Déjame Amarte

MI HERMANO

Nunca pensé que volvería tan feliz a los Países Bajos y más aún luego de los incidentes ocurridos en aquella boda. A mi llegada todo lo que desee fue retomar mis terapias físicas inmediatamente y volver a intentar muchos más pasos de los que había logrado, entonces desde mi primer día de sesiones, se lo dije a la Dra. Horst. 
— ¿El caminador? 
— ¡Ja! ¡Evet! 
Le contesté intentando hacerla comprender que ya podía caminar y que muy pronto no necesitaría más de una silla de ruedas. 
— ¿A caso lo intentaste a mis espaldas, Oğuzhan? 
— ¡Evet! 
Tuve que intentarlo, lo hice y lo logré. 
— ¿Y dimensionaste que tan peligroso pudo ser eso? 
— Hayır!
— Posees secuelas en la columna de dos incidentes distintos y si te pones a intentar lo que a ti se te antoja, podría ser bastante peligroso. ¿Qué pasa si te caes y te vuelves a lesionar? 
De hecho si me caí pero afortunadamente no me sucedió nada malo —Pensé— 
— ¿Al menos tu esposa estuvo contigo? ¿Te sostuviste de alguna cosa? 
¡Allahallah! Estaba solo y no me sostuve de nada ¿Por qué mejor no deja de preguntar cosas y me trae el caminador? —Me dije— 
— ¿Oğuzhan? ¿Agatha estaba contigo? ¿Te sostuviste de algo? 
Ya solo asenté que sí para que dejara de preguntar y comenzáramos con las terapias de una vez por todas. 
Cuando finalmente la Dra. Horst me acercó el caminador, mi primera acción fue sostenerme del mismo para ponerme de pie. Lo hice con mucho cuidado y al mismo tiempo utilizando toda la fuerza posible pues pese a aquel gran logro, mis piernas aún no respondían del modo en que debían. 
— ¡Eso es, Oğuzhan! ¡Vas bien! Arrastra el caminador, no lo cargues. No quiero que te fuerces más de lo debido. 
De ser por mí, me hubiese paseado horas enteras por todo el salón de terapias pero la Dra. Horst apenas me dejó hacerlo dos minutos. 
— Caminarás dos minutos y lo harás dos veces al día pero no sin antes ordenar para ti una nueva resonancia magnética. Si el estudio arroja que todo está bien, iremos aumentado dos minutos por semana. ¿De acuerdo? 
No estaba de acuerdo, pero tampoco estaba en posición de oponerme pues al final de cuentas todo se trataba por mi bienestar. 
Mi esposa no sabia nada al respecto pues en verdad yo deseaba mucho darle una sorpresa. El día en ella y mi amigo me hallaron en el suelo del Pimlico Gardens, solo les dije que tenía ganas de sentarme en el césped y sentir un poco la tierra. Una versión poco creíble por cierto. 
— ¡Llegaste, cielo! 
Llegué y tal y como ya era una costumbre suya, lo primero que hizo fue decirme que la bañera ya esta lista, esperándome. 
¿Acaso llego tan apestoso a la casa? —Pensé— Apenas me recibe con un pico en los labios y no deja que abrace a mi hija sin que antes tome un baño y vista ropa limpia. 
Cuando finalmente ya me encontraba puesto y fragante, pude cargar finalmente a mi princesa quien se pasó gran parte del tiempo enseñándome las páginas de su libro de cuentos, mientras su madre preparaba la cena que por cierto, era mi preferida y le había quedado delicioso como otras tantas veces. 
Aquella pudo ser una noche más en la que Agatha alistaba a nuestra hija para que se durmiera y luego yo ingresaba para darle las buenas noches pero no tenía pensado dejar pasar otra ocasión sin poder matar los deseos que me carcomían. 
— Finalmente se durmió nuestra bebé, Oğuz. 
— ¡Evet! 
Sentado al borde de la cama, la jalé entre mis brazos y no hicieron falta más insinuaciones que unos cuantos besos para saber que lo deseaba tanto como yo. ¡Claro! Ella deseaba lo mismo que yo pero siempre de un modo distinto. 
Pasamos casi la noche entera teniendo sexo pero a su manera y nunca hallé el coraje requerido para preguntarle porque razón nunca tenía su cuerpo desnudo junto al mío. Como otras tantas veces temí cometer alguna imprudencia que pudiera incomodarla cuando intentaba acariciarla. Temí que se enfadara conmigo y que me viera nuevamente en la lucha diaria de tener que contentarla. 
Si la única intención fue consumir las ganas de sexo que cargábamos, lo logramos y de buena manera pero me hubiese gustado mucho hacerle el amor hasta que los primeros rayos del sol golpearan la ventana. Siempre utilizaba camisón abotonado y con mangas largas y en aquella ocasión no fue la excepción por ello apenas pude deleitarme de la gracia de algunas zonas de cuerpo. 
— Günaydın aşkım! 
Oí una voz dulce, melodiosa y tan pero tan lejana dándome los buenos días que no sabía si continuar oyéndola en la profundidad de mis sueños o despertar para ver el resplandor en el rostro de aquel ángel que hablaba junto a mí. 
— ¡Despierta, cielo! Si no lo haces, Hatice vendrá a despertarte a su manera. 
Sí desperté y no por evitar a que mi hija me despertara avasalladoramente, sino porque deseaba atrapar a mi reina entre mis brazos y tenerla junto a mí por largos minutos. 
— ¡Oğuz! El desayuno ya está listo. 
El desayuno podía esperar un poco y se lo hice saber entre besos y abrazos antes de iniciar nuestra rutina diaria. 
— Farah ya preparó tu ropa. Hoy tienes cita con el psicoterapeuta. 
Yo ya no tenía ganas de ir a aquellas terapias sobre el manejo de la ira porque ya no las veía necesarias y entonces se lo hice saber a mí Agatha. 
— ¿Cómo que ya no tienes ganas? ¿Es que acaso tus terapias culminan si tu dejas de tener ganas? 
El Dr. Mulder había sido muy claro conmigo al decirme que ya podía considerarme curado el día que lograra controlarme y superar un momento realmente complicado en el que habitualmente estallaría de ira en magnitudes desproporcionadas. Yo ya había logrado tal cosa pues ver llegar a Edward Hans en la boda de mí mejor amigo, verlo cargar y sostener a mi hija entre sus brazos, luego tener que soportar ver el modo en que se acercaba a mi esposa mientras respiraba su mismo aire, todo sin que mi cerebro ocasionara un big bang de adentro para fuera, era razón más que suficiente para considerarme completamente curado. 
Todo eso no solo lo pensé sino que también se lo redacté a mi esposa de modo a que comprendiera analíticamente mis argumentos. 
— ¡Ok, cielo! Tu doctor te dijo eso pero es él quien debe darte el alta definitiva, no tú mismo por lo tanto debes ir allá, hablar con él sobre lo que viviste y analice si aún son necesarias o no más sesiones. 
Ante esas palabras de Agatha me había quedado claro que estaba obligándome a ir a mis terapias por lo tanto no me quedó de otra que respirar profundo y acatarlas. 
— Mi hermano será dado de alta muy pronto pero quisiera que cuando eso suceda, afuera ya lo espere una vida estable y un oficio. Tendré que ver que hago con eso porque a Rozenboomsteeg ni a ninguna otra callejuela de Ámsterdam, él puede volver. 
Me daba gusto por su hermano pues había aceptado continuar con su rehabilitación para salir de la vida que llevaba ¿Pero que haría Agatha para que Virgil evitara todos esos lugares que contribuyeron a su perdición? 
La fortaleza para no recaer dependía únicamente de él pues viviendo en los Países Bajos, no tendría escape a las tentaciones de sus viejos y malos hábitos. 
Un par de semanas después, Agatha tuvo que viajar nuevamente por aquellos motivos que involucraban a sus contratos con la Editorial. Yo desee con todas mis fuerzas ir con ella pero aquello no pudo ser y prometiéndonos a mi hija y a mí que solo serían un par de días, partió rumbo a Suecia. 
AEROPUERTO DE AMSTERDAM-SCHIPHOL
— Volveré a Bruselas. Le prometí a Stephanie que trasladaría mis negocios a Londres para permanecer cerca de ella pero ahora que está casada y muy pobremente vaya a vivir a Turquía, seria absurdo que yo me mudara. 
— No será nada fácil para Baymaz convencer a Loan de ir a vivir a Turquía pero tampoco puedo dudar sobre eso. 
— Mhmm… Así es… ¡Agatha! Probablemente no nos volvamos a ver en mucho tiempo y por eso quiero que sepas que nunca te busqué con intenciones de incomodarte ni mucho menos perjudicarte aunque tal vez lo hice. 
— Mmm... no voy a negar que sí creí tal cosa en un principio pero gracias a que apareciste, me quité varias dudas y temores de la cabeza. Oğuz tiene un carácter algo especial y eso contribuyó a que la incomodidad se acrecentara en mi.
— Él solo se comportó del modo en que cualquier hombre se comportaría por ti. Yo me hubiese puesto igual. ¡Créeme! ¡Bien! Aquí tomamos caminos diferentes. 
— Si... A mí me tocan días pesados en Suecia. 
— Yo ni siquiera quiero imaginar lo que me espera en la Empresa. Habitualmente no hacen nada bien en mi ausencia. ¡Adiós Agatha! 
— ¡Adiós Nathan! 
Uno de esos días, mientras mi esposa aún permanecía lejos, recibí un llamado de mi amigo Baymaz mientras me encontraba en mis horas de terapias físicas. Él se encontraba en Ankara atendiendo unos casos de importancia y se comunicó conmigo para contarme una noticia que había estado temiendo desde hacía varios meses. 
— Ömer se entregó a las autoridades, Oğuzhan pero lo hizo no sin antes contactar conmigo. Yo atenderé su caso tal y como te lo prometí un día, hermano por lo tanto no quiero que te preocupes por nada. Necesitaba que lo supieras por mí mismo antes de que te enteraras por otros medios debido a que esto ha generado aquí todo tipo de noticias. Te mantendré informado lo mejor que pueda. 
El corazón se me había congelado tras colgar aquel llamado. Mi alma se estremeció de tristeza, de angustia y de un remordimiento que no lograría calmar con nada en el mundo. 
Cuantas veces estuve a punto de comunicarme con mi hermano Ömer para decirle cuanto lo quería y lo extrañaba, para decirle que no lo creía culpable de nada y por lo tanto que no tenía motivo alguno por el cual debiera perdonarlo. Nunca lo hice y me quebré en mil pedazos pensando que no podría estar cerca de él para apoyarlo en aquellos oscuros momentos. 

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(Prohibida la copia de este capítulo y los conceptos generales de la trama) 

 



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En el texto hay: drama, amor, perceverancia

Editado: 30.08.2021

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