¡déjame en paz! ¡asesino!

¡Gato a la vista!

Gabby

Carter me miraba esperando a que dijera algo.

¡Ah no, señor! No estoy lo suficientemente shockeada para ignorar lo que está ocurriendo aquí.

¿Acaso creía que le iba a hablar así
por así? Pues se quedaría allí esperando, de mi boca no saldría ni un pip.
Me crucé de brazos y comencé a golpetear el piso exasperada con mi pie izquierdo, lo miré de arriba a abajo con una ceja levantada. hice una mueca como diciendo -¿Y entonces?- Carter se revolvió el pelo y me miró serio, dio un paso hacia mí.

—Montague. —dijo.

—Baker. —respondí fríamente.

Y antes de que digan algo...

¡Sí! Montague de los Montague de Romeo y Julieta de la obra literaria de Shakespeare. La trágica historia cliché de amor y devastación ¡Puaj! ¿Acaso el maldito Romeo no pudo esperar 5 segundos más? ¿acaso no pudo comprobar su pulso o respiración? ¡¿Acaso no se dio cuenta de que Julieta se veía demasiado viva para haber estado dos días muerta?! ¿Hola? ¡¿Sentido común?¡ ¿no?

Ok, ok. Aquello me estaba afectando sobremanera.

Carter asintió sacándome de mi extenso letargo y se fue con su grupo, los seguí con la mirada hasta que se perdieron entre el tumulto de gente. Le lancé una mirada ponzoñosa a Nikki, dispuesta a bombardearla con preguntas. ¿Acababa de romper el código de confidencialidad que firmamos hace dos años. 

Lo sé, era patética, pero me iba muy bien siéndolo

"¡ni se te ocurra recordármelo!" le grité mentalmente a mi subconsciente que se preparaba para lanzar aquel torpedo.

No podía soportar la idea de dejar de ser la chica invisible, odiaba la atención. Algo irónico viniendo de una persona hija de un empresario millonario e integrante del cuerpo de salvavidas estrella de la bahía.

—Sé lo que vas a decir, Gabby. —dijo tranquilamente mientras sacaba sus libros del casillero.

—¿Ah sí? y ¿qué es lo que voy a decir? ¿se puede saber? —me acerqué a ella y comencé a bajar mis libros.

—Pues, que acabo de romper el código de confidencialidad —rodé los ojos y la encaré.

—¿Por qué lo hiciste? Sabes lo que pasó con él —suspiré, cerrando el casillero.

—Lo sé, pero es que creo que me gusta un poco bastante —sonrió tímidamente y no pude evitar sonreír también.

"¿Bipolar? ¿quién?"

—¡Arsh! ¡Nikki! —bufé aún sonriendo, soltando unas risitas contenidas.

En ese ámbito mi amiga, era un huesito duro de roer –por así decirlo– nunca le gustaba alguien por gustar, debía de ir en serio si admitía que le gustaba. Me hubiera gustado saber cómo diantres se habían llegado a conocer, pero me interrumpió.

—¡Ay Gabrielle! Por favor, sé que era tu amigo...

—Mi mejor amigo —la interrumpí inmediatamente.

—Sí, tu mejor amigo, pero de verdad me gusta y quiero darle una oportunidad ¡Por favor! ¡te lo ruego!

Se arrodilló y comenzó a rogar, las personas que pasaban a nuestro lado nos miraban como si nos faltara un tornillo y me ponían nerviosa.

No por el hecho de que pensaran que nos faltaba un tornillo, eso estaba más que científicamente comprobado. Solo no soportaba el peso de sus miradas inquisidoras.

—Vale, vale. Ya levantate. —dije tomándola del brazo y halándola, pero el impulso nos hizo caer hacia atrás. Nikki reía a carcajadas y a mí me dolía el estómago de tanto reír al ver su cara rojiza.
 Sonó la campana y paramos de reír al instante, nos levantamos y caminamos hacia el aula de Biología.

Entramos y comenzaron las clases, intenté prestar atención a lo que decía el profesor pero estaba tan absorta en mis pensamientos que no me di ni cuenta de que ya era la última clase. Comencé a idear un plan para no ser vista por Carter, pero un millón de preguntas asaltaron mi cabeza y no creí tener respuesta alguna para ellas. Y ¿si venía con sus amigos? Y ¿si me descubría? ¿se lo diría a todo el mundo? ¿Me guardaría rencor por haberle dejado de hablar? 

Sacudí la cabeza y me corregí "Él nos dejó de hablar primero" me recordó mi subconsciente. 

¿Qué ni somos la misma persona?

La campana sonó y todo el salón se levanto como una exhalación -claro- excepto yo. Una larga y delgada mano se agitó frente a mi cara sacándome de mi letargo.

En aquellos días no hacía más que sumergirme en larguísimos y densos letargos.

—Gabby. ¿Gabby? ¿acaso oíste algo de lo que te dije? —preguntó Nikki.

—¿Eh? no, no. ¿Qué dijiste? —Nikki se rió levemente, jalándome fuera del salón.

—En serio estás traumada ¿eh? Te decía que si me podías llevar a la bahía.

Nikki sacó de su mochila el vestido de baño del equipo, salté al instante y lo volví a guardar en la mochila. 

—¡Oye! ¡Pero que sensible estás! —espetó molesta.

—¡Uf! No tienes idea, el hecho de que Carter pueda descubrirlo me escarapela los vellos. —Nikki me rodeó por los hombros y rió mientras salíamos a los estacionamientos.

—No te preocupes, linda. Yo te cubro —intentó tranquilizarme mientras abría la puerta del copiloto y se adentraba de un salto.

—Ah sí, como lo hiciste tan bien la última vez —me burlé mientras encendía el auto.

Reímos y hablamos sobre nuestro primer día como integrantes oficiales del equipo, estábamos tan emocionadas. Ya no seríamos aprendices, las estudiantes se habían convertido en maestras o algo por el estilo. Llegamos a mi casa y recogimos mi uniforme.

"Oh daddy dear you know you're still number one. But girls they wanna have fun. Oh girls just want to have...

Meneaba la cabeza al compás de la enérgica canción. Los ochenta podían haber pasado hace siglos, pero esa canción era y seguiría siendo legendaria. Comencé a agitar mi roja cabellera sintiéndome libre con el viento chocando contra mi cara. Cerré los ojos un momento pero el gritó estridente de Nikki me sacó de mi ensoñamiento musical.



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En el texto hay: risas, amorodio, complicidad

Editado: 26.04.2023

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