Ha pasado dos días Aitana está dada de alta solo espera la firma del médico para poder irse a casa, sus padres no se tomaron la molestia de ir, ni siquiera la habían llamado para felicitarla por su cumpleaños.
—Toc toc.—El médico entra.
—¿Como estas?
—Estoy mejor doctor.
—Voy a firmar tu alta, me gustaría verte en una semana, mi consultorio está aquí mismo en la planta 3, mi asistente con gusto te dará una cita.
—Lo haré doctor.
—Luis Ángel. —un apuesto doctor entra.
—Dime Henry.
—Solo quería que le echaras un vistazo a esto.
Aitana no era ajena a la conversación, siempre le asustaron lo hospitales, ya en estos dos días estaba desesperada por irse y cada que le hacían estudios tenía mucha ansiedad pensaba en lo peor.
—Se ve complicado —Por la cara del doctor Aitana se compadeció de quien sea esos resultados, al menos ella sana, se iría a casa y todo volvería a la normalidad.
—El paciente esta por llegar, voy a hablar con mi equipo y vere lo que es mejor para él, está bien si necesitas ayuda ya sabes que puedes contar conmigo.
—Gracias amigo. Y disculpa la intromisión —el apuesto doctor mira a Aitana, solo por un momento.
—Buenos días.
—Buenos días doctor.
—Listo Aitana, ya puedes irte. Solo enseña la hoja a los guardias.
—Muchas gracias doctor.
Aitana intenta levantarse, pero lo hace rápido y se marea un poco.
—Déjame ayudarte.
—Tengo una emergencia debo irme —el doctor Luis Ángel sale casi corriendo de la habitación.
—Todo el tiempo estamos corriendo por el hospital.
—¿No tienen vida?
—La tenemos, pero a veces es difícil.
Aitana no es indiferente a lo guapo que es el médico, nunca lo había visto, ha venido al hospital varias veces.
—Debes levantarte con cuidado ¿Alguien vendrá por ti?
—Si —miente
No tenia ganas de explicar que esta sola en el mundo, no le apetecía que un guapo medico sepa sus traumas. Se quita de la mente esos pensamientos, desde que Marco se fue hace años, no le interesa los hombres y enamorarse.
—Deberías esperar a tu familiar para que te ayuda cambiarte.
—Si, gracias doctor.
—Ten un buen día.
—Usted también —le responde.
Aitana espera un tiempo antes de ella misma buscar su ropa para vestirse, nadie vendría por ella, pudo llamar a alguien de la oficina, pero prefirió no molestar, llamo hace dos días para ausentarse no dio detalles así que la única que sabia que estaba en el hospital era su mejor amiga y también estaba ahí.
El vestido está roto, pero no tuvo de otra que volver a ponérselo, ya llegara a su casa a bañarse y ponerse ropa limpia. Después regresara para ver a su amiga.
Se sube al elevador rogándole a dios que nadie más subo, es un desastre. Cuando estaba por cerrarse una mano evita que se cierre.
El doctor que estaba hace rato entra. El se sorprende de verla con la ropa sucia, ensangrentada y rota.
Aitana siento vergüenza, el doctor la miro de pie a cabeza ella sabia que estaba hecha un desastre.
—¿No vinieron por ti?
—No han podido llegar —vuelve a mentir.
—¿Nadie va a venir verdad?
Henry lo sabía había visto a pacientes solos, luchando con enfermedades terribles y sin tener quien les de la mano de apoyo, Henry no era ajeno al sufrimiento ajeno, siempre trataba de ayudar.
El elevador se abre en el piso del estacionamiento.
—Ven tengo ropa en mi auto, algo te puede quedar.
Caminan hasta el auto de Henry, de su cajuela saca una maleta pequeña la abre para sacar una pans y una playera.
—Estoy seguro que te puede quedar.
Aitana que hasta este momento se había quedado callada, no le gustaba causar lastima y sabia que el doctor la miraba con lastima.
—Gracias doctor, se la devolveré pronto.
—No te preocupes.
Aitana va hacia el baño del hospital, por suerte todas las personas están en sus cosas y nadie le presta atención, o eso es lo que ella pensaba, al mirar hacia el elevador lo mira a Marcos Ballesteros, el amor de su vida estaba ahí mirándola, intento caminar hacia a él, pero sus piernas estaban pegadas en el piso.
No cabía duda Marcos estuvo en el accidente, ella lo escucho.