¡déjame en paz! ¡asesino!

Vía de escape tenebrosa

Gabby

Gesticulaba exageradamente con las manos.

—¿Te lo puedes creer? ¡el muy atrevido se llevó mi auto! —grité casi al borde de la histeria.

—Razones debe tener el pobre. —opinó Bronwen mirando el horizonte con los binoculares.

Y ¡¿quién la había llamado a este entierro?! Es más ¿Porqué diablos había vuelto? y lo más extraño ¿Cuándo?

La fulminé con la mirada y volví a taparme la cara con las manos. Mi auto. Mi querido y bellísimo Prius.  

—Cálmate Gabby, te lo devolverá. Tarde o temprano tendrá que devolverlo. —intentó consolarme Nikki, pero yo solo podía pensar en las miles maneras de matar a Logan.

—Claro. Claro, tienes razón. No sé porqué me preocupo tanto. —procuré calmar mis nervios, después de todo Logan era mi hermano querido ¿no?


<< O >>


—No puede...

—¡Ser! —exclamó Nikki sin poder creérselo.

Aparcada en "mí" lugar de estacionamiento estaba la moto de Logan y cerca de esta me esperaban una cubeta y esponja. ¡Aja! así que por ahí iban las cosas. Nikki me observaba boquiabierta y se giró como un rayo hacia mí.

—¿Acaso hay algo que aún no me has contado? —preguntó aireada, intuyendo lo que se venía.

Ayyyyy... ¿Cómo lo supo?

—Pues, tal vez. Solo tal vez, insulté a Wanda —dije meneando la cabeza.

—¿Wanda?

Lo sé... Yo también quedé así de impactada.

—Sí, Wanda, su moto. —hablé con voz queda. Nikki se dió una palmada en la frente y negó repetidas veces con la cabeza.

—Serás idiota, amiga. No puedes insultar al vehículo de un hombre, es como darles una patada en su orgullo.

—¡Qué! ¿A eso se le puede llamas vehívulo? eso es un objeto vudú o algo maligno que busca mi desgracia.

—Aunque eso no explica el ¿porqué? de la cubeta y la esponja. —me ignoró.

Hice una mueca de desagrado al ver la esponja chorreante sobre el balde de agua.

—Bueno..., la situación fue que me detuvo el paso y no me dejaba salir, a menos claro, que me disculpara con "Wanda". Lo hice, y claro cómo no, según "Wanda" solamente me perdonaría si la lavaba y lustraba durante una semana o algo así.

Bufé y Nikki me correspondió resoplando a la vez. En ese momento se me "encendió el bombillo" y me volví hacia Nikki, que me miraba entre preocupada y confundida, debido a mi inesperada reacción.

Peeeeroooo... No tengo la más mínima intención de hacerlo. —dije girándome para irme—Que suerte que tengo una amiga que me brindará posada hasta que se le pase el berrinche al crío de Logan. —anuncié sonriente.

—Ah... Y se podría saber ¿quién diablos será esa pobre alma que tendrá la condena de alojar a este monstruo en su hogar? —preguntó señalándome de arriba abajo, por lo que sonreí con más ímpetu.

—¡Pues tú, Nikki! —exclamé dando saltitos de alegría, consciente de su cara larga.

—¿Porqué no me sorprende? Vale —suspiró—, con tal de no pasar la semana sola con todos esos cadáveres, por mí fantástico.

—Entonces ¡es un hecho! —aplaudí y la abracé—. ¡Ay! linda, me has salvado de la Tercera Guerra Mundial. —suspiré aliviada.

—¡Vamos! mis padres quieren que esté en casa antes de que se vayan. —siguió caminando.

Podía sentir la mirada fulminante de Logan cuando viera que no había lavado el trasero de su queridísima Wanda. Reí al pensar en ello, ganándome una mirada de extrañeza por parte de Nikki, otra vez. ¡Cielos! sí que era rara.

Al llegar al gigantesco y negro portón de la casa de Nikki, me entraron unos escalofríos terribles.

Brrrr... Aterrador.

Su jardín –lleno de lápidas y esculturas de ángeles de la muerte– parecía sacado de una auténtica película de terror de los años 50. Una inmensa mansión victoriana se alzaba al final de la propiedad y el clima nublado no favorecía para nada el ambiente surrealista que se alzaba ante mis ojos.

¡Estamos en Los Ángeles, por Dios! ¿qué pasó con las palmeras veraniegas y las piñas coladas con carrizos alegóricos?

¡Ni siquiera el clima tenía sentido!

—Terrorífico ¿eh? —susurró en mi oído, por lo que salté del susto.

—¡Nikki! —le dí un manotazo en el hombro.

—¡Auch! ¿y ahora? solo era una broma.

—¡Nikki! ¡Por favor! No me falta casi nada para salir corriendo de aquí y lavar la estúpida moto de Logan con tal de dormir sin tener pesadillas. —tragué saliva mientras nos acercábamos a la casa.

Mala idea elegir a Nikki como buena samaritana.

Los padres de Nikki salieron casi al instante con un montón de maletas de viaje, a su lado iba Hendrickson su mayordomo con otras siete maletas negras. Sus padres sin siquiera despegar la vista de sus celulares, se despidieron de ella... Y un poco más.

—Hasta luego hija. Hasta luego hija. —después de besar a Nikki, me da uno a mí.

¡¿Ehhhh?! ¡¿A mí también!?

Ehhhh... ¿Señor Williams? soy Gabby. —saludé con la mano, al escuchar mi nombre el pobre hombre se sobresaltó dejando caer su celular.

—¡Gabrielle querida! ¡disculpa nuestro descuido! —habló apenado recogiendo el celular y rodeando a su esposa por la cintura—. Es un gusto que estés con nosotros. Recuerda...

—¡Lo sé! La cena a las siete, en nuestro cuarto a las once y nos dormimos a la hora que queramos. —reí recordando las reglas de la casa.

—Exacto. Ya nos vamos, volvemos la próxima semana, linda. Usa las tarjetas con sensatez, puedes ir de compras pero no te excedas. —recordó su padre caminando en dirección a su auto.

—Claro papá. —Nikki rodó los ojos, tomándome del brazo y entrando a la casa—. ¡Chao papá! ¡chao mamá! —se despidió desde el marco y cerró la puerta de un portazo.

Podía ver la tristeza reflejada en sus ojos, aunque sabía ocultarla casi a la perfección. No era novedad que los padres de Nikki no se encontraran en casa, es más, prácticamente había sido criada por Eloise, su ama de llaves y Hendrickson.



#14031 en Novela romántica
#8308 en Otros
#1301 en Humor

En el texto hay: risas, amorodio, complicidad

Editado: 26.04.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.