— ¿Pudiste ver a Agatha? ¿Dime cómo está ella?
— La vi sí.
— ¿Y?
— Ella estará bien.
— ¿Qué significa? ¿Qué ahora no lo está?
— ¡Nathan! Agatha está atravesando por un proceso traumático el cual hubiese deseado no volver a vivir en su vida y eso la tiene a orillas de una depresión que siempre la asecha. Si se encuentra de pie ahora mismo es más que nada por su familia.
Antes de que la Dra. Loan volviera a Londres quiso estar al tanto de los resultados de la última resonancia magnética que le habían realizado a mi esposa en vista de que los dolores habituales se habían expandido en ella. Necesitaba saber que nuevas medidas tomar al respecto y si la dosis mensual de Bifosfonato continuaba cumpliendo su función como correspondía.
— La artrosis se te ha expandido a otros puntos localizados por ello sientes que los dolores se han intensificado, Agatha. Has suspendido tus hábitos de actividades físicas y eso ha contribuido bastante. Agrégale también el estrés, las ansias y las preocupaciones.
Al oír las palabras de la doctora, no pude evitar sentirme culpable. Mi Agatha ha estado tan pendiente de mí y de nuestra hija, ha sufrido tanto por mis arrebatos estúpidos que dejó a un lado su salud. Sentí que yo la dejé de lado y eso en verdad hacía que me sintiera un hombre realmente despreciable.
— Podremos revertirlos con suplementos regenerativos que deberás ingerir diariamente. Sin salteos —Recalcó— También puedes hacer actividades con tu esposo ¿Oğuzhan va al gimnasio, no? Puedes aprovechar y acompañarlo, Agatha.
Eso definitivamente sonaba bastante bien pero al notar la nula expresión en el rostro de Agatha tras aquel comentario de la doctora, supuse que no la entusiasmaba en absoluto y aquello en verdad sería muy difícil si ella no recobraba el buen ánimo.
La Doctora Loan volvió a Londres prometiéndole que estaría al pendiente de la recuperación de su brazo y que retornaría en un par de semanas para acompañarla en cuanto le retiraran el yeso.
En días posteriores a ese intenté convencerla de mil maneras para que me acompañara al gimnasio pero no hubo éxito de mi parte. Tampoco iba a visitar a su hermano pues decía que no quería preocuparlo cuando la viera en un estado poco alentador de ánimos y simplemente lo llamaba por teléfono para hablar con él y le enviaba cosas por Farah asegurándole que pronto volvería a visitarlo personalmente.
Yo atravesaba por mi propia odisea particular y es que en los últimos días me había propuesto tomar las barras e intentar dar mis primeros pasos. Solo Allah y la Dra. Horst fueron testigos de mis incontables intentos fallidos al ponerme de pie hasta que una mañana, de esas que ya traía consigo el cálido anuncio de la primavera, finalmente encontré el equilibrio que buscaba. Por un par de segundos lo hallé y definitivamente fue el mejor día de mi vida en mucho pero mucho tiempo.
— ¿Oğuz?
¿Agatha?... Oí la voz de mi reina, era ella. La observé y de la distracción acabé desplomándome al suelo sin que pudiera hacer más para sostenerme.
— ¡Oğuzhan! ¿Mi amor estás bien?
La Dra. Horst con la ayuda de uno de los enfermeros de turno me ayudaron a volver a mi silla y no había razón para alarmarse.
— ¿No te lastimaste Oğuzhan?
No me lastimé, todo estaba bien conmigo y como no iba a estarlo si mi reina finalmente se había animado a salir de casa y se encontraba allí a mi lado.
— Mi amor, te vi. Te pusiste de pie —Dijo sonriendo feliz mientras me llenaba de besos— Dra. Horst, mi esposo se puso de pie. Él volverá a caminar. Ahora más que nunca estoy convencida de que lo logrará.
— Pues dime si alguna vez me oíste decir que eso nunca pasaría, Agatha. Todo es cuestión de tiempo, paciencia y perseverancia.
¿Era acaso todo lo que necesitaba conseguir para verla nuevamente feliz? —Me pregunté— Si las cosas serían de tal manera entonces cada gota de sacrificio valdría la pena y no me detendría hasta lograr volver a caminar.
— Farah pasó un momento a la tienda con Hatice, me acompañará hasta el centro y yo entraré a ver a mi hermano —Comentó minutos más tarde sentada sobre mi regazo—
Solo porque Farah iba a acompañarla, quedé tranquilo pues desde lo que le había sucedido, prefería que no volviera a salir sola. Me prometió que no iban a tardar y que cuando yo llegara a casa, estarían aguardándome con mi cena favorita.
— ¡Agatha! Agatha, no de nuevo por favor ¿Por qué te pones así al verme? ¿Puedes explicármelo al menos?
— No me toques… Por favor, déjame.
— ¡Está bien! No te tocó, no lo hago pero por favor dime porque te pones así.
— Yo no quise. Estaba mal, yo no quise…
— ¿Qué no quisiste? ¿A qué te refieres?
— Por favor ya no me busques. Si Loan se entera, sentiré aún mucha más vergüenza y si mi Oğuzhan se entera, va a molestarse mucho conmigo y no quiero eso.
— ¡Agatha ya deja de llorar! Juro que no sé de lo que estás hablando. ¿Por qué no te calmas un poco y conversamos?
— No quiero conversar. Ya debo irme a casa.
— Agatha, no te dejaré ir así.
— ¿Edward te envío?
— Nadie me envió… Ssshhh. Ya no llores más ¿De acuerdo? ¿Puedo llevarte a tomar alguna cosa y hablamos un poco?
— Farah y mi hija me esperan afuera. Ya debo irme.
— ¡Está bien! Las llevaré a casa entonces.
— ¡Mamá!
— Ya nos vamos a casa, cielito.
— ¿Todo bien, señora?
— Sí Farah, ya nos vamos ahora.
— ¡Así es! Yo las llevaré. ¡Disculpe mi grosería! Soy Nathan Mathis, hermano de la Doctora Stephanie Loan.
— Mmm ¿Usted es hermano de la doctora Loan?
— Correcto. ¿Por qué?
— Por… nada.
Mi día había sido bastante agotador y todo lo que deseaba era retornar a casa y volver a observar la alegría de mi esposa. Aquella que tuve grabada en mi mente durante todo lo que me restó de aquella jornada.
— Deseaba tener un poco más de tiempo para que hablaramos pero no voy a insistirte y no pienso incomodarte en tu casa, Agatha. Sé que vas a otorgarme un pequeño tiempo en cuanto lo creas conveniente. De todos modos quiero que sepas que jamás permití que te hicieran daño. Estuve cerca todo el tiempo velando por ti y luego te saqué de aquel lugar.
— No recuerdo nada, solo que desperté y tenía la ropa toda rota y tú estabas a mi lado. No supe que pensar, sentí mucha vergüenza y me fui.
— ¡No llores que no hay motivos! Ojalá yo me hubiese quedado despierto y vigilar tus sueños aquella noche para alivianar tu alma a la mañana siguiente y todas las mañanas que hubiesen hecho falta pero cuando desperté ya no estabas. Yo jamás toqué siquiera un solo cabello tuyo Agatha y no hay razón para que sientas vergüenza o pena por alguna cosa.
— ¿Y que hay de Edward?
— Hace tiempo que no hablo con Edward. No sé nada sobre él por lo tanto no estoy aquí porque me haya enviado. Volveré a Londres, reacomodaré mis negocios allá y seguramente nos veremos más seguido siempre y cuando no te incomode mi presencia.
Llegué finalmente, exhausto y con la certeza de encontrar de tan buen humor a mí Agatha que lo primero que haría sería enviarme a que me diera un baño profundo de pies a cabeza. No me equivoqué, fue exactamente lo que sucedió y yo estaba tan feliz que tenía pensado obedecerla en cada una de sus manías sin el mínimo reproche.
— ¡Señora! ¿El señor no lo sabe aún?
— No, no lo sabe, pero se lo diré ahora mismo. Nathan acaba de sacar una enorme piedra de mi corazón y ya no tengo miedo. Bueno… Tal vez un poco porque mi Oğuzhan es un ogro muy necio pero no hay motivos para que se ponga bravo y molesto por el hermano de Loan.
La cena estuvo deliciosa y la disfruté como desde hacía tiempo no lo hacía, aceptando doble porción de plato que me dejó satisfecho y feliz rodeado de mis dos hermosas damas. Todo fue poniéndose en su sitio lentamente, todo iba encaminado hacia la paz y tranquilidad nuevamente ¿Qué podría quebrantarnos esta vez? Absolutamente nada —Me dije—
— ¿Oğuz?
— ¿Mmm?
— El hermano de la Dra. Loan estuvo aquí porque debía hablar conmigo —Confesó— No quería pero fue necesario y te lo confieso porque no quiero que te enfades si te enteras luego de otra manera.
¿La Doctora Loan tiene un hermano? ¡Vaya! —Pensé y hasta allí era apenas una novedad a la que casi dejé pasar por alto pero una repentina pregunta asaltó a mi mente y definitivamente no pude ignorarla— ¿Por qué ese hermano de la Doctora Loan querría hablar con mi esposa? ¿Y porque era tan necesario?
Se lo pregunté a ella y me dijo que era una conversación pendiente desde hacía mucho tiempo, que si la hubiese tenido antes con él, no le hubiese pesado tanto el corazón y la vergüenza. ¿Pero de que está hablando mi reina?
— Aquel ramo con una nota, que recibí un día y que te puso tan furioso al leerla, me lo envió el hermano de Stephanie. Nathan Mathis es el hermano de la Doctora Loan.