-Tienes hambre? – me pregunta
-nop-
-vamos a comer algo – me toma de la mano y salimos del cuarto bajamos por las escaleras y llegamos a lo que es la sala, seguimos derechos y al fondo esta la cocina donde ay una mesa, con su isla. – siéntate – me sienta en las sillas de la isla.
-No tengo hambre –
- pues aun que no tengas vas a comer –
-Pero…-
-No te estoy preguntando, te estoy informado que vas a comer y punto – me dice con seriedad, lo miro y me da risa, como me puede gustar tanto.
Veo como saca algunas cosas y prende la estufa. No pensé que supiera cocinar aun que así de espaldas se le ve tan Sexy su espalda y esa camisa negra que tiene pegada al cuerpo le masca los músculos a cada movida de brazos…
*Erika concéntrate * - mi mente me regaña, decido mirar así otro lado.
-Seños – entra el señor que estaba conduciendo anoche – necito hablar con usted – dice cuando me ve. Santiago me mira y después al señor
-vamos – empieza a caminar – ya vengo – me susurra cuando pasa al pie mío, se dirigen así la sala y después se pierden. No se dé qué tanto hablaran, pero de todos modos no debe ser nada bueno.
Me paro y empiezo a andar por la cocina, miro por la ventana y veo una especie de jardín con una piscina, corro la puesta para salir y siento como el viento hacer que mi piel se erice. -que frio – me abrazo a mí misma. Empiezo a caminar y literalmente jamás pensé que Santiago tuviera todo esto, pero lo quiero y todo esto que estoy haciendo es una locura, solo no quiero equivocarme.
Vibra mi teléfono y veo el número de mi mamá
No le quiero contestar, no quiero oírla mas ni a ella ni a mi papá. Corto la llamada y guardo mi celular, pero cuando lo estoy guardando vuelve a sonar, miro la pantalla y estaba es no es mi mamá, ni mi papá, es Mateo.
-princesa – oigo la vos de Santiago, desvió la llamada y guardo mi celular. -que hacías? – entro a otra vez a la casa
- perdón estaba mirando a fuera – corro la puesta
-no te disculpes – se acerca a mi – todo es tuyo – me sonríe y me giña el ojo.
Sonrió y muevo mi cabeza en negación – sí, claro-
-ya, ven y siéntate a comer – me toma de la cintura y me sienta en la silla otra vez.
Después
-vámonos – voy saliendo con Santiago ya que me dijo que me iba llevar a un lugar especial.
Salimos y veo la camioneta negra de anoche estacionada lista para subirnos.
-Señorita – me abre la puesta uno de los tantos hombres que están en esta casa
-gracias – no estoy acostumbrada a esto así que me parece extraño, a Santiago también le abren la puerta.
-Vámonos – ordena Santiago y los dos hombres se suben y empiezan a conducir.
Santiago toma mi mano y la besa con ternura, le doy una sonrisa tierna. Sus ojos son como el brillo que me ilumina. Veo el cielo desde la ventana y esta despejado, creo que hoy abra un buen día, eso espero.