Durante nuestro trayecto por la Cevdet Paşa Cd, mi esposa, mi hija, Min y yo decidimos descender del coche para pasar la tarde en el parque, descansar sobre algún banquillo mientras observaremos a nuestra incansable Hatice y luego llegar a la orilla para abordar un Ferry que nos llevara a navegar.
Mi esposa colocó a Min en su jaula en forma de maleta transparente para llevarlo con nosotros y luego Virgil y Farah retornaron a la casa.
— ¿Por cuánto tiempo vas a observarme de ese modo, Şehzadem?
Por cuánto tiempo no lo sé, quizás hasta que me explique con detalles el modo en que todo había sucedido —Pensé— Nadie mejor que la única artífice de toda mi felicidad, podría contarme mejor las cosas.
— ¡Amor! Solo deseaba darte una sorpresa y verte así de feliz como estás ahora.
Eso ya lo sé —Me dije haciéndole señas para que prosiguiera—
— Hace una semana, Baymaz consiguió el amparo judicial por el cual había estado trabajando incesantemente para que tu hermano Ömer saliera libre. Te llamó a tu celular para contarte la buena noticia de que lo había logrado pero como estabas dándote un baño, atendí yo y al darme la noticia a mí, se me ocurrió idear esta sorpresa. Sé que fue cruel hacerte esperar tanto y dejarte un poco angustiado…
¿Un poco? —Le Irrumpí, molesto—
— No te enojes, Oğuzhan… ¿Dime si semejante sorpresa no valió la pena? —Preguntó sonriente—
Casi morí de angustia sin saber por qué mi amigo Baymaz no se comunicaba conmigo para darme noticias sobre mi hermano. En verdad yo debía sentirme muy molesto con mi esposa pero me resultó imposible.
Esa sonrisa hechizante borró hasta el mínimo vestigio de enojo que yo poseía y no le quedó más remedio a mi corazón, que instalarme en la mente de mi Agatha para ver las cosas desde su perspectiva. Lo hizo absolutamente todo por mí y pensando en mí para darme una sorpresa con aquello que más anhelaba mi alma.
— Tuve que involucrar a toda la familia para darte esta gran sorpresa por lo tanto no los culpes a ellos mi bello príncipe.
Te amo tanto mi hermosa reina de cristal… Tanto, tanto —Pensé mientras el viento se deleitaba acariciando su cabello—
La abracé y la llené de besos del mismo modo que ella lo hacía conmigo constantemente y me vi invadido de toda su dulzura y de todo su delicioso aroma. Me perdí entre sus ojos, entre el cielo y el mar que hacían un solo lugar del cual nunca quería escapar.
— Annem, Babacığım! —Gritó repentinamente nuestra pequeña mientras nos señalaba uno de los ferris que se acercaba a la orilla—
— Hora de dar nuestro paseo en Ferry, cielo.. Nuestra hija ya quiere abordar. ¡Vamos!
— ¡Hadi babacığım! ¡Hadi! ¡Hadi Annem! —Insistia presurosa jalando a su madre—
— Tranquila bebé... iremos despacio con papá. ¿Acaso quieres que dejemos aquí solito a Min?
— ¡Yok!
— Entonces iremos despacio.
Cuando llegamos hasta el Ferry y abordamos, finalmente, nos ubicamos en un lugar donde pudiéramos observar de manera panorámica todo lo que tendríamos ante nuestros ojos con aquel recorrido. Me senté cargando a Hatice sobre mi regazo, Agatha colocó a Min junto a ella y quedamos prestos para uno de los paseos más memorables de nuestras vidas.
— Şehzadem? Dime que esas son lágrimas de felicidad o lloraré también.
Lo son, si… Son lágrimas de felicidad infinita —Pensé asentando con la cabeza—
Muchos recuerdos felices y sensibles se hojearon en mis pensamientos en aquel instante pero por alguna razón quedé colgado en el recuerdo de un bendito día cuando decidí correr el riesgo de robarle a mi Agatha un profundo beso en los labios, el primero de muchos que tuvo de mi parte y los tendrá desde luego.
— ¡Bueno! Ahora sonríes… Es mucho mejor así. Sabes que si tú estás feliz, yo lo estoy también y si estás triste, yo estoy triste, Oğuzhan.. ¡Te amo!
— ¡Ağlama babacığım! —Pidió mi pequeña, acariciando mis mejillas antes de acurrucarse entre mis brazos—
Nuestra princesa estaba exhausta y por primera vez desde que aprendió a dar sus primeros pasos, su madre y yo la vimos consumir hasta su última gota de energía, jugando, saltando y corriendo de un lado para otro. Hatice quedó profundamente dormida desde “La Torre de la Doncella” hasta las costas donde podía observarse con total plenitud el Palacio de Topkapı.
Allí decidimos tomarnos una fotografía familiar utilizando la majestuosidad que poseíamos de fondo. Agatha tomó a Min entre sus brazos y los cuatro congelamos por siempre un pequeño instante para nuestro álbum de vida.
— ¡Este es el lugar correcto! —Exclamó repentinamente lanzando un gran suspiro—
¿Lugar correcto para qué? —Me pregunté Observándola—
Mi Agatha se puso de pie, me llenó de sus típicos y abruptos besos y prosiguió diciendo las mismas palabras.
— Esté es el lugar correcto para leer el poema que escribí para ti, Şehzadem. Es muy cursi pero lo escribí hace tres años cuando el doctor me dijo que estabas en coma, que no ibas a soportar tantas lesiones en tu cuerpo y que me preparara para tus últimos momentos de vida —Dijo llorando estremecida—. Yo no perdí las esperanzas porque tú tenías que conocer a nuestra hija y fue entonces que me prometí a mi misma que si abrías tus ojitos, yo haría hasta lo imposible para que te recuperaras y fuéramos felices.
Mi corazón se quebró en cientos de pedacitos al verla llorar casi de manera inconsolable recordando aquellos terribles momentos. Mucho no supe que hacer ante aquel repentino declive emocional y tomé entonces su mano y le rogué con mis besos que secara sus lágrimas y que leyera el poema que había escrito para mí.
— De acuerdo, voy a empezar pero no sin antes decirte una última cosa.
— Mmm…
— Estas no son solo vacaciones mi amor. Nos quedaremos aquí para siempre. Por esa razón la Dra. Horst te entregó tus expedientes médicos y me pidió que buscara de inmediato aquí otro médico de cabecera para ti. Por la misma razón también traje con nosotros a mi angelito Hariel y ya puse en venta la casa en Kudelstaart.
— ¿Ne?
— Amaba mucho el jardín que creaste para mí en aquella casa por lo tanto voy a exigirte que me crees aquí otro jardín. Tamam mı? Uno doblemente grande y más bonito. —Dijo arrasando sobre mí cada una de sus palabras como una pequeña máquina sin frenos que me dejó aplanado y estupefacto pues ya no sabia de que otro modo sentirme— ¡Bien! Ahora empezaré a leer mi poema para ti. ¿Estás listo para oírme, cielo?
— Evet.... —Contesté asentando con la cabeza—
TU TIERRA
He nacido en la tierra olvidada por Dios y creada por el hombre.
He visto los infinitos colores de la primavera.
Y a lo lejos, un molino doblegándose al viento.
El mismo molino que se vislumbra entre la danza de los tulipanes.
En el arroyo se traza un sendero de patos, ávidos de ser siempre admirados.
En el cielo, los rayos del sol buscan acariciar tu piel dormida.
El silencio de tu voz clama por mi nombre.
Y mis ojos, el encanto de tu sonrisa.
He nacido en la tierra olvidada por Dios y creada por el hombre.
He visto los infinitos colores de la primavera.
Pero sin ti, esta primavera se teñirá de flores negras, bajo la tristeza de un cielo gris.
He nacido en la tierra olvidada por Dios y creada por el hombre.
Pero aquí yo no soy nada sin tu alegría.
Te llevaré entonces de regreso a tu tierra.
A la misma tierra de los sultanes.
Si vuelvo a ver el brillo de tus ojos de avellanas.
Navegaré sin miedo por las aguas color turquesa que un día te llevaron hacia mí.
He visto los infinitos colores de la primavera.
Pero nada tan inmenso y deslumbrante como el amor que hiciste florecer dentro mí.
He nacido en la tierra olvidada por Dios y creada por el hombre
Pero en mi tierra he muerto también.
He muerto y tú me has revivido para que permaneciera siempre contigo.
Aquí estaremos entonces, príncipe de todo mi reino y del tuyo propio.
En tu tierra.
En la tierra de los sultanes, las mezquitas y los antiguos palacios.
Si vuelvo a ver el brillo de tus ojos de avellanas.
Ahí juraré de nuevo amor eterno ante ti.
En tu tierra.
En la tierra donde levantaremos la fortaleza eterna de nuestro amor.
Fin.