Me desperté por un delicioso aroma, miré mi celular y era casi las dos de la tarde, vaya que he dormido demasiado. Bajé hacia el comedor y mamá se encontraba haciendo galletitas de vainilla.
- Por fin despertaste mi fea durmiente.- dijo mientras sacaba una bandeja del horno.
- Me dormí tarde anoche, estaba terminando mi serie.- dije mientras me acomodaba en una de las sillas del comedor.
- Recuerda que debes estudiar para las olimpiadas, no dejes a la escuela de lado.
- Si mamá, sé lo que debo hacer, no debes recordármelo.
- Bueno, no te enojes tonta, te prepare estas galletas de vainilla.
- Gracias mamá.- le dije mientras tomaba una para poder saborearla.
Mamá se fue a trabajar y yo solo me fui a estudiar, eran casi las 10 de la noche y koongie se puso demasiado inquieta.
- No hagas nada pequeña, ya te llevaré al parque.- era su hora de salir, siempre que olvidaba llevarla al parque ella comenzaba a molestarme.
Me puse una sudadera delgada y un short largo. Vaya error, apenas abrí la puerta koongie salió disparada como una bala y apenas me dio tiempo de cerrar la puerta. Fue muy tarde cuando me di cuenta que no debía salir con esa sudadera delgada, había un frío infernal y yo no encontraba a koongie. Caminé hasta llegar al supermercado, ya estaban cerrando pero no le di importancia. Koongie se encontraba haciendo nuevos amigos mientras yo moría de frío, le coloqué correctamente el collar y caminamos rumbo al parque.
- Niña tonta, te he dicho que no me gusta que salgas corriendo de la casa, si te pierdes o te pasa algo yo me muero.- dije mientras la miraba caminar como si nada.- Claro, tú no sientes frío, mientras yo me estoy congelando por tu culpa.
Dicho esto, sentí como una tela bastante pesada caía sobre mis hombros, era una chaqueta. Al voltear lo ví, era el chico del supermercado.
- No es de mi incumbencia pero, no deberías salir de casa sin algún abrigo lo suficientemente grueso, hace mucho frío.- no podía decir nada, me encontraba mirando sus ojos, la luz del parque estaba a su favor ya que su rostro se veía aún más lindo.
- No te preocupes.- dije una vez que pude volver a la realidad.- No lo necesito y si me la quedo tú morirás de frío.- intenté quitármela, pero él lo impidió.
- No hay problema, puedes tomarla, yo aún tengo una y es más gruesa que la tuya, tendrás un resfriado si te la quitas. - dijo y se fue caminando tranquilamente.
No sabía que hacer, si ir y devolvérsela o simplemente quedármela y dársela otro día. Opte por la primera opción, pero en lo que pensaba él ya se había ido y no me quedó de otra que esperar hasta mañana para devolvérsela.
Mientras iba de regreso a casa pensaba en él, solo lo conocía del supermercado y no recordaba haberlo visto antes de eso, desconocía su nombre pues los trabajadores de la tienda no usaban gafetes ni nada por el estilo. Se veía solo unos años mayor que yo, unos dos tal vez. Sin darme cuenta ya había llegado a casa, todo el camino de regreso había pensado en él, que tonta soy. Entré y no encontré a mamá, tal vez trabajó horas extras. Subí a mi habitación y le quité el collar a koongie para que pueda dormir bien, me cambié la ropa y me dormí.
∆
Pasó una semana sin saber de él, no volvió al supermercado y yo no sabía cómo entregarle el abrigo. Asistí a las olimpiadas y como era de esperarse, gané el primer lugar, mamá me felicitó y me hizo una cena para celebrar.
Pasaron tres meses y yo creía que nunca más lo volvería a ver, no era de mi importancia, solo quería devolverle la chaqueta. Hasta que un día lo vi, estaba hablando con el gerente, tenía la misma cara amigable y cuando volteó me miró y sonrió yo solo miré para otro lado y fingí no verlo. La fila estaba bastante larga porque solo había una caja abierta pero luego comenzó a avanzar más rápido y ahí me di cuenta...
- Buenos días, he vuelto.- dijo tomando mis productos y pasándolos a la barra.
- Buenos días.- le dije con un tono normal. A mí no me importaba si regresaba o no a trabajar.
Pagué y me retiré del lugar, no entiendo que fue lo que paso, pero mi cuerpo se invadió por una felicidad enorme. No sabía por qué o tal vez sí pero, no quería admitirlo.
Al día siguiente me encontraba frente a la tienda, con las cortinas abajo esperando a que el chico salga. Una pequeña sonrisa se formo en mis labios al verlo y al darme cuenta solo volví a mi cara seria de antes.
- Buenas noches.- le dije y él volteo intentando buscar de donde provenía la voz.
- Hola, buenas noches.- dijo una vez que me encontró y me miró directo a los ojos.
- Esto es tuyo.- le tendí la bolsa de papel que contenía su chaqueta.
- Oh cierto, muchas gracias.- dijo mientras yo le tendía la bolsa. Cuando él la tomó, nuestras manos rozaron y me aparte rápidamente.
- Lo siento, no...
- Adiós.- no dejé que terminara la frase y me fui.
Odiaba que hiciera eso. Estaba molesta, no con él, sino conmigo. Todo era distinto, odiaba el contacto físico pero con él era diferente, no sentía nada y eso no era bueno. Me molestaba sentir esto de nuevo, no debía, no debo. Tengo que alejarme de él.
∆
Ya estaba en el tan esperado último día de clases, por fin me desharía de Mark y sus estúpidas bromas. Estaba tan feliz, pero la felicidad me duró muy poco.
- Buen día mi linda Soso, aunque no tan buenos. Hoy es nuestro último día de clase y ya nunca más podré ver tu hermoso rostro.
- Sí verdad, que mal, nunca más te volveré a ver.- dije y él enseguida notó el sarcasmo en mis palabras
Mantenía la misma sonrisa estúpida de antes.
- Pero no te preocupes mi pequeña Soso, cuando sepa a que universidad asistirás me inscribiré sin pensarlo y así nos podremos ver todos los días.
Yo solo rodeé los ojos y me fui de ahí, realmente no lo soportaba, era la persona más estúpida y detestable de todo el mundo. Solo caminé un par de cuadras más y me encontré con la que sería mi nueva universidad, entre y me dirigí a la dirección para entregar mis papeles y hacer todos los trámites de inscripción. Estando ahí caminé un poco hasta llegar a la que sería mi futura aula, me sentía emocionada al pensar que en un mes estaría estudiando Medicina veterinaria en esta hermosa universidad.