CAPITULO 1

Aitana está sola en su habitación; el aire suena a través de su ventana; los pájaros a esta hora están cantando en el árbol de su patio.

Tal vez debió mudarse algún tiempo, pero los recuerdos están en esa casa; ahí vivió con sus padres sus mejores años de vida. Después de que sus padres decidieron ir a otro país, le dejaron la casa; nunca entendió por qué sus padres la abandonaron cuando apenas cumplió dieciocho. Sus padres fueron padres jóvenes; más de una vez escuchó a su madre decir que fue un error, un descuido, que estuvieron a punto de no tenerla. Es algo que la marcó en su niñez y en su adolescencia.

A sus 27 años vivía sola en la casa que le dejaron sus padres; muchas veces se sentía sola, desde que su novio la abandonó hace siete años. Marcos era el amor de su vida; con él creyó que, si existía el amor, no el amor como el que tenían sus padres, de peleas y engaños, un amor de verdad, un hombre que la hacía sentir viva, feliz, amada.

Un día despertó, Marcos no estaba, su ropa no estaba, sus herramientas de trabajo; encontró una carta, que no le decía mucho, solo que la dejaba para que continuara su vida feliz. Ella estaba feliz con él; no me imaginaba una vida futura sin que Marcos estuviera ahí con ella.

El teléfono sonó, sacándola de sus pensamientos; sabía quién era, su amiga Alexa.

—Hola.

—Estás lista, mi cumpleañera favorita.

—Lo estoy.

—Paso por ti, iremos a desayunar, después iremos al centro comercial para que compres tu regalo.

—De acuerdo. Ya voy bajando para esperarte afuera.

—Espero verte guapa más de lo normal; te llevaré de rumba esta noche; no creo que regreses a casa el día de hoy. Invité a algunos amigos para divertirnos; quiero que conozcas a un amigo; viene llegando de Estados Unidos.

—No tengo intención de conocer a nadie, Alexa.

—¿Cuándo vas a olvidar a ese que te abandonó?

Recordar a Marcos le dolía. No lo había olvidado, no quería hacerlo, lo amaba con locura, nunca ha conocido a un hombre como él.

—Ya estoy llegando. —Alexa sabía que era tiempo perdido; su amiga no quería volver a enamorarse.

—Ya estoy bajando.

Guarda sus cosas personales en una bolsa que hace mucho no usaba; la guarda con tanta devoción porque no quiere dañarla. Siete años atrás la encontró en una caja de regalo, con una nota; era el regalo de cumpleaños para ella; Marcos la dejó en su closet.

Sube a la camioneta de su mejor amiga.

—Estás muy guapa, pero esa bolsa no queda con el lindo vestido que traes puesto.

—No la voy a cambiar, Alex.

—Lo sé.

Recorrieron las calles desiertas de Kansas; el calor se siente a esta hora de la mañana.

—Te llevaré a un lugar diferente; está a las afueras, es nuevo, me lo han recomendado mucho.

—Solo maneja con cuidado, no quiero morir el día de mi cumpleaños, quiero disfrutar mis veintisiete.

—Esperemos no toparnos con inútiles que no manejan bien.

La carretera está un poco transitada; no es raro, ya que muchos automovilistas van a sus trabajos.

—Hoy, por ser tu cumpleaños, te dejaré escoger la música, pero solo hoy.

—Qué considerada.

—Lo sé, soy un amor cuando quiero.

Alexa no es la mejor manejando; ha chocado varias veces; por suerte para ella, nunca ha pasado nada que lamentar. Pero hoy la suerte no estaba de su lado.

Un fuerte golpe las hizo moverse para todos lados; Aitana se llevó la peor parte porque no tenía puesto el cinturón de seguridad. El dolor de la pierna la está matando; escucho gritos y personas acercándose; no entiende qué pasó.

Un hombre se para junto a ella.

—¿Estás bien?

Esa voz la conoce, ve la silueta, intenta enfocar la vista, pero no lo logra.

La cama de hospital está helada; cuando abre los ojos, está sola en la habitación. La cabeza le duele y la pierna está igual.

La enfermera de turno entra.

—¿Dónde está mi amiga?

—Tranquila, tu amiga está estable y tú debes guardar reposo.

—¿Quién me trajo?

—No lo sé, yo apenas recién acabo de llegar.

Los recuerdos llegan; esa voz la conoce bien. Aitana no creía que era él; se lo estaba imaginando seguro; el golpe en la cabeza la hizo ver a Marcos, a su exnovio.