Déjame Amarte

UN PAR DE DÍAS MÁS

¿Qué está sucediendo? Ya no comprendo nada. ¿No puede acaso mi amigo Baymaz tomar el teléfono y hablarme por un par de minutos? —Me pregunté sumido en una aflicción incesante—  
— Bebek es realmente hermosa, Agatha. Debí insistirle a Baymaz para que nos mudáramos a un lugar como este.  
— ¡Pobre hombre, Loan! Un lugar como este no es nada accesible. 
— ¿Y qué? Si un hombre ama con locura a una mujer y la lleva a vivir a un lugar, al menos que valga la pena.  
— Mhm… ¿Acaso no te gusta Ankara? Es un lugar muy hermoso.  
— ¡Bueno! Si lo es, es bastante hermoso y mi casa está bien acomodada pero no tiene vista al Bósforo.  
— ¡Oye! Me pasaste fotos y tu casa en Gölbaşı posee una maravillosa vista al Mogan Gölü.  
— No es lo mismo que tener vista al Bósforo.  
— Há ¿En qué momento te volviste de esta manera? ¿O es que acaso siempre fuiste ostentosa y yo no lo había notado?  
— ¡Tal vez! Baymaz me trajo hasta aquí por lo tanto tendrá que aceptar mis exigencias. 
— La desconozco Dra. Loan.  
— ¡Ya qué!  
— Solo déjame decirte que Turquía posee lugares increíbles, mucho más hermosos que Estambul. Un día mi familia y yo haremos un tour de punta a punta. Ahora mejor cuéntame más. ¿Cómo te ha ido en tus primeros meses de casada?  
— ¡Agatha! Deseo preguntarte algo y necesito que seas sincera conmigo.  
— ¿Qué es? Dime.  
— No sé por dónde empezar. Me siento ridícula pero no tengo otra persona con quien hablar al respecto. Tú eres la única que podría entenderme.  
— ¿Ridícula, Loan? ¿Por qué?  
— ¿Recuerdas cuando tuve por primera vez a Hatice entre mis brazos? 
— Lo recuerdo. 
— Cuando la cargué entre mis brazos pensé y sentí que mi destino ya sería únicamente el de ser tía. Disfrutar del amor y del cariño de una sobrina porque mi tiempo biológico había expirado y me impedía aspirar a tener un amor propio que saliera de mí. 
— Yo me sentí del mismo modo, Loan. Cuando perdí a mi Hariel, pensé que con él se fue toda esperanza de ser madre pero quedé embarazada de nuevo y jamás olvidaré en lo que me quede de vida, que tuve a mi hija gracias a ti.  
— Sé cómo te sentiste y justamente pensando en ti fue que dentro de mí se albergó una pequeña esperanza. Muy pequeña, pero esperanza al fin.  
— ¿Acaso tú estás pensando en…?  
— Lo estoy pero suena descabellado ¿Cierto? Estoy loca, solo dilo.  
— ¿Tú estás pensando en tener un bebé? 
— Sé que ya no puedo tener un bebé pero necesito que tú me lo digas, Agatha.  
— Yo jamás te diría eso.  
— Pero ya no tengo edad para engendrar un bebé y mucho menos para criarlo. Solo dímelo y estaré en paz conmigo misma. 
— ¡No! No lo haré… ¡Loan! Un día llegaste aquí y me convenciste de que yo no perdería a mi hija. Me dijiste que la ciencia había avanzado lo suficiente y que existían alternativas cien por ciento efectivas para que mi embarazo llegara a término. Lo intenté entonces y fui la persona más feliz de este mundo cuando tuve a mi bebé entre mis brazos. ¿Cómo podría decirte yo, cosas negativas cuando tú me enseñaste que todo es posible? 
— Pero ya no tengo edad, Agatha. 
— ¿Qué edad? No necesitas tener 20 o 30 años para concebir un bebé y criarlo como corresponde. Si yo pese todas mis afecciones pude tener a mi hija. ¿Tú porque no podrías? Eres una mujer sana y fuerte. Convengamos que no te sientas capaz de albergar un bebé en tu vientre… puedes alquilar uno. El bebé será tuyo y de tu esposo. ¡Y no me mires así que suena como una muy buena alternativa! 
— Pero alquilar un vientre suena aún mucho más descabellado.  
— ¿Me dirás que no has pensado en esa opción? 
— Un poco, de hecho. 
— ¿Entonces? 
— ¿No piensas que soy una vieja ridícula?  
— ¡Basta! Yo no pienso eso. Lo único que creo es que a mi Hatice le haría mucho bien tener una primita o un primito porque hermanita, hermanito créeme que ya no. 
— ¿Hablas enserio? 
— Jamás te diría algo en broma. Eres una persona maravillosa, Loan y te mereces toda la felicidad de este mundo.  
— ¡God! ¿Qué haría yo sin ti, Agatha? 
— Y yo sin ti. 
Yo necesitaba comunicarme con mi amigo Baymaz y tuve entonces que irrumpir en la sala donde se encontraban conversando Agatha y a su amiga. Había escrito una carta y se la di a la doctora de modo a que ella pudiera entregársela a su esposo. La falta de comunicación de Baymaz me tenía al borde de un colapso y no me quedó de otra que intentar comunicarme con él de esa manera. 
La carta era muy breve y concisa y le señalaba que yo ya me encontraba en Estambul por lo tanto le exigía que dignara en aparecerse para que pudiera llevarme a ver a mi hermano Ömer. 
— No te preocupes Oğuzhan que yo le entregaré tu carta —Prometió la Dra. Loan— 
Un par de noches antes del lanzamiento oficial de la saga de cuentos de Min “Las Aventuras del Gato Viajero” decidí escribir el pequeño discurso del cual me había hablado mi esposa. No tenía mucho que decir, o tal vez sí pero a falta de voz, no es que me hiciera mucha gracia expresarme de esa manera ante gente extraña. 
A pesar de eso acabe redactando una significativa dedicatoria hacia las únicas personas que habían hecho posible toda aquella bonita realidad que me embargaba de tanta alegría. Mi esposa, mi hija, Farah y por sobre todo aquel gato que fue artífice principal no solo de los cuentos que escribí, sino también de la maravillosa historia de amor junto a mi esposa. 
— ¿Terminaste de escribir, cielo? 
— ¡Evet! 
— Entonces ahora ya puedo acostarme junto a ti, abrazarte y comerte a besos. 
Yo conocía de sobra el significado de esas expresiones y específicamente se refería a sus ganas de tener sexo, pero tener sexo a su modo con la ropa puesta mientras que yo me veía envuelto entre dos opciones. Negarme a tener sexo de esa manera o hacer a un lado mi enojo de no poder disfrutarla nunca, desnuda junto a mí. 
¿Qué tan Idiota podría ser yo para no escoger la segunda opción? —Me pregunté observándola mientras acomodaba los almohadones— La amo tanto que yo puedo disfrutarla del modo que a ella la hiciera sentir cómoda y aceptando cada una de sus manías y complejidades. 
Las cosas resultaron siendo como ella quería y entonces bajo las tenues luces de un par de lámparas, tuvimos nuestra primera sesión de sexo en nuestra casa de Bebek, en mucho tiempo. ¿Cuánto tiempo? Ya ni siquiera lo recordaba por lo que hicimos de aquella noche como si fuese la primera e inolvidable de nuestras vidas en nuestro verdadero hogar. 
En nuestro primer día en Estambul, Agatha no perdió ocasión en ir a buscar un buen médico de cabecera para mí en uno de los mejores Centros Traumatológicos y de Tratamientos Físicos de la ciudad, tal y como se lo había prometido a la Dra. Horst. Desde luego yo poseía todas las intenciones de continuar mi proceso de terapias físicas durante el tiempo que permaneciéramos allí pero no comprendía porque debía buscar un médico de cabecera. 
Mi disposición para permanecer casi el día entero en una sala de terapias físicas no serían las mismas que en Los Países Bajos debido a que mis pensamientos en Estambul se hallarían fraccionados en muchos asuntos y uno de ellos sería mi hermano Ömer. 
— ¡Virgil, hermanito! Aún no me has dicho que te parece aquí ¿Te sientes a gusto?  
— ¿Quién no se sentiría a gusto en este lugar? Es una ciudad caótica pero con muchos encantos, Agatha. 
— Eso es verdad… Me alegra que te sientas cómodo aquí a pesar de que pueda resultar algo caótico porque tengo muchos planes en éste lugar y quiero que tú me acompañes en ellos. No solo deseo que te acostumbres sino que sepas adaptarte y que seas muy feliz. 
— No olvido la promesa que te hice jamás las olvidaré, hermana. También deseo ser feliz aquí, trabajar, casarme y formar una familia. 
— Hay muchas mujeres hermosas aquí en Turquía y estoy segura de que conocerás a alguna muy pronto, Virgil. Ahora ya vámonos que Hatice ha de estar ya ocasionando caos sin mí y Oğuzhan a punto de ingresar en su papel de detective por mi ausencia, además debo acabar de ubicar el lugar de mi Hariel en el jardín. 
— ¡Vámonos entonces! 
Mi amigo Baymaz no atendía mi llamada ni al celular ni a su oficina, entonces le pedí a Farah que se comunicara en mi nombre a la penitenciaria de Üsküdar para que pudiera averiguar alguna cosa sobre Ömer pero le dijeron que no daban ningún tipo de información vía telefónica, sobre los reclusos. 
¿Por qué? ¿Qué demonios sucede con Baymaz? ¿Por qué me hace esto? ¿Por qué? —Repetí una y otra vez golpeándome la cabeza con las manos— 
— Señor, no haga eso que va a lastimarse.  
— ¿Oğuz? ¿Mi amor que haces? ¡Basta Oğuzhan! Detente… ¡Basta! 
En aquellos instantes solo sentí una impotencia y desesperación que no pude contener y de no haber llegado mi esposa a tiempo, no dimensiono el mal que pude haberme ocasionado. Lo bueno fue que la tuve junto a mí y hallé como siempre la tranquilidad entre sus brazos.  
— ¿Qué fue lo que sucedió Farah?  
— Es que no consiguió comunicarse con el Sr. Baymaz, luego yo no pude averiguar nada sobre Ömer en la Penitenciaria de Üsküdar por eso quedó bastante alterado.  
— ¿Podrías preparar un té tranquilizante y llevarlo a la habitación, por favor?  
— Claro que sí, Señora. 
¿De qué me sirve estar aquí en Estambul si no puedo hacer nada por mi hermano? —Me reprochaba a mí mismo con mucha amargura— Aún me siento amarrado, un inútil sin remedio.  
Agatha: ¿Que sucede contigo mi amor? Pudiste haberte lesionado golpeándote la cabeza de esa manera. Siéntate para tomar tu medicina.  
Oğuzhan: Yok!  
Agatha: ¡Oğuzhan!  
Farah: Aquí le traigo su té, señora.  
Agatha: Gracias Farah.  
Farah: Si me necesita solo pegue un grito. ¡Permiso!  
Agatha: Está bien… ¡Oye Oğuz! Siéntate entonces para que puedas escucharme. 
Puedo escucharla estando acostado. No quiero sentarme y tampoco quiero ingerir nada.  
Agatha: Yo hablé con tu amigo Baymaz —Confesó— 
¿Ne? ¿Ella habló con mi amigo Baymaz y no me lo contó? ¿Niye?  
Agatha: Tu amigo Baymaz tuvo que viajar de urgencia a Bursa para atender otro caso legal pero me dijo que apenas estuviera de regreso, se comunicaría contigo porque tiene buenas noticias para ti con respecto a tu hermano. 
¿Es verdad o solo intenta animarme un poco? ¿Por qué mi amigo Baymaz no me lo dijo personalmente? Él sabía que yo esperaba con ansias su llamada por lo que la versión de mi esposa no me convenció en absoluto. 
Decidí cuestionarla por esa razón, puesto que me resultaba muy extraño todo y sentía como si estuviera tratándome como a un grandísimo ingenuo.  
— Estoy diciéndote que tu amigo tiene buenas noticias para ti. Si no te dijo nada al respecto fue porque él mismo quiso ser el encargado de darte una sorpresa solo que con esta actitud tuya todo resultó imposible. Debes calmarte, cielo y aguardar a que regrese Baymaz. ¿Si lo harás?  
— ¡Tamam!  
Seguía sin poder convencerme por completo de sus palabras pero decidí aguardar un par de días más, solo un par de días hasta que mi amigo regresara de Bursa. 
Luego de acceder a ingerir finalmente mi medicamento y el té que Farah preparó para mí, me sentí mucho mejor, aliviado y sumido en la insistencia de mi Agatha para ir a dar un paseo con nuestra hija, a la orilla. Caminar un poco, descansar luego sobre el banquillo y continuar la marcha, fue nuestro objetivo y lo hicimos bajo el resplandeciente sol de verano que fue testigo de toda nuestra dicha. 


 



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En el texto hay: drama, amor, perceverancia

Editado: 30.08.2021

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