¡déjame en paz! ¡asesino!

Un nuevo comienzo

Gabby

Llevaba mas o menos 15 minutos en ese lugar, y ya estaba empezando a hartarme. Apenas llegamos Nikki me dejó a mi suerte para irse con Carter.

¡Con Carter! 

Por un lado la entendía, estaba atortolada, pero eso no era excusa suficiente para que me dejara varada en medio de este gentío, en menos de 5 minutos más chicos de los que podría contar con los dedos de mis dos manos juntas, se acercaron a mi con intensiones poco dignas. 

"Mood filósofa profesional ¡Activado!"

¡En serio! Es que... ¡Por favor! había muchísimas chicas hermosas, altas y con bellas e interminables piernas ¿porqué a mí?

Yo no podía estar menos interesada, es más, estaba tan incómoda que me había escabullido tantas veces, que terminé sentada en una roca.

¡Sí! ¡Una roca! A eso señoras y señores, se le llama incomodidad completamente innecesaria 

Observaba al montón de chicos surfeando, tenía tantas ganas de acompañarlos. Volver a sentir esa indescriptible sensación de... Hogar, calidez, familiaridad. Volver a sentir la presencia de mamá. 

Agité mi cabeza, intentando borrar los dolorosos recuerdos. Abrí el bolso que me había dado Nikki y saqué la revista de tablas de surf que había guardado antes de salir del auto. Por lo menos me entretendría un poco y el tiempo pasaría un poco más rápido.

O al menos eso esperaba.

De verdad que lo esperaba.

De repente sentí un toquecito en mi hombro, me giré un poco para encontrarme con los oscuros ojos de Connor, me sobresalté y dejé caer la revista.

Bueno... Más bien la lancé contra su pecho. Fuerte.

—¡Uwaaaahh!

Aunque en mi defensa, él me había asustado. Con su mera presencia.

Connor simplemente soltó una risita y se agachó a recogerla, yo no podía sentir más vergüenza. No le quité el ojo de encima hasta que me tendió la revista aún con esa sonrisita traviesa.

—Lo siento, no quería asustarte. No suelo causar esa impresión en las personas. —murmuró pasándose una mano por su largo cabello.

—N-no te preocupes, estoy bien.

¿Lo estaba?

Me giré apretando los ojos y dándome una palmada mental en la frente, ¿acaso podía ser más evidente?

Tonta, tonta, tonta.

—Oye... Yo te conozco.

¡Ugh! volvemos con el asunto, juro que pensé que lo habría olvidado o al menos habría captado la indirecta evidentemente directa. ¿Realmente le resultaba tan intrigante a las personas para que no me quitaran el ojo de encima? Me sentía más bien como una extraña especie de rana siendo examinada por un montón de científicos locos

"Bueno... Digamos que una pelirroja no pasa muy desapercibido que digamos y una que salió así de la nada, mucho menos"

¡UghQue dolor de cabeza. Solté un largo suspiro.

—Ehhhhh... No creo —puntualicé, un poco incómoda, encogiéndome de hombros.

"¿Porqué no se lo dices y ya? Tampoco morirás por un poco de amabilidad"

Gracias por la ayuda. Rodé los ojos.

—Claro que sí.

—Ammm...no es cierto —dije más para mí que para él.

En ese momento Nikki llega corriendo, sonriente.

—Ehhhh... ¡Chicos! ¿se conocen?

¡¿También tú, Nikki?!

—Sí la conozco —habló orgulloso, al parecer.

—Vamos, ni siquiera sabes mi nombre —balbuceé apretando los dientes.

Bajé la mirada haciendo que parte de mi cabello cubriera mi rostro.

En eso se giró hacia mí, evidentemente dolido por mi respuesta

"¡Díselo! o yo lo hago" volvió a hablar mi subconsciente.

Ah sí, como no.

—Ejem... ¿Alguno ha visto a Carter? lo perdí de vista hace unos minutos y ahora no lo encuentro.

Ambos nos encogimos de hombros en respuesta, ella por su parte salió disparada de vuelta a la mansión. Volví a girarme hacia el frente, tomando mi revista, dispuesta a irme. Claramente, no tendría las agallas para decirle la verdad, que estábamos en el mismo instituto desde hace dos años y que nunca me había notado, patético.

Connor me impidió levantarme, tomando delicadamente mi brazo mirándome como perrito degollado.

Ay no. No, no, no esa caraaaaa.

—Disculpa, sé que no nos conocemos. Que tal vez solo nos hemos visto un par de veces, pero no comprendo ¿acaso te hice algo malo?

Pude ver la evidente inseguridad que transmitían sus ojos, sentí pena por él, no se merecía que lo tratara así. Estaba siendo demasiado borde, de qué servía seguir ocultándome en esa fachada. Esa nunca había sido yo. Suspiré pesadamente y sonreí apenada. Cosa que no hizo mas que confundirlo aún más.

¡Agh! ¡¿Por qué tenía que ser tan indedecisa y cambiante?!

—No, tú no has hecho nada malo. Soy yo, estoy pasando por una etapa de transición un tanto difícil de explicar —confesé, sintiendo el aire mucho menos denso.

—Adelante, ¿qué mejor persona para contarle tus secretos, que un simpático desconocido? 

Sonrío mostrando una perfecta dentadura, reí levemente y sentí por primera vez en la noche, que volvía a respirar con normalidad.

—Soy Gabrielle, pero si quieres puedes llamarme Gabby —sonreí encogiéndome de hombros.

—Soy Connor.

Me tendió la mano y se la estreché riendo. A pesar de que ya lo sabía desde hace dos años, no quería quitarle la emoción.

—Entonces... Gabby ¿de dónde nos conocemos?

—Digamos que estamos más cerca de lo que crees.

—¡No me digas! ¿Tan ciego he sido al no notar a una chica tan interesante?

Bueno... Tampoco lo hizo el resto del mundo... Pero, ¿Interesante? ¿Yo?

Estaba a punto de responder a la pregunta, cuando un desgarrador grito proveniente de las olas me sacó de nuestra pequeña burbuja. Giré de inmediato, las olas se estaban volviendo demasiado feroces y peligrosas. Divisé a un par de cabezas que seguían dentro del agua, estaban atrapados. 



#14025 en Novela romántica
#8304 en Otros
#1301 en Humor

En el texto hay: risas, amorodio, complicidad

Editado: 26.04.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.