amaba tanto como él a ella pero nada fue de ese modo. Tú no te imaginas en el estado que me encontré a Agatha cuando volví, Stephanie. Fui a buscarla a aquel departamento que tenía en Hoogstraat y no estaba pero uno de esos amigos mal habidos que tenía me dijo que debían encontrarse pronto pues iban a viajar a Rotterdam para un festival en Hoofddorp. Esperé y cuando finalmente apareció, la seguí hasta Rotterdam. Allí no podría ingresar al dichoso festival ese sin un ticket y tuve que sobornar para poder entrar. No me quedó de otra.
— ¿Y? ¿Qué sucedió luego?
— Era un bonito lugar y la gente se divertía alocadamente. En otras circunstancias hasta hubiera permanecido los tres días allí cerca de ella pero no todo era realmente lo que aparentaba. Agatha consumió drogas mezcladas con alcohol en ese lugar y casi abusan de ella en una de las tiendas de campaña.
— ¡God! ¿Cómo es posible?
— ¿Y Edward dónde estaba? Ese miserable nunca la amó en verdad. Yo hubiese dado mi vida entera por ella pero la perdí por idiota.
— ¿La sacaste de aquel lugar?
— Por supuesto. No iba a dejarla allí.
— ¿Entonces, Nathan? ¿Cómo fue que le perdiste el rastro después?
— La llevé hasta un hotel más cercano para que descansara, pensando que al amanecer querría darse un baño y comer alguna cosa pero cuando desperté ella ya no estaba. Se fue y no supe a dónde. La busque por todas partes, volví a Hoogstraat pero Agatha no estaba allí. Les pregunté a sus amigos si sabían algo de ella y me dijeron que un hombre se la había llevado. En mi cabeza nadie más que Edward pudo ser aquel hombre y fui a buscarlo con la única intención de acabarlo con mis propios puños pero me juró mil veces que él tampoco sabía sobre su paradero. Eso fue todo lo que sucedió, Stephanie y no volví a verla hasta hace poco en Kudelstaart.
— Si tan solo hubieses venido a visitar a tu hermana, más seguido, la habrías vuelto a ver mucho antes, Nathan.
— Cuando me enteré por Edward que Agatha se casó y fue a vivir a Estambul, ya no le vi sentido a nada. Todo lo que deseaba era que finalmente pudiera ser feliz y que aquel hombre la tratara como ella se merecía. Me animé a contactarla cuando supe que se encontraba en Kudelstaart. Le envié un ramo de flores con una nota pero al parecer no lo tomó de buena manera. Y sigo sin comprender el comportamiento que tuvo cuando me vio. Ni siquiera me dejó que la llevara al hospital. Solo por eso quería que la llamaras para saber como está.
— Iré a verla y se que no estará bien. Al menos anímicamente no lo estará. Ya luego te contaré.
— Si vas yo iré contigo.
— ¡Nathan! Ya pecaste de imprudente ¿Qué quieres ahora? ¿Presentarte ante ella en el estado en que se encuentra?
— Solo voy a ir. No voy a presentarme frente a ella.
— ¡Bien! Puedes ir si quieres pero escúchame muy bien Nathan. No te hagas ilusiones solo porque la tendrás más cerca ahora. Acabas de dejarme en shock con todo lo que me has contado no solo por tus sentimientos hacia Agatha sino por todo lo que tuvo que pasar. Ella ha sufrido bastante y finalmente encontró la felicidad. No dimensiona una vida sin Oğuzhan y quizás sea eso lo que la tiene temerosa con tu aparición.
— ¿Qué dices Stephanie? Agatha no sabe lo que siento por ella y tampoco lo sabrá pero me duele su comportamiento conmigo y te parezca o no, voy a saber de sus propios labios la razón.